MIÉRCOLES POÉTICOS: ANDRÉS CAICEDO

Hace unos días, me llamó Manolo Villar. Que tenía un libro para mí. Que me iba a encantar. De Andrés Caicedo. Un escritor colombiano que se suicidó a los 25 años, cuando se quedó sin nada que decir.

Pronto volveremos a él. Ahora, dejamos un par de poemas, en los Miércoles Poéticos aplazados un día por la huelga.

Puede ser una tarde con estrellas

La tarde se parece a mí

Soy un hombre melancólico

Soy un poeta.

Cuando tenía 12 años fui a mi primera

fiesta y fue cuando me tocó bailar por

primera vez en mi vida. Me fue muy mal.

No me cogió el paso. Me dijo: no le

cojo el paso y me dejó allí. Y yo fresco.

Pero ahora pienso

que si me hubiera cogido el paso ahora yo

sería bailarín y no poeta.

Hay gente que puede ser poeta y bailarín

al mismo tiempo.

Pero yo no puedo. Yo soy un hombre melancólico.

Puede ser la luna a mis espaldas.

— — —

Creo en fantasmas, vampiros y

en empleados públicos que una

mañana salen volando de su

casa porque soy un hombre

que cayó bajo el amor.

Cuando puedo veo cine y miro

gente desde buses, merced a

un sólo sentimiento:

la nostalgia y la tristeza.

Y fíjese que

digo uno.

Tengo 19 años y escribo cuentos

fantásticos.

Y ya le dije que creía en vampiros.

MÁS SERVICIOS MÍNIMOS

Aunque pasada la hora del telediario, ya se puede dar por concluida la huelga, seguimos de mínimo servicio y nos limitamos a recordar una frase de José Martí:

«El que tiene un derecho no obtiene el de violar el ajeno para mantener el suyo.»

Por cierto, esto es lo que no le perdonamos a ZP y es el motivo de seguir holgando…

No sólo saldrás de la Moncloa... es que les has hecho el trabajo sucio.

Más cosas de la huelga: decenas de pequeños comercios cierran por temor a que un piquetero exaltado les haga algún extravío irrecuperable. Mientras, decenas de policías velan porque las Grandes Superficies abran sus puertas sin contratiempos.

Justo sería, por unos días, no pisar esas grandes superficies y ayudar al pequeño comercio. Porque siempre ganan los mismos.

Jesús Lens, que vuelve a la huelga.

SERVICIOS MÍNIMOS

Amigos,  ¿os convencen estos Servicios Mínimos?

Lo mismo pensáis que no debería bromear con este tema, pero es que esta huelga, perdonad la simpleza del diagnóstico, es un CACHONDEO que no se la creen ni Toxo, ni Cándido, ni ZP. Ni yo. Aunque la secunde. Así que, echésmosle unas risas a la cosa. No nos queda otra…

Entre tanto, os recordamos que tenéis que leer a Frankie Machine, por favor. La novela de la temporada…

EL INVIERNO DE FRANKIE MACHINE

Hay personajes que, desde las primeras páginas del libro que protagonizan, se convierten en tus amigos. Amigos invisibles, por supuesto, pero reales. Muy reales. Tanto, que no los olvidarás nunca.

Frankie Machine, el protagonista de la última novela de Don Winslow, es uno de ellos. Desde el arranque de la novela, cuando conocemos la severa rutina de un popular microempresario de San Diego, desde que se levanta hasta que se acuesta, sabemos que ese Frank va a ser un tipo de ley, uno de esos personajes que, durante muchas páginas, van a ser más personas de carne y hueso que de mero papel.

Winslow nos enseña sus cartas desde el principio: quiere que amemos a Fran, incondicionalmente y sin fisuras. Por eso nos lo presenta perfectamente integrado en la sociedad, como un ciudadano modelo al que sus vecinos quieren, respetan y admiran. Un currante de tomo y lomo, un prócer de la comunidad, un filántropo que ayuda a quiénes más lo necesitan.

Pero esa presentación, cuando una tormenta anuncia la llegada de “El invierno de Frankie Machine” a San Diego, apenas ocupa un primer deslumbrante capítulo descriptivo-costumbrista que, sobre la marcha, dará el giro que todos esperamos en una novela de Don Winslow, autor de aquella memorable, celebrada y brutal “El poder del perro”, que glosamos con pasión.

Porque antes de ser el Ciudadano Fran, como pronto tendremos ocasión de comprobar, el protagonista de esta adictiva y espectacular novela fue Frankie Machine, letal, frío, leal y profesional, muy profesional. Una máquina… de matar, por supuesto. Al servicio de la mafia.

Ea. Ya está dicho. Mafia.

A ver. ¿Qué has pensado cuando has leído “mafia”? ¿Qué imagen se te ha venido a la cabeza?

Posiblemente, el fotograma de alguna película o uno de esos diálogos cinematográficos tan potentes que hoy ya forman parte de nuestro acervo cultural más integrado y aceptado: “Ten cerca a tus amigos, Michael, pero ten más cerca aún a tus enemigos”. Porque la mafia es algo que el cine nos ha hecho familiar, cercano, atractivo y glamouroso. La televisión, sin embargo, se encargó de poner en solfa dicha imagen idílica y shakesperiana de la mafia.

El tránsito fue: de la magnificencia de los Padrinos de Coppola a la desmitificación de los Casinos y los Good Fellas de Scorsese para llegar al exacerbado realismo de Los Soprano.

Y de todo ello bebe “El invierno de Frankie Machine”.

No sé si, dicho todo esto, habrá que añadir algo más. En una frase: “el autor de “El poder del perro” novela la mafia americana, desde los años 60 hasta la actualidad”.

¿Puede haber algo más atractivo para leer, a nada que te llame la atención lo negro y criminal? En realidad, aunque no te la llame, vas a disfrutar con la biografía de un personaje tan atractivo como singular al que, a buen seguro, no tardaremos mucho en ver en una pantalla de cine (*). O, si tenemos suerte, en una pantalla de televisión.

¡Ya veremos!

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

(*) Un sencillo googling nos señala que el proyecto de llevar a Frankie Machine al cine pasó de las manos de Scorsese a las de Michael Mann, grandes pesos pesados… 😉