VIAJE

Querido Pedro, tomo prestados unos versos de tu nuevo libro, «Liturgia del olvido», que estoy deseando leer, para los Cuaversos de hoy miércoles. Viaje, nada menos. Nos vemos pronto. Un abrazo.

 

El sol se oculta.

Estoy preparado.

Los mensajes son el fuego.

La noche aún resiste.

El ángel es el secreto.

Los colores quiebran el azul.

Los pájaros anuncian el paso del viento.

La poesía se orienta hacia el misterio.

El viaje es el camino.

Escribo Machado y amanece.

 

DISPAREN SOBRE EL PIANISTA

Hay películas, discos y libros que uno, impepinablemente, tiene que ver, escuchar y leer. Sin excusas. Sí o también.

 

¿Se acuerdan, hace unos meses, de aquella persona que no había visto «Casablanca»? Afortunadamente y con el correr del tiempo, terminó por verla. Y le pareció preciosa. No sé si se habrá dicho eso de «- ¿por qué no la vería antes?» o no, pero el caso es que películas como «Casablanca» son de las que hay que ver.

 

Y, por la misma regla de tres, «Disparen sobre el pianista», de David Goodis, es una novela que hay que leer, tanto si eres aficionado al género negro y criminal como si eres, sencillamente, un lector curioso y amante de los buenos libros.

 

Por eso hay que agradecer a la gente de RBA esa imprescindible recuperación que está haciendo de los Clásicos de la Serie Negra, en una colección de elegante diseño, y agradable y cómodo formato para la lectura.

 

Chandler y Hammett son, posiblemente, más conocidos que Goodis. Y, sin embargo, David Goodis está a su altura, gracias a novelas como ésta que, siendo cortas, directas, secas y contundentes, se asemejan al puñetazo que pega en el plexo solar el campeón del mundo de los pesos pesados de boxeo: te destrozan por dentro, dejándote sin aliento y sin respiración.

 

Novelas que comienzan y terminan en el momento exacto, que van al grano, sin divagaciones de ningún tipo. Novelas que asemejan sueños o alucinaciones, que no pueden dejar indiferente a un lector que, en cada página, encuentra un destello de genialidad.

 

«No puedo quedarme aquí -pensó-. Tengo que levantarme y seguir corriendo.»

 

 Y, desde esa primera carrera, con la cara ensangrentada, de uno de los protagonistas hasta ese final surrealista y fantasmagórico, la incisiva prosa de Goodis nos regala doscientas magistrales páginas en las que el argumento, saber de qué va la novela o intentar adivinar quiénes son los malos es lo de menos.

 

La novela, que sería adaptada al cine por François Truffaut, empareja con ese estilo tarantiniano de presentar personajes absurdos en situaciones más absurdas todavía. O esos impresionantes flash backs, tan reveladores e impactantes. O esos diálogos que, a veces, no parecen tener sentido alguno.

 

Una novela de las que, como otras veces hemos definido, no se leen: se devoran.

 

Un clásico imprescindible a recuperar, leer y disfrutar. Ya. Cuanto antes, mejor.

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.