(OTRO) CUENTO DE NAVIDAD

Hoy, un corta y pega del Cuento de Navidad que ayer traía El País, en su peculiar Editorial de El Acento. Sin desperdicio.

 

Abdoulaye Coulibaly se ha convertido en el primer albino que ha obtenido el estatuto de refugiado en España. Su expediente fue aprobado el viernes pasado por la oficina de Asilo y Refugio del Ministerio del Interior. Llegó a España, a la playa de la Tejita en el sur de Tenerife, el 29 de marzo en un cayuco que había partido de Nuadibú, Mauritania, con 65 subsaharianos a bordo. Pero su historia arranca mucho antes, y está tocada por la firme voluntad de dejar atrás un mundo lleno de supersticiones, para conquistar otro donde el color de su piel dejara de ser una permanente amenaza de muerte.

Nacer albino en el continente negro significa estar sometido a una presión intolerable. Muchos creen que su piel trae riquezas y buena suerte, por lo que los convierten en objetos de descarnadas cacerías. «Sé que a otros albinos les han cortado los dedos, han usado su pelo o les han cortado la cabeza para usarlos en rituales», ha contado Abdoulaye Coulibaly, a quien llamaron al principio Mozsy.

Hay datos que ponen los pelos de punta: se calcula que en Tanzania fueron secuestrados y asesinados en el último año unos 40 albinos; y que fueron 10 los que cayeron en Burundi y Congo: se les quitó la piel para trocearla y contrabandear con ella. En otros lugares, como Camerún, son los propios padres los que asfixian a sus hijos albinos cuando nacen para evitar futuras zozobras. Y hay aldeas donde se cree que son blancos porque la mujer cometió adulterio con algún hombre de ese color, así que también los matan.

A Coulibaly lo persiguieron un par de veces para hacerse con su piel. La última, cerca del estadio Veintiséis de Marzo de Bamako: lo metieron en una furgoneta e iban a llevárselo, pero gritó tanto que consiguió ayuda. Su decisión de dejar Malí fue entonces inapelable. La travesía en el cayuco fue un infierno: su delicada piel quedó manchada de quemaduras. Al tercer día de viaje, su sueño estuvo a punto de quedar truncado. El motor se estropeó y hubo alguno que gritó que la culpa tenía que ser suya.

Soy negro, mi piel es blanca», dijo uno de los albinos más célebres, el músico Salif Keita. Su fundación apoyó la petición de asilo de Coulibaly. El sueño de este joven de 22 años se ha cumplido. Es un motivo de celebración en un día como éste: ¡Felicidades!