UN AÑO EN 365 PALABRAS

Viene siendo tradicional, a final de un año o a principios del siguiente, resumir los 365 días que se van en 365 palabras, longitud adecuada para el formato Post de un Blog.

 

Venía pensando en hacerlo, desde el día 1 de este año XX-X.

 

Pero, al final, sólo pensaba en crisis, en el fin de ciclo y cosas así. No. El 2009 no me parece especialmente memorable. Además, ya se terminó y pensar más en él… ¿para qué?

 

Y entonces me llegaron los (singulares, mestizos y divertidísimos) propósitos de año nuevo que se ha hecho una amiga. Y me he dicho, ¿y si aprovechamos el fin de semana que se nos viene encima, lluvioso y gélido, amenazador, polar y casero, para hacer el resumen de lo que esperamos y queremos que sea NUESTRO año 2010, exactamente en 356 palabras?

 

La clave, como siempre, LIBERTAD TOTAL: propósitos, deseos, sueños, ideas, realidad, ficción… lo que cada uno quiera. ¡Imaginación al poder!

 

Será un ejercicio divertido y, sobre todo, resultará muy interesante volver a hacer el resumen de 2010 allá por diciembre, comparándolo con el que hicimos a primeros de año, viendo cómo nos han tratado estos doce meses que ahora comienzan.

 

¿Os apuntáis y el lunes los blogueamos?

 

 

Jesús Lens, mirando adelante, siempre adelante.

 

 

PD.- Hagámoslo divertido: no usemos frasecitas o propósitos del tipo Respuesta-de-aspirante-a-Miss-Universo: «Ojalá que el año 2010 nos traiga la paz en el mundo, el final del cambio climático y que el Príncipe Carlos, por fin, sea Rey de Inglaterra».

 

Todos esos nobles pensamientos, como al militar el valor; los damos por supuestos, anhelados y deseados. Pero, para este ejercicio, ni nos valen ni los queremos. Lo dicho, ¡imaginación al poder!

LA HABANA. PUERTA DE LAS AMÉRICAS

Este libro, para mí, es muy especial, íntimo y sentido. Por muchas razones. Pero antes de entrar en ellas, dejadme que os lo presente, para que lo conozcáis y le vayáis cogiendo cariño…

 

«Bañada por las aguas del mar Caribe, estilizada a la entrada del Golfo de México con la rara semejanza a una llave antigua o a un delgado caimán, Cuba es una vieja dama que carga orgullosa en los huesos sus más de ocho siglos de existencia desde que a ella llegaron los primeros aborígenes.»

 

Así comienza el escritor Amir Valle su narración de La Habana, posiblemente, el personaje más interesante de su ya larga y fecunda carrera como periodista y novelista. A través de las páginas de «La Habana. Puerta de las Américas», recién publicada por la editorial granadina ALMED, Amir Valle cuenta la historia de la Perla del Caribe con la pasión del habanero convicto y confeso, pero también con el rigor del periodista más objetivo y analítico de una realidad tan dura como contradictoria.

 

Por todo ello, además de referir las leyendas y los mitos fundacionales de una de las ciudades más excitantes del mundo, con la que los españoles mantenemos una especial y muy sentida relación, Amir Valle hace una precisa disección de la auténtica y verdadera historia de la ciudad fundada en 1514 por Pánfilo de Narváez y que cuenta, por tanto, con casi cinco largos siglos de intensa y apasionante vida.

 

Una vida repleta de acontecimientos y momentos decisivos en la historia no sólo de Cuba, sino de toda América. Porque como el propio Amir Valle señala, «…su estratégica posición geográfica posibilitó ser elegida como centro de experimentación de muchas de las industrias, inventos científicos y técnicos más adelantados que surgieron luego de la Revolución Industrial en Inglaterra; fue cuna y casa de la mayoría de los grandes movimientos culturales, sociales y políticos de los siglos XVIII y XIX en este lado del mundo; inauguró el siglo XX a la cabeza del desarrollo de la industria, el comercio y la cultura latinoamericana; y conmovió al planeta Tierra con una Revolución social que todavía hoy para unos es «la última dictadura socialista» y para otros, un «ejemplo único de resistencia ante la hegemonía de los Estados Unidos de Norteamérica».

 

Además, el libro de Amir Valle nos cuenta La Habana desde la óptica de las muchas y muy distintas personas que, atrapadas por su magnetismo, dejaron testimonio escrito de su experiencia cubana. Desde ese mafioso, Meyer Lansky, que acuñó la etiqueta de Puerta de las Américas a un Albert Einstein para quién la capital de Cuba era «la ciudad de los asombros».

 

Para el escritor norteamericano Ernest Hemingway fue «la llave del Golfo de México» y el arquitecto brasileño Oscar Niemeyer la consideró «la meca de la arquitectura latinoamericana». El cantante norteamericano Elvis Presley la definió como «la capital musical del Nuevo Mundo» y para el gran pintor español Pablo Picasso, La Habana era la «ciudad donde los colores hablan» mientras que, en fin, para el mítico actor Alain Delon, se trataría de «la ciudad más alegre de las Américas».

 

Y de todas esas La Habana nos habla Amir Valle en un libro cargado de datos e información, pero escrito con el temple de las mejores novelas, lo que hace que su lectura resulte tan ilustrativa como apasionante.   

 

 

EL AUTOR

 

Amir Valle Ojeda (Guantánamo, Cuba, 6 de enero de 1967) escritor, crítico literario y periodista, está considerado como una de las voces esenciales de la actual narrativa latinoamericana.

 

En Cuba ha obtenido importantes premios literarios, así como en la República Dominicana, Colombia o Alemania. Sus últimos premios más importantes han sido el Premio Internacional de Novela Mario Vargas Llosa 2006 por Las palabras y los muertos; el Premio Internacional Rodolfo Walsh 2007 a la mejor obra de no ficción publicada en lengua española en el mundo por Jineteras, el Premio Novelpol a la mejor novela negra publicada en España durante el 2007 por Santuario de sombras, y el Premio Internacional de Novela Ciudad de Carmona 2008, en España.

 

Sobre Amir Valle, el escritor paraguayo Augusto Roa Bastos ha dicho que «estamos ante uno de esos narradores natos que no abundan, de mirada incisiva, pericia increíble para su edad, y con un admirable sentido de pertenencia literaria e intelectual a su tierra».

 

Comprando libros en Semana Negra, en Negra y Criminal
Comprando libros en Semana Negra, en Negra y Criminal

Su colega, el prestigioso novelista de Santa Clara Lorenzo Lunar Cardedo, le define así: «El líder de gran parte de una generación. Explorador incansable de la narrativa cubana, generador de opiniones y suplente de una crítica casi inexistente al fenómeno de la más nueva narrativa cubana. Renovador, junto a Leonardo Padura, del policial cubano. Una lectura imprescindible en la narrativa cubana actual.»

 

Actualmente, reside con su familia en la ciudad alemana de Berlín.

EL RELATO DEL ZODÍACO

Tal y como propusimos en ESTA entrada, aprovechamos la Noche de Reyes para regalarnos cuentos, relatos, microrrelatos y ficción, basados en el horóscopo del día 31 de diciembre. Kaperusita ha dejado el suyo en los Comentarios y AQUÍ tenéis el de Gregorio.  

 

¡Salud y Felicidad!

 

31 de diciembre de 2009.

 

Horóscopo de IDEAL. Leído mientras tomaba café, por la mañana: Géminis. «Plena normalidad en su corazón. Cuenta con una habilidad especial para aumentar sus ingresos. El trabajo en equipo le enriquecerá. La salud, muy buena.»

 

 

Salió cuando el 2010 cumplía exactamente diez minutos de prematura vida. Había quedado en recogerla, en su casa, a las doce y media y calculó que con veinte minutos iba sobrado. Que ella le había insistido en que no llegara tarde. La vuelta sería más lenta, claro. Volverían paseando, bromeando y riendo. Eso ya le daba lo mismo. Lo que quería era estar con ella. Y brindar por el nuevo año, con el Moet Chandon que había metido en el congelador del frigorífico, para que estuviera bien frío al regresar a casa. No. Nada de cotillones, pubs o copas hasta el amanecer. Aquella Nochevieja iba a ser decididamente diferente a otras. La resaca del día uno sería muy distinta a la del 2009, que le tuvo baldado por completo, en Beirut, tras una noche de Chivas, tequilas y desenfreno etílico.

 

No podía evitarlo. Ni quería. Su corazón galopaba desbocado mientras avanzaba por las calles de Granada, escuchando los petardos que los chavales hacían explotar por doquier.

 

  • ¿Me dices la hora?

 

No le había visto aparecer. Estaban en mitad de las calles del Zaidín, las más oscuras y menos transitadas. Las que más rápidamente le llevarían hasta la casa de ella.

 

  • Serán las doce y veinte.
  • La vin, compae, ¿qué pasa contigo? ¿Es que no puedes mirar la hora y decírmela exactamente?

 

Era un tipo condenadamente grande. Se le había plantado justo delante y le estaba echando encima un fétido aliento cargado de alcohol. Y, lo que era peor, le estaba haciendo perder un tiempo precioso.

 

  • ¿Y el móvil? ¿Es que no tienes móvil?

 

No. No había cogido el móvil. Con las prisas se lo había dejado en casa. Y, lo que era peor…

 

  • Pareces un poco agarrado, ¿no? Joder. Ni la hora me quieres dar… Y yo que había pensado que me ibas a prestar diez o quince euritos, para celebrar la Nochevieja, que estoy más tieso que el prestigio de ZP…

 

… lo que era peor: tampoco había cogido la cartera. Total, si iba a ser ir y volver, ¿para qué la necesitaba?

 

  • Pues te vas a reír, pero es que también me he dejado la cartera en casa.
  • Vaya. Pues tenemos un problema, tú y yo. Y un problema no es algo para tomarse a risa, ¿no crees?
  • Ah, pero ¿tenemos un problema? No me había dado cuenta…
  • ¡Coño! Es Nochevieja, estamos en la calle, tú y yo, juntos. Queremos tomarnos unas copas y no tenemos guita. ¿No te parece que sí, que es un problema bastante gordo?

 

Pues sí. No terminaba de faltarle la razón a aquella bola de sebo. Tenían un problema. Y el problema era que, como llegara tarde, iba a empezar el año con una bronca. Porque si había algo que ella no aguantaba era la impuntualidad. Y entonces pensó que lo mejor sería…

 

  • Sé lo que estás pensando.
  • ¿Cómo?
  • Que sé lo que estás pensando. Estás pensando que, como tengo un leve problema de sobrepeso estos días, por culpa de los atracones navideños mayormente, nada te impide echar a correr y terminar, súbitamente, con lo que yo había pensado que era el comienzo de una hermosa amistad.

 

Se quedó mudo, claro.

 

  • Pero no te recomiendo que lo hagas. Tu no sabes quién soy yo ¿verdad? Claro. Como llevas poco tiempo viviendo en el Zaidín y, de hecho, estás poco integrado en el barrio, no me conoces. Pero yo a ti sí. Sé quién eres, sé dónde trabajas y sé dónde vives.

 

Sí. Le creyó.

 

Si alguien le dice, esa mañana, que iba a sentirse acojonado por un gordo que le suelta una frasecita como ésa, sacada de un mal chiste de barrio, le da la risa.

 

  • Vale. ¿Por qué no hacemos una cosa? Como pareces saber, vivo aquí cerca. Déjame que suba a casa, cojo la cartera y te doy esos euros para unas copas.
  • No. Veo que no me entiendes. Lo de darme unos euros habría servido antes, pero al calor de nuestra recién nacida amistad… no. Estaría feo eso de pegarle un palo a un amigo al que acabo de conocer. Vamos a hace una cosa. Seguimos andando los dos por estas calles y, a la primera persona que nos encontremos, te las ingenias para sacarle veinte euros. ¿Cómo lo ves?

 

¡Pues cómo lo iba a ver! ¡Como un puro disparate!

 

  • Mira, amigo, que yo creo que va a ser más fácil que suba a casa y te dé cien euros…

 

Pero no. La cara de su obeso amigo le decía que no. Que no había trato. Y, de repente, vio cómo aparecía un asomo de sonrisa en su cara de sapo glotón. Miró hacia dónde señalaban sus ojos y la vio.

 

  • Ahí la tienes. ¡Vaya suerte has tenido! No creo que te cueste mucho trabajo sacarle veinte euros a ese bombón, ¿verdad?

 

Cara de Sapo siguió sonriendo cuando vio que el pobre incauto, con paso titubeante, se acercaba a la víctima. Le vio hablar con ella y lo curioso fue que, tras un breve intercambio de palabras, la chica dejó atrás al muchacho y se dirigió directamente hacia el orondo provocador de problemas para hacerle la siguiente proposición:

 

  • Dame ahora mismo 20 euros y llama a un taxi, que tengo frío y ya llego tarde.
  • ¿Cómo dice usted?
  • Ya me has oído. Vamos, vamos. Que me des 20 euros y me llames un taxi.
  • ¿Está usted de broma, señorita?
  • Señora.
  • Perdón. Señora. Insisto: ¿está usted de cachondeo?
  • A ver, Cara de Sapo. Mírame fijamente y dime si te parezco estar para muchas bromas.
  • Yo creo que no sabe usted con quién está hablando…
  • Perdona. El que no sabe con quién estás hablando eres tú. ¿A que no?
  • Pues no tengo el gusto…
  • Señora de Benegas (*). Inspector de la policía nacional recién trasladado de Córdoba a Granada para reforzar este comienzo de año y al que, por su insolente carácter y proverbial mala leche, le han obligado a hacer la guardia de esta noche, por lo que me he tenido que comer las Uvas de la Suerte en una comisaría añosa y cutrosa, rodeada de maderos a los que no conozco de nada. ¿Entiendes que esté de mala leche y te parece razón suficiente para darme esos 20 euros y pedirme el taxi?

 

Lo que terminó de descuadrar a Cara de Sapo fue que, cuando llegó el taxi, en el mismo entraron tanto la autodenominada señora de Benegas… como el destartalado y desvencijado objeto de su cordial y amistosa broma de año nuevo…

 

  • Pero, ¿qué le has dicho? En serio. Tú estás loca. Pero, ¿cómo se te ocurre? Pero, pero… en serio, ¿qué le has dicho al animal ése para que, en vez de pulirte todo lo que llevaras en el bolso, haya sido él quién te diera 20 euros?

 

Y es que, ella, demasiado acostumbrada a su falta de puntualidad, en vez de quedarse en casa esperando a que apareciera y enfadándose por cada minuto de tardanza, decidió ir a su encuentro, siguiendo el camino que siempre recorrían para ir de la casa del uno a la del otro. Aunque no solía salir sola por la noche, y menos por aquellas calles, pensó que la Nochevieja era un día en que todo el mundo está de fiesta y que, al menos tan temprano, sería difícil tener un mal encuentro.

 

  • Pues le dije que era la esposa de un policía recién incorporado a la Jefatura, y que estaba de muy mala leche porque a mi marido le habían cargado la primera guardia del año. Ya sabes que, cuánto más grande e increíble es una mentira, más fácil resulta de creer, jajajaja.
  • Jajajajaja. Eres increíble. Ahora que, por nuestra propia salud, mejor será que mañana busquemos al Cara de Sapo para devolverle sus veinte euros.
  • Mejor será, sí. Y si le invitamos a una copa, mejor que mejor. Que en Navidad hay que cuidar a los «amigos», ¿no?

 

Riéndose a mandíbula batiente, regresaron a casa y, olvidando el champán en el congelador, disfrutaron del año recién nacido en la más excitante de las intimidades, no dando tregua a un corazón que llevaba latiendo violentamente desde que el año echara a andar. Lo deseablemente normal, por otra parte. 

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

 

(*) Benegas es un poli cordobés del que hablamos hace unos meses y al que hacemos un pequeño, pero sentido homenaje en este cuento. Pero que nadie se alarme, que Benegas sigue en Córdoba. Tranquilos todos.

XX X

Cuando Sara Oblisar, nuestra artista de referencia del pasado 2009, nos felicitaba el año con la imagen que podéis ver a continuación, no entendía nada.

 

El X, un año por rellenar
El X, un año por rellenar

Vale. Lo reconozco. Estaba lento. La X es inapelable. 10. Vale. Es cierto.

 

Pero entonces caí en la cuenta de que, en realidad, este año se podría escribir, falsa e incorrectamente, de la siguiente manera:

 

XX-X

 

Si la pasada década fue la década de los Nada, fue la 00, la Doble Cero, el año que nos sacó de ella es, paradójicamente, el Triple X.

 

Y la X no es una letra cualquiera.

 

En primer lugar, porque la incógnita que los matemáticos tienen que despejar en las ecuaciones, una palabra cuya sola pronunciación ya me produce escalofríos. ¡Qué me costaba, siempre, despejar la maldita x, en el BUP, antes que tirarme como un loco por las letras puras!

 

Despejar a la pobre X. Todo un desafío
Despejar a la pobre X. Todo un desafío

Una pura incógnita, como los «X files», los famosos «Expedientes X» televisivos, se encargaron de recordarnos. Un misterio. Un enigma.

 

Matemáticamente, la x es el signo de multiplicar. O sea, de crecer. De expandirse. Y, en buena lógica, el lenguaje de los SMS adoptó la x en su significado básico: el de la preposición «por». Con la X rellenamos los tests y formularios y, también, es el signo con el que tachamos las palabras y conceptos equivocados de un examen o de un escrito. La X delata los fallos y errores.

 

La verdad está ahí fuera
La verdad está ahí fuera

Y sí. Lo sé. Todos lo estáis pensando y yo lo estoy soslayando. La X es la letra que identifica a todo lo pornográfico, del cine a las revistas. La X supone, en este caso, vicio, trasgresión, prohibición y desafío. La Triple X. Equivalente a la desmesura, al Extreme. Camisetas XXXL. Enormes. Gigantes. Brutales.

 

¿Por eso fuimos bautizados, en su momento, como la enigmática Generación X, antes de que la publicidad nos quisiera convertir en JASP?

 

Una pura incógnita
Una pura incógnita

Y, por supuesto, es el grafismo con que se identifica un Cruce de Caminos, el mítico Crossroads del que tanto se ha escrito y filmado. ¿Habrá una imagen más sugerente, poética y evocadora que la del cruce de caminos?

 

El mundo, una pura incógnita
El mundo, una pura incógnita

No. 2010 no puede ser un año vulgar. Ni mucho menos. Tras la inane década 00 y tras ese fiasco que fue el 2009 que tantas cosas nos debería haber traído, 2010, el año de la incógnita, del cruce de caminos, de lo prohibido y lo censurado; tiene que ser obligatoriamente especial, ardiente, apasionante y descubridor.

 

Jesús Lens, Xadicto.