EL MUNDIAL Y LA CRISIS

El miércoles, a las 16 horas, España debuta en el Mundial.

¿Que resultado creen ustedes que gustaría a ZP en el España-Suiza?

Porque el miércoles, por la mañana, el Gobierno aprueba la reforma laboral.

Como aficionado al fútbol y enamorado de La Roja, ZP fijo que desea, como mínimo, una Manita, un 5-0 que impresione a los rivales y que mande un inequívoco mensaje a las potencias futbolísticas mundiales. Un 5-0 que cierre la boca de Berlusconi y de Cameron, con sus rácanos y ridículos empates a uno. Un 5-0 que le diga a Ángela Merkell que, por mucho que se empeñe en intoxicar, España va bien.

ZP, sin embargo, necesita un empate. Posiblemente, ese 1-1 al que se han abonado los países de nuestro entorno (Véase ESTA portada). Un empate a uno, además, que llegue in extremis, después de ir perdiendo por 1-0 buena parte del partido.

ZP necesita una cantada de Casillas, pero que sea imputable al Jabulani, el denostado balón del mundial. ZP necesita, después, que un joven valor de la Media Roja desatasque el partido y dé un certero pase de gol a alguno de nuestros delanteros. Y, de ser posible, que uno sea del Real Madrid y otro del Barça.

Y, además, ZP necesita una lesión que amenace a alguno de los baluartes de La Roja con no poder jugar el siguiente y trascendental partido.

ZP necesita que los españoles, mañana, no sólo veamos el fútbol, sino que nos inquietemos, suframos y padezcamos con La Roja. Necesita que todos saquemos el flamante seleccionador que todos llevamos dentro para aplacar las ruinas del posible sindicalista en que alguna vez creímos.

ZP necesita que La Roja zozobre momentáneamente para que nosotros nos sintamos zozobrar con ella, de forma que la auténtica, real y angustiosa zozobra que conlleva la reforma laboral pase de soslayo. Así, para cuando queramos acordar, Del Bosque habrá arreglado los problemas de la Selección y Díaz Ferrán tendrá oportunidad de sanear sus empresas en quiebra a costa de los trabajadores.

Ya llegará, después, la tensión de los Octavos de final, para hacer más llevadera la estancia en la cola del paro.

Pero esa es otra historia…

Jesús Lens, volcado con La Roja.

BROOKLYN BABILONIA

Amor y odio. Nueva York, la ciudad más europea de los Estados Unidos de Norteamérica tiene la virtud de provocar una relación de atracción / repulsión en personas de sensibilidades muy distintas.

Nueva York, la capital de lo nuevo, de lo distinto, de lo desconocido, de lo diferente. Nueva York, la ciudad donde todo es posible, a la que escaparse para romper con el pasado y comenzar una nueva vida. Nueva York, paraíso para creadores, para científicos, para investigadores.

Nueva York, ¿metáfora, también, del horror vacui?

Babilonia. Compendio del saber, de la tradición histórica y cultural. Babilonia, donde todo comenzó. Babilonia, cuna de la civilización, meca del refinamiento y origen del conocimiento que ha llegado hasta nuestros días.

Babilonia milenaria, sabia y hedonista, luminosa, soleada. Babilonia, cuya herencia se expandió por toda Europa, hasta cristalizar en lugares como Granada, Tarifa, Tánger o el Cabo de Gata. Babilonia, naturaleza sabia y feraz, cultura eterna.

Nueva York y Babilonia son las protagonistas de una novela muy especial que José Luis Serrano ha publicado en Alcalá Grupo Editorial y en la que se confrontan dos formas distintas, casi antagónicas, ¿quizá complementarias?, de entender la vida.

Y, siempre, con el escenario de fondo del 11-S, el comienzo de una nueva era y que, para las personas de nuestra generación, supusieron el final de la inocencia, como Vietnam en los 60, o el nazismo en los 30.

En una narración no lineal y en absoluto convencional, José Luis Serrano nos cuenta la historia de Gabriel y Sara, que son las historias cruzadas de dos familias en su más amplia acepción, y de las personas que las rodean. La historia de una pasión tan desaforada como imposible y de los atajos que las personas tomamos para poder seguir avanzando por un camino que, por desgracia, termina serpenteando hacia destinos imprevistos, perdiéndose por vericuetos tan inesperados como improbables.

Una historia de supervivientes y de renuncias. Una metáfora de la vida en ruinas que queda cuando se desploman los pilares en que habíamos sustentado nuestras ilusiones, nuestros planes, nuestros proyectos.

“Brooklyn Babilonia”, en cada una de sus páginas, cargadas de electricidad, bebe del impacto que la ciudad del cristal y el acero sigue provocando en todos nosotros, igual que en el Poeta en Nueva York que la descubrió en los años 20. Una novela que, más allá de su trama o argumento, te hace relacionar vivencias, acontecimientos, imágenes, momentos televisivos, titulares de periódicos, aromas, paisajes y sonidos que son, a la vez, cercanos y lejanos, cálidos y gélidos, ilusionantes y desesperanzadores.

Una de esas novelas que te sacuden como lector, que a veces tienes ganas de dejar porque no parece conducir a ningún sitio, pero que resulta adictiva y cuya apasionante lectura es de las que no se olvidan.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

ROCK IN RÍO 2010: DEUDAS SATISFECHAS

No habrá sido el mejor Perry Farrell de la historia y su voz ya no es la que era, pero los Jane’s Addiction se marcaron un pedazo de concierto en Madrid, con un Dave Navarro absolutamente colosal con su guitarra.

Fue la noche de Los Ángeles (¡qué nos gusta Los Ángeles, ¿verdad? ;-)) en Madrid. Primero, Cypress Hill, con su rap poderoso, sus percusiones desbocadas y sus recitados contundentes. Llovía. Y, por eso, mi hermano Jose, mi Cuate Pepe (todas las fotos de esta entrada son suyas) y yo nos resguardamos, al amparo de las Coronitas, los burritos y el queso manchego.

Tampoco pasaba nada. Aún gustándonos, los Cypress no eran nuestro principal objetivo, como ya anticipamos AQUÍ. A esas alturas, llevábamos una hora en la descomunal Ciudad del Rock, y mi hermano y yo comentábamos lo distinto que era todo, nosotros incluidos, a aquel Festimad de hace catorce años: en el Rock in Río todo está tomado por las grandes corporaciones y empresas, que patrocinan en evento a lo grande y sin timideces, como el espacio del Chill Out, con un cartel del Corte Inglés más grande que los que ponen en sus propios centros comerciales.

La gente, por mucho que las crónicas periodísticas del día siguiente fuera calificada como Cuca (currante-canalla) tampoco tenía nada que ver con aquella juventud más macarroide del Festimad. ¡Si hasta hay una ludoteca para dejar a los chiquitines, en el recinto de Arganda, y los 40 Principales tienen un stand!

Tras unos cuantos mojitos y una buena cena, de lo más variopinta, nos sumergimos entre la masa anhelante de música fuerte, dura y contundente. Y ahí aparecieron, tras la cuenta de 10, los Juana’s Adicción: impecables, imperecederos, dispuestos a desgranar buena parte de sus clásicos, grabados en los lejanos finales de los 80 y primeros de los 90: “Stop!” “Mountain Song”, “Caught Steeling”, “Ted just admit it”… saltos, riffs de guitarra y Farrell, desgañitándose, pero ergollao, inmaculado, precioso y majestuoso, perfecto Front Man para un show extraordinario.

Bebiendo un buen riojita, Marqués de Arienzo

Al final, para el bis, sacaron su versión acústica y desgranaron ese glorioso “Jane says”, que rompe con su novio Sergio y se quiere venir a España.

Sí. Tantas veces que vimos mi hermano y yo aquel concierto en Milán, disfrutando de ese Farrell que bebía Rioja directamente desde la botella (en Rock in Río se pulió un Marqués de Arienzo, como me confirma mi Cuate) y sacaba chicas bizarras al escenario, a provocar, haciendo sus poses de mantis religiosa, extremadamente delgado… Ahora que es un señor de media edad que luce tupé en la cabeza en vez de aquellos dread locks de corte rastafari que tan bien le quedaban, Farrell sigue siendo un crack. Y lo mejor es que, habiendo mantenido a Perkins y habiéndose reconciliado con su hermano, Navarro, al bajo han incorporado a todo un ex Guns and Roses, Duff McKagan, anunciando nuevo disco para febrero de 2011. ¿Han vuelto los Jane’s Addiction para quedarse? Lo mismo, además de cobrarnos una deuda pendiente, hemos asistido a toda una resurrección…

Y tras volver a ponernos púos de Coronitas, mojitos, vodkas, rones, pastelitos y dulzainas, después de asistir a una Capoeria y a una minibatucada brasileira, volvimos a la masa.

30.000 personas esperaban, como fieles y devotos seguidores de una religión, la aparición en escena de Zack de la Rocha y Tom Morello, los líderes indiscutibles de unos Rage Against The Machine que son el último testimonio vivo y en activo de un rock combativo, comprometido y transgresor, con sus consignas incendiarias y abrasadoras.

Bueno, vivo, vivo, lo que se dice vivo… tampoco. RATM llevan muchos años disueltos. Morello formó su “Audioslave” y De la Rocha se dedicó al activismo político y social. Han pasado más de diez años sin grabar un disco y sólo se juntan esporádicamente para dar conciertos como el del Rock in Río, paradójicamente, capital mundial de la música patrocinada por las grandes corporaciones tan criticadas e insultadas por los Rage.

Pero la vida es eso: pura contradicción. Y allí nos vimos, saltando y gritando como dementes, exudando Furia Contra La Máquina, disfrutando de los abrasadores clásicos de una banda que, en el escenario, demuestran una profesionalidad rayana en lo espartano, con un Zack que se deja la vida en cada canción y un Morello auténticamente desatado. Como si el tiempo no pasara por ellos. Para muchos, están desfasados y acabados. Para mí, siguen siendo la pura caña.

Tras el “Killing in the name”, con la camiseta de “Negra y criminal” empapada en sudor a pesar del frío reinante, agradecido al cielo porque no hubiera llovido en esas tres horas y satisfecho por haber estado allí, volvimos a nuestro retiro particular, a disfrutar de más mojitos desde la comodidad de una tumbonas que nos permitirían relajarnos, viendo y escuchando el potente y espectacular show de D.J. Tiesto.

Faltó, para mi gusto, otra macrobanda. Estos festivales se quedan cortos de contenido. Ni aquellas barbaridades de 14 horas seguidas de música, ni estas acomodaticias citas de tres horas, por mucho que haya “actividades y diversión” para todos. El Rock in Río se queda a mitad, pero hay que dar las gracias porque nos han permitido rescatar, a la vuelta de tanto tiempo, a algunos de los grupazos que forman parte de nuestra educación sentimental, política y musical.

La noche terminaría en un pueblo llamado San Martín de la Vega, próximos al amanecer, en un apartamento que nos permitiría descansar unas horas, antes de volver a una Granada de la que salimos veinte horas antes, en un nuevo, largo y fantástico On the road, de carácter músico/vital que nos permite encarar la definitiva Caída del Viejazo habiendo cumplido un sueño pendiente y disfrutando de esa especial, única y fantástica comunión que se crea en torno a la música, la carretera, los hoteles y los bares de carretera. Porque estar es (casi) tan importante como ir. Y volver.

Gracias a Jose y a Pepe por acompañarme en una jornada muy, muy especial y memorable que, a buen seguro, habrá ocasión de repetir. Y a todos los que, aunque sea desde lejos, nos habéis acompañado y seguido en esta microescapada.

Dejando a un lado las nostalgias y los Viejazos, reivindiquemos la vida activa, la vida móvil, la vida on the road. La vida en el alambre. Como decía el protagonista de la película “Man on wire”, hagamos de cada día una obra de arte. Sigamos, por tanto, adelante, siempre adelante.

Jesús Lens, muy, muy contento.

JAZZ EN LA COSTA: VEINTE +TRES

Recién llegados del Rock & Río, seguimos pensando en música. Buena música. La mejor. Ya tenemos el excitante programa de la edición 20+3 del singular, único y maravilloso Jazz en la Costa.

Aunque haga un frío del carajo, a 42 de mayo, ya podemos soñar con los acordes jazzísticos más deliciosos, para apenas dentro de un mes.

 

Programa AQUÍ.

Jesús Lens, con la música a otra parte.