Contraband

Lo mejor de “Contraband” es que parte de un trabajo anterior muy sólido y solvente: la película “Reykjavík-Rotterdam”, dirigida en 2008 por Óskar Jónasson, con guion del propio director y uno de los grandes de la novela negra nórdica, el islandés Arnaldur Indriðason.

Y lo segundo mejor es que los responsables de este remake norteamericano de una película negra y criminal hasta el túetano han optado por darle un toque muy televisivo, en clave HBO, al estilo de “The Wire”, con una muy creíble pátina de realismo sucio para describir los barrios portuarios de Nueva Orleans y los garitos en los que se reúnen los protagonistas de la cinta, marinos mercantes, estibadores y demás currantes.

Con esas mimbres, para los amantes del género policíaco, “Contraband” es una película imprescindible, sólidamente protagonizada por un Mark Wahlberg a quién su papel se le ajusta como un guante y por un ajustadísimo reparto de secundarios en el que, quién más desentona es Diego Luna como desquiciado traficante y atracador panameño erigido en Rey del Crimen centroamericano.

La historia arranca con el personaje de Farraday, un antiguo contrabandista retirado que ha rehecho su vida junto a una bella esposa y sus dos preciosos hijos. Tiene un floreciente negocio, la vida le va bien y no quiere problemas. Pero los problemas sí le quieren a él: el hermano pequeño de su mujer se mete en un lío muy gordo y Farraday tendrá que enrolarse de nuevo en un barco que va a Panamá con el fin de volver a traficar, ganar dinero y liberar a su cuñado de la deuda contraída.

A partir de ahí, y es la gran originalidad de la película, la acción transcurre en dos escenarios paralelos: la travesía en barco y la estadía en Panamá del protagonista, por una parte (con un delirante atraco de por medio) y la vida de la gente que se queda en Nueva Orleans, familia, amigos y mafiosos, todos interaccionando entre sí.

Una de las críticas que se le puede hacer a “Contraband” es que muchos de sus momentos y de giros en el guion son inverosímiles. Lo que es cierto. Pero, cuando vas a ver la actuación de un mago, ¿eres de los que se sienta a disfrutar del espectáculo o de los que trata de descubrir los trucos?

Si vas a ver “Contraband” con ganas de disfrutar y de sumergirte en la historia, la disfrutarás. Si vas a pillar los renuncios… no tanto. El ritmo está muy bien conseguido y la acción se desarrolla a toda velocidad. Las imágenes del puerto y de los barcos, esos cargueros inmensos, como ciudades en sí mismas, impactan. La trama está bien llevada, no da un segundo de respiro y nada es lo que parece ni nadie es como se le espera. ¡Ah! Y la música. Esa música buena, blues denso e intenso.

A mí, desde luego, me ha gustado. Estuve imantado a mi butaca durante la hora y media larga de proyección y salí del cine con una gran sonrisa en el rostro. Cínica y descreída, pero sonrisa, al fin y al cabo.

Jesús Lens

Veamos el último día de marzo, qué nos deparó en 2008, 2009, 2010 y 2011

Al borde del abismo

¿Ganas de ir al cine? Si os gustan las películas de acción, ésas que en pantalla grande lucen más y mejor que en las televisiones de casa, por planas que sean y pulgadas que acumulen, «Al borde del abismo» es una opción festiva para ver entre palomitas y refrescos, como comentamos en esta reseña publicada en La Opinión.

Las imágenes hablan por sí mismas.

¿No es verdad?

Lo curioso es que dentro de unas horas, si todo va bien y la suerte nos acompaña, estaremos paseando por esas mismas calles. ¡Magia! Nueva York me espera. Desde hace mucho años. Ahora voy a conocerla. ¡Por fin!

Mañana dejaremos otra reseña cinematográfica y, desde el domingo, todos los días, a las 8 am, religiosamente, una entrega del serial «Barras y Estrellas».

Ya me diréis si os engancha y queréis que lo sigamos o lo dejamos en la carpeta de proyectos descartados.

¡Feliz Semana Santa! Y si no hablamos desde NYC… ¡hasta más ver!

Jesús travelling Lens

¿Y los anteriores 30 de marzo? 2008, 2009, 2010 y 2011.

Ver o no ver «Luck». Esa es la cuestión

Y con “Mad Men” pasa lo mismo, aunque sea distinto. Si leéis la prensa, veréis que no deja de hablarse de la vuelta de la serie de los publicistas chiflados de Madison Avenue, del nuevo Don Draper, del maravilloso episodio doble con que arrancó la nueva temporada…

Vale. Muy bien. ¿Y? Porque hasta el 20 de mayo no lo veremos en España. Y eso, si tienes en Canal +.

¿Tiene sentido este despropósito? Porque a mí me están dando unas ganas de mandar a la mierda mis principios antifilibusteros…

Entremos en el caso de la extraordinaria “Luck”, que comentamos en La Opinión, a ver qué os parece.

Jesús telemosqueado Lens

¿Y los 29 de marzo anteriores? 2008, 2009, 2010 y 2011

Adolf

Este año, que aún no ha consumido su primer trimestre, está siendo poco activo, desde el punto de vista lector. Lo reconozco. Estoy escribiendo mucho y el trabajo resulta muy absorbente así que, excepción hecha de algún sábado largo con tiempo por delante y poca agilidad en los dedos para darle a la tecla, solo leo antes de irme a dormir, lo que, en realidad, es muy poco, demasiado poco, apenas nada.

Pero es que, además, este año, los Reyes fueron Majos y me regalaron una barbaridad, un desafío llamado “Adolf”, un tebeo de Osamu Tezuka que publica Planeta en dos tomos de 600 páginas… cada uno.

Aún olía a sudor de camello y al regio aroma del incienso que acompaña a los Reyes cuando ya estaba yo enfrascado en las primeras páginas de la historia de Adolf, entre la Alemania nazi y el Japón imperial.

Y ahí permanecí, sumergido, días y días, sufriendo, disfrutando y vibrando con la historia cruzada de tres personas llamadas Adolf, cuyas vidas se desarrollan en los crueles y complicados años 30 y 40 del pasado siglo.

Todo comienza durante la celebración de los Juegos Olímpicos de Berlín, cuando los nazis ya estaban en el poder. Y discurre a lo largo de los años siguientes, hasta el final de la II Guerra Mundial.

Tratar de resumir una historia de 1.200 páginas en este puñado de palabras es tan ocioso como gratuito. Solo diremos que si este monumento gráfico cayera en manos de Iñárritu, el director de “Babel”, se vería irrefrenablemente obligado a filmarlo ya que caería seducido por ese efecto mariposa que, de Japón a Alemania, pasando por Rusia y Polonia, conecta a todos los seres humanos en menos de los famosos seis grados de separación.

Lealtades, venganzas, obsesiones, amistades, amores imposibles, amores azarosos, miedo y determinación. Junto con peleas, persecuciones, palizas, huidas y viajes. Esas son solo algunas de las mimbres con que se construye una novela gráfica de un larguísimo alcance en la que tenemos referencias históricas y políticas de dos países y dos culturas que son anatema.

Que el fascismo engendra monstruos es algo que la historia y el arte nos han mostrado cientos de veces. Pero que también tienen sus contradicciones, lo sabemos algo menos. Que en el Japón imperial vivieran comunidades judías, por ejemplo, y que desempeñaran un importante papel en el descubrimiento de uno de los secretos que, de haberse sabido antes, habrían hecho tambalear al Tercer Reich; es de lo más interesante.

Lo que pasa es que, me temo, esta reseña es como predicar en el desierto. Si eres aficionado a los cómics, seguro que sabes infinitamente más que yo de Osamu Tezaka y que te conoces el “Adolf” de pe a pa.

Y, si no eres comiquero, si los tebeos no están entre tus lecturas habituales, será complicado animarte a que le metas mano a las 1.200 páginas de este Manga, por impresionante que sea.

Así que, lo dejamos aquí.

Balance final: si quieres pasarte unas cuantas semanas absorbido por una narración fascinante, larga, densa y completa; ni lo dudes: lánzate de cabeza a compartir tu tiempo con los tres Adolf de Tezuka.

¡No te arrepentirás!

Jesús Lens

Veamos, en anteriores 28 de marzo, qué blogueábamos: 2008, 2009, 2010 y 2011