Hola. Aquí estamos. Estaba ‘zapeando’ la otra noche y me encontré con un especial de ‘Callejeros’ dedicado a los controles de alcoholemia. El programa me enganchó. No sé cuánto hay de verdad y cuánto de montaje en ‘Callejeros’, pero atrapa. Sin solución de continuidad, aparecían en pantalla náufragos de la noche balbuceando excusas para justificar sus estratosféricas borracheras. ‘Que si sólo ha sido una caña, agente,’ ‘que si algo me habrá sentado mal’. Cuando uno ve esos rostros y escuchas esos discursos no sabe si reir o llorar. Es gente peligrosa -conducir en sus circunstancias es homicida-, pero también dan pena.
Lo peor estaba por llegar. En la parte final del reportaje, los periodistas se fijan en un control de la Guardia Civil pensado para cazar a los que juntan la madrugada con el día y vuelta a empezar. Dos chavales, que van hasta las cejas de cocaína, se convierten, por efecto del colocón, en estrellas televisivas. Ni se molestan en ocultar sus caretos. Mientras la Guardia Civil registra coches tuneados en busca de estupefacientes, los dos jóvenes muestran el combustible que usan para que la noche no acabe nunca: papelinas de coca, hachís, trankimazines para ‘bajar’ el subidón… Aseguran que no hay nada como meterse una raya sabiendo que los guardias están tan cerca. Para demostrar que no hablan por hablar, entrar en un automóvil y esnifan.
Pasan los minutos, y uno de los jóvenes empieza a ponerse paranoico -un síntoma característico de los cocainómanos- Cada vez esta más ‘rayado’ y amenaza con disparar a los reporteros. Dice que tiene una pistola en el maletero y hace ademán de usarla. Todo esto, a escasos metros de la Guardia Civil. «Tío, no te rías. Que yo ya he pasado por tres centros menores», amenaza el chaval a los ‘callejeros’. «Aquí hay gente muy peligrosa», advierte su colega. La cosa se pone fea de verdad. Y ahí acaba el reportaje.
Después de la emisión del programa, no sé que habrá sido de la pareja de zumbaos. Si tienen un poco de suerte, igual los ficha alguna cadena para levantar las audiencia veraniega. Cosas más raras se han visto. Pero lo más probable es que acaben reventados en cualquier esquina.
Después de ver la disparatada entrevista, pensé que, en mis tiempos, si te paraba la Guardia Civil, te ponías firme y lo último que se te ocurría era hacer el cafre. Pero los tiempos están cambiando.







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