SER MUJER EN ÁFRICA

Tomo prestado el título de un esplendoroso libro de Manuel Villar Raso para poner breves palabras a unas imágenes que no necesitan de ellas para hablar alto y claro.
¿Se acuerdan de la sección sobre las razones para ir al Senegal y a África en general? Después de traer imágenes sobre los niños y aquél especial sobre la niña de la mella, hoy hablamos de las mujeres.

Empezamos por una fotografía que me gusta especialmente, por la belleza, la clase y la distinción que surge de esta señora, de espaldas. El vestido verde y el tocado a juego. La piel de ébano, sobre la que lucen los adornos dorados. Y el pelo, en pequeñas trenzas. Una palabra, BELLEZA.

Y ALEGRÍA. Al bajarnos del barco que nos llevaba a la Isla de Goreé, esta señora de porte distinguido esperaba unas mercancías que alguien llevaba en el buque. Entre que salía o no salía, era buen momento para echarse unas risas.

El FUTURO de África son sus jóvenes adolescentes, de niña a mujer, que diría Julio Iglesias. En África, las niñas tienen poco tiempo para disfrutar de la inocencia y la candidez de la infancia. Allí, aunque el tiempo parece transcurrir más despacio, en realidad, vuela. Sin embargo, todavía hay tiempo para disfrutar de un refresco y de un trozo de regaliz, charlando, curiosamente, con los guiris desteñidos que andan por la Isla de Goreé.

Los mercados son los centros neurálgicos de las ciudades y pueblos de África. Allí es donde todo se compra, todo se vende y todos se relacionan. El mercado, vital, colorista, bullanguero, ruidoso y, en algunas secciones, bien oloroso.


En el mercado, la mujer es la reina. Aunque le toque trabajar.


Esta foto se podría titular “Encarando el futuro con optimismo” y me gusta por la expresión de la niña, mirando el horizonte, y por su fastuoso vestido blanco con flores rosas. Una imagen de paz, serenidad y sosiego.

Esta chica se fue a dormir pasadas las doce la noche. A las siete de la mañana ya estaba dando los desayunos. Además, estaba a media mañana poniendo cervezas y a mediodía, los almuerzos. Horarios escandalosos. Pero, al menos, es un trabajo. Por la noche, además, bailaba y cantaba, con desenfrenada alegría. Y disfrutó como una niña con los trucos de MagoMigue. ¡Qué gran recuerdo nos dejó, ella también, de un viaje extraordinario!


Es el mejor reflejo de un África que lucha por salir adelante con orgullo y dignidad, a base de trabajo y esfuerzo, pero sin perder la sonrisa. En nuestra mano está el colaborar para que conseguir que ello sea posible. La pregunta es ¿cómo?

Jesús Lens, plumilla y fotógrafo, para lo bueno y para lo malo.