LA EDAD DEL PERO

La columna del viernes en IDEAL, en clave adversativa: los peros ¿renuncia o conquista?

Tenía previsto que la columna de hoy estuviese dedicada a las declaraciones del Alcalde PP Torres acerca de la esencia granadina de nuestro flamante botellodrómo, pero se ha comentado tanto sobre el tema que, en realidad, ya cansa.


Ahí está. ¿Lo han visto? El pero. Ya salió. Y es que, de un tiempo a esta parte, los “peros” forman parte esencial del discurso de buena parte de la generación de los treinta y tantos y siguientes: “Iba a pedir un chuletón, pero tengo el colesterol disparado y, por tanto, pedí una ensalada.”

Una muestra inequívoca de que el paso del tiempo se va cebando en nosotros viene dada por la profusión de peros que se instalan en nuestros discursos y actuaciones. No conozco ningún libro de autoayuda o de desarrollo directivo en que se hable de ello, pero, pasada una edad, uno de los factores más importantes en la toma de nuestras decisiones viene dado por una conjunción adversativa.


La ensalada devoracolesterol. Muy sana, pero aterradoramente aburrida

Cuando éramos jóvenes, las cosas se pensaban y se hacían. Y punto. Las declaraciones del alcalde, por ejemplo, serían una patochada como un botellódromo de grandes, resultarían ridículas, reduccionistas, catetas y cortas de miras. Serían una memez de intensidad cercana al coma etílico. Y punto. Así lo pensaríamos y así lo escribiríamos, proclamándolo a los cuatro vientos.

A los treinta y tantos, sin embargo, todo es susceptible de matización. Ya no hay verdades universales. “Yo soy de izquierdas, pero como la educación pública está hecha un asco, llevo a mis hijos a un colegio no sólo privado, sino exclusivo.” Porque si todo es matizable, todo es justificable. “Yo soy pacifista, pero hay veces en que la guerra es inevitable”. Así, los “peros” podrían tener una doble dimensión, como me dice una buena amiga: son el símbolo de una derrota ideológica, pero también se pueden entender como signo de una victoria en pequeñas batallas pragmáticas.

Cuando éramos jóvenes e inocentes había verdades absolutas e incuestionables. “No a la pena de muerte”. Pero, claro, cuando te encuentras con casos como el de Mari Luz, las cosas ya no están tan claras. Vamos creciendo y nos convertimos, teóricamente, en seres intelectuales y reflexivos. Y surge la teoría del ByN: entre el blanco y el negro hay una infinita gama de grises. “Yo defiendo la sanidad pública, pero tengo un seguro privado, que no me gustan las colas ni las salas de espera”. Somos ecologistas, nos preocupa el medio ambiente y estamos aterrados ante el cambio climático, pero necesitamos temperaturas de 22 grados en plena canícula de agosto para lucir con orgullo las corbatas de Hermès, que hay que ver esos jóvenes desarrapados, que lo van enseñando todo.


Pero, ¿saben lo que realmente me aterra? Que sean los jóvenes los que utilicen la preposición de marras: Yo no soy racista, pero hay demasiados inmigrantes. Yo no soy machista, pero ojito a quién miras. Eso sí que es triste y preocupante.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

BIENVENIDOS AL HAY FESTIVAL

Dejamos el artículo que publicamos hoy en IDEAL, en la sección Vivir, sobre la llegada del Hay Festival a Granada.

Hoy comienzan las actividades del Hay Festival, en su edición granadina, una cita que llenará la Alhambra y sus alrededores de diálogos, charlas y conversaciones. Una cita que ha levantado una notable expectación, tras el éxito cosechado en su versión original galesa así como en las ediciones segoviana y colombiana del mismo.

A lo largo de los próximos días, personalidades como Umberto Eco, Jon Lee Anderson, Boris Spassky, Paul Preston, Juan Goytisolo, Fadia Faquir o Radwa Ashour utilizarán la palabra como instrumento para el intercambio de opiniones y pareceres y para la generación de ideas, de forma que el mundo nos resulte un poco más cercano y más comprensible.

La nómina de invitados a participar en el Hay Festival granadino es tan extensa como completa y poliédrica. Personalmente, además de escuchar a los popes consagrados, me encantaría asistir a la charla con Najat El Hachmi, cuya novela “El último patriarca”, galardonada con el premio Ramón Llul de las Letras Catalanas, promete dar que hablar, no en vano toca el tema de la inmigración desde un punto de vista muy personal.

Las dudas que suscita el Hay Festival, más allá de las temáticas elegidas para las charlas y coloquios, vienen dadas por dos cuestiones de orden práctico. La primera: ¿estará dispuesta la gente a pagar por asistir a estos diálogos? En Granada, el paraíso de la tapa obligatoria y gratuita, capital de la concurrencia de variados y variopintos actos culturales diarios, el gratis total está bien interiorizado entre la ciudadanía, oriunda y de adopción. Aún así, parece que el ritmo de venta de entradas es bueno y que habrá llenos clamorosos en varias de las citas.

El segundo problema, de carácter logístico, apela a la pereza que podría embargar a los potenciales escuchadores de las tertulias, a la hora de desplazarse hasta la Alhambra y sus aledaños. ¿Cómo funcionará el transporte público? ¿Cómo andará de plazas el párking?

Además, el Hay Festival tendrá que luchar contra ese ombliguismo militante, empobrecedor y reduccionista, que entiende que la organización del Festival ha ninguneado a los creadores y artistas de la tierra y, especialmente, a la Universidad de Granada, al traer a un buen número de ponentes foráneos y apenas dar cancha a los pensadores locales.

Es curioso y llamativo que, cada vez que se organiza en Granada algún evento cultural con amplitud de miras y vocación de largo alcance, aparezcan voces críticas que echan de menos un carácter más local e introspectivo del mismo. ¡Qué empeño, el de que sean siempre todos y los mismos, los encargados de disertar, hablar, actuar e interpretar en Granada!

Podíamos leer ayer martes, en las páginas de Opinión de este periódico, un artículo en que se criticaba el hecho de que, para hablar de Ayala, vengan personalidades distintas a las que participaron en el primer congreso y homenaje que se tributó en Granada al centenario escritor. ¿Por qué se supone que eso es negativo y criticable? ¿Qué tiene de malo que voces distintas a las habituales expresen sus puntos de vista sobre la obra del escritor? El sentimiento patrimonialista de la cultura granadina siempre me ha resultado incomprensible. Como si fuese necesario tener una patente de corso, una licencia exclusivista para hablar de según qué temas.

Y resulta especialmente llamativo este tipo de críticas cuando en este Hay Festival van a participar algunos de los más reputados y señeros intelectuales y artistas granadinos y otras personalidades afincadas en nuestra ciudad, de Luis García Montero y Jerónimo Paez a Enrique Morente, Chris Stewart o un conjunto de poetas entre quienes se encuentran Daniel Rodríguez Moya o Fernando Valverde.

Comienza hoy, por tanto, un Festival distinto y a contracorriente. Un Festival que apuesta por la calidad de contenidos y que, a través de los diálogos y la confrontación de puntos de vista diferentes, aboga por erradicar ese pensamiento único, tan propio de los monólogos unidireccionales a que, por desgracia, estamos acostumbrados.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

PD.- Entrevista con Peter Florence, responsable del certamen.