¡QUE TE PILLO!

Encontramos en el Meneame esta imagen de un oso polar persiguiendo a un fotógrafo. Pero la serie de fotografías, que podemos integrar en la categoría de Imágenes Imposibles, continúa con varias instantáneas más. ¿Será un truco? ¿Estará preparado? O quizá no siempre es tan molón ser reportero del National Geographic…

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EL OJO DE JADE

Sé y me consta, positivamente, que una de las cosas que menos gusta a algunos buenos seguidores de esta Bitácora es el empeño y empecinamiento de su gestor, es decir, yo; en reseñar, comentar y defender la literatura negra y criminal. De hecho, hay muchos de vosotros, pillines, que en cuanto detectáis que la Entrada del día versa sobre novelas de crímenes, policías, detectives y violadores, pasáis olímpicamente de ella o, cuando menos, le hacéis una rápida lectura en diagonal.

Ni que decir tiene que, aunque intentemos leer y comentar literatura de todos los tipos y los géneros, como podemos acreditar con la convocatoria para los Liblogs que tan buena acogida ha tenido; vamos a seguir dando caña con un género que, para mí, protagoniza el auténtico realismo social contemporáneo más ilustrativo y comprometido.

En el caso que nos ocupa, “El ojo de jade”, de Diane Wei Liang (Ed. Siruela); parte de una exigua trama investigadora (un familiar le encarga a la joven detective Mei que investigue la venta de una joya de la dinastía Tan) para, en realidad, contarnos los entresijos de la China moderna, sus contradicciones y su brutal evolución, pasando del feroz comunismo al brutal capitalismo de estado que se ha instalado en el Gigante Asiático.


¿Cómo se explica la figura de un detective privado, mujer, y en la China del siglo XXI?: “El partido tiene estrategias y la gente tiene contraestrategias”. Y una de ellas es montar una Agencia de Información a través de la cuál llevar a cabo investigaciones de ámbito más o menos doméstico.

Por supuesto, nadie le augura nada bueno a Mei, que trabajó durante algunos años en el equivalente a nuestro Ministerio del Interior, cuando decide instalarse por su cuenta:

– “¿Qué sabes tú de negocios? Mírate, no haces vida social, no te mueves bien en política, no tienes nada de Guanxi: no cuentas con la red de contactos que necesitas. ¿Qué posibilidades tienes de prosperar?”

Guanxi. Una palabra que refleja toda una cultura, una forma de entender la vida en un país que es un mundo en sí mismo. Relaciones sociales. Contactos. Influencias. Un sistema en que cuesta saber dónde termina el agradecimiento y comienza el soborno o quién está en el estrellato y quién va camino de estrellarse.

Y es que la sociedad china es muy compleja y va mucha diferencia entre tener o no un coche y disponer de un apartamento grande o de una habitación pequeña. Además, están los emigrantes que viven y trabajan en ciudades como Chicago. Y, siempre, la ominosa y larga sombra de dos acontecimientos capitales en la historia de la China moderna: la Revolución Cultural y la masacre de Tian ‘anmen.

“Hice lo que tenía que hacer… No había lugar para la moral en los tiempos de la Revolución Cultural. Uno sobrevivía a cualquier precio. Vosotros los jóvenes no lo entendéis. Os comportáis siempre como si fuéramos unos monstruos.”

Así se expresa uno de los protagonistas de la novela. Una novela cuyas 250 páginas se leen en un suspiro, transportándote al caos y al bullicio de una de las grandes urbes del siglo XXI. Pekín. Una ciudad que marcará el devenir económico, social y político de los próximos años y sobre la que merece muy mucho la pena estar bien y agradablemente informados.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

BECARIOS JASPs

Ayer escribíamos en IDEAL sobre los jóvenes en crisis que cambiaron los estudios por el pastizal de las obras, los picos y las palas. Alberto Bueno, en un acertado comentario, nos planteaba esta otra situación…


…Que daría para una nueva columna, en efecto.

Bien apuntado, Alberto.

Y gracias a Forges, por preocuparse tanto de esta situación. Lástima que éstas no sean Imágenes Imposibles…

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JOVEN CRISIS

Dejábamos anoche un anticipo crítico musical a la columna de hoy de IDEAL que, como veréis, habla de los mismos sujetos que la canción de Albert Pla, esos Veintegenarios en peligro de Insolación, pero desde otro punto de vista… A ver qué os parece. Además, le ponemos la banda sonora de «Cualquier día» y enlazamos con otra desgracia del sistema: los becarios.

Lo peor de que llegue septiembre es que las secuelas de la crisis comenzarán a aparecer en los rostros de los ciudadanos, a medida que el bronceado veraniego vaya desapareciendo y la buena cara estival deje paso a la triste realidad de los altísimos tipos de interés, la morosidad galopante, el paro y la acelerada desaceleración económica.


Aunque las crisis afectan a (casi) todos de forma más o menos directa, en este caso hay un sector de la población especialmente vulnerable: el de los jóvenes del entorno de los veinte años que, al reclamo de la pasta gansa del boyante sector de la construcción, cambiaron los libros por el pico y la pala, abandonando las aulas de los institutos para encaramarse en el andamio y disfrutar de las migajas del “milagro económico” español.


Jóvenes, chaveas casi, que en su versión más hedonista, se gastan su sueldo en fiestas, exquisita ropa de marca, bugas tuneados y vacaciones en resorts del Caribe y que, en su dimensión seria y responsable, se han metido en hipotecas, matrimonios y paternidades más o menos responsables.

Porque ellos estaban convencidos de que la era de las vacas gordas y el ladrillo goloso no había hecho sino comenzar. Como todos, por otra parte, que buena parte de la sociedad española había fiado sus ahorros presentes y futuros al crecimiento permanente e inmoderado del sector inmobiliario y cualquiera con dos duros de capital y medio dedo de frente se metió a promover dúplex y adosados. Que nunca se ha escrito nada de un cobarde.

Hay toda una generación de chavales a los que la fabulosa transversalidad de la ESO y la LOGSE les pareció bastante menos productiva que los 1.500 euros mensuales que sacaban como paletas o que los más de 1.000 euros que ofrecía la hostelería, siempre tan atractiva, con sus cegadoras luces de neón.


Pero ha llegado la crisis, el que fuera efímero presidente del Real Madrid ha suspendido pagos, las inmobiliarias han cerrado por miles y los menús del día se han tornado en bocadillos y tartera con guisos caseros. Y los chaveas de la moto, cadena de oro al cuello, tatuaje en el hombro y piercing imposible se ven en la calle, haciendo cola en el INEM y buscando cualquier tipo de trabajo, asegurado o sin asegurar.

Entonces llega el gobierno y dice que hay que cambiar el modelo productivo de este país. Que los años del cemento por arrobas no volverán y que el futuro pasa por el trinomio I+D+i. Investigación. Desarrollo. Innovación. Y pienso en los chavales de las gafas de sol de tamaño elefantiásico, los peinados decolorados de diseño y los pendientes en la oreja izquierda; que dejaron las aulas sin preocuparse siquiera de conseguir el graduado escolar porque en la obra se ganaba mucho y, además, te ponías cachas y ligabas bronceado. ¿Qué patrón les habla ahora del I+D+i, sin que se le caiga la cara de vergüenza?

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

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