HERIDAS PERMANENTES

Entre las cosas buenas que tiene la globalización está el que las distancias cada vez son más pequeñas y los intercambios personales y profesionales, cada vez más estrechos. Así, en un mundo globalizado, Jon Aldekoa, agente de la Erztaintza, puede trasladarse a Nueva York en un programa de intercambio con el departamento de policía de una de esas ciudades que son mundos en si mismas.


Y en los meses que Jon pasará en NYC se producirán dos series distintas de asesinatos. Por un lado, mujeres. Por otro, ex combatientes. Un bautismo de fuego de lo más enigmático… y sangriento.


A través de los ojos de Jon, nos damos de bruces con esa realidad mestiza y multicultural que resulta inherente a los EE.UU. en general y a Nueva York en particular: un policía de origen irlandés al que le toca como compañero un afroamericano y un vasco que trabajará con un hispano. En unas calles siempre complicadas, eso sí.

Lo bueno de que llegue una persona de fuera a un ambiente cerrado es que aporta una visión nueva, una perspectiva diferente. Y de esa manera, a través de los ojos de Jon, asistimos como espectadores privilegiados a los entresijos de una sociedad de la que, en teoría, lo sabemos todo.


Y es que ese punto de vista, llamémosle virgen, sirve para cuestionar desde los métodos de investigación hasta distintos aspectos de una sociedad muy contradictoria. Una sociedad que, en el arranque del siglo XXI, vive sumida en el miedo y el terror, algo de lo que la figura del asesino en serie es el mejor reflejo.

Además, los EE.UU. viven en una situación de guerra. Porque lo de Irak, aunque esté a miles de kilómetros de distancia, afecta de forma muy directa a un amplio sector de la población estadounidense, como “Heridas permanentes”, publicado por la editorial Tropismos, se encarga de contar.

Y todo ello, a través de una prosa muy bien elaborada, directa y clara, que José Javier Abasolo siempre apunta al meollo de una historia actual, moderna y repleta de matices y guiños a la actualidad más rabiosa de un mundo complejo en el que el efecto mariposa alcanza tintes que pueden llegar a ser de lo más sorprendentes.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

LITERATURA DE VIAJES: UN ENCUENTRO CON EL OTRO

Sobre el encuentro de Jerónimo Páez y Goytisolo en el marco del Hay Festival, publicamos estas escuetas palabras:

Una cuatrocientas personas siguieron con enorme interés el diálogo que, sobre las relaciones entre España y el mundo islámico, mantuvieron Jerónimo Páez y Juan Goytisolo. Una charla en que se reivindicó la necesidad de una alianza de valores comunes entre los países de las dos orillas del Mediterráneo, así como la de una decidida política europea de paz para Oriente Medio. Igualmente se defendió la esencia mestiza y transcultural de una España que es herencia de múltiples civilizaciones e influencias y que, a su vez, ha sido vehículo de transmisión de ideas, culturas y pensamientos.


Y es que la entrevista que le hizo IDEAL a Goytisolo fue de lo más jugosa.

Así que dejamos lo que publicamos ayer sábado en el periódico sobre la cordial charla acerca de la literatura de viajes del viernes noche…

Paisajes, monumentos, historia, gastronomía, cultura… De todo eso tiene que hablar un buen libro de viajes. ¡Por supuesto que sí! Pero la mejor literatura nómada, la que está llamada a trascender, siempre tiende al encuentro con el otro. Con el que es distinto. Con el que es diferente.


Al menos, así lo entienden Tahir Shah, Chris Stewart y Michael Jacobs, los tres contertulios que, en el marco del Hay Festival, disertaron anoche sobre uno de los géneros literarios más famosos, populares y reconocidos. “En los tiempos de Internet, cuando lo que pasa en el mundo lo podemos ver en la televisión en directo, ¿para qué servimos los escritores de viajes?”, se preguntaba Stewart, muy conocido por su recreación de su vida en las Alpujarras. Y él mismo se contestaba: “Aunque tenemos mucha información, también hay una enorme incomprensión. Por eso, la mejor literatura es la que describe a las personas como seres humanos”. Y los aplausos cosechados entre el público por esta afirmación demuestran que sí, que el factor humano es siempre el más importante a la hora de contar historias.

Brillantemente introducidos por Juan Antonio Díaz, a lo largo de una hora que se pasó en un suspiro, los tres escritores dialogaron en un ambiente de desenfadada cordialidad acerca de libros, viajes y experiencias, de exilios, regresos, aventuras y encuentros; para deleite de los aproximadamente dos centenares de oyentes que se dieron cita en el muy acogedor y apropiadamente elegido para la ocasión Carmen de los Mártires.

Para Tahir Shah, un anglo-paquistaní que reside en Casablanca, estar en Granada es un privilegio. “Porque esto es como un pedazo de Marruecos y los escritores de viajes, lo que realmente hacemos es tender puentes entre culturas. Lo que yo persigo es que en el Este se conozca el Oeste y viceversa.” La literatura como vehículo de conocimiento, de descubrimiento.

Para Jacobs, además, al escribir un relato de viajes se trata de hacer una recreación, con un punto de nostalgia, del periplo ya terminado. Se trata de revivirlo, de regurgitar las sensaciones, de volver a disfrutar de la experiencia. “Pero de una forma más cómoda y sencilla”, ironiza Stewart.

“¡Y sin aburrir!”, proclama Tahir. “Porque leer cuarenta páginas en que se describe el desayuno que el autor se tomó en un hotelito, no tiene sentido”. Y ahí es dónde radica el problema de un género literario que, por su propia naturaleza, ha de ser mestizo, mezclando la autobiografía con la novela y la ficción.

En lo que coinciden los tres contertulios es en que lo más importante para un autor es viajar con los ojos bien abiertos, los oídos preparados y los sentidos alerta. Es necesario tener una importante capacidad de observación de todo lo que ocurre alrededor del viajero. En ese sentido, para Shah no hay nada cómo sentarse en un café y dejar que la vida fluya a su alrededor, hablar con la gente, ver, mirar e impregnarse de la magia del ambiente. O, como señaló Jacobs, parafraseando a Azorín: “capturar la realidad poética de las personas y los lugares, huyendo del estereotipo, yendo más allá de lo aparente.”

¿Y por qué viajamos? Más sencillo aún. ¿Por qué les gusta tanto a los lectores este género literario? “Porque nos permite escapar. A ellos y a nosotros”. El viaje como huída fue también reconocido como una fórmula válida; como reivindicación del cambio, del exilio voluntario y, porque no, de la aventura. Porque viajar genera adicción, como señaló Jacobs.

Pero este género literario también puede provocar suspicacias. Por ejemplo, una persona del público hizo referencia a la ofensa que puede provocar una descripción errónea hecha por el autor. Los tres contertulios coincidieron en afirmar que, efectivamente, y aún cuando sólo pretendas mostrar la cara más amable de una persona, de una familia o de una cultura; es posible que se produzcan este tipo de malentendidos que, por otra parte, todo escritor debe estar dispuesto a asumir.

Otra cuestión polémica: ¿es lícito que un escritor de viajes, antes de emprender el periplo que después pretende contar, se empape de otros libros y se estudie la historia, geografía, costumbres y demás del lugar que va a visitar? ¿No es una especie de trampa al lector? Igualmente, la respuesta es bastante homogénea: “No. En ningún caso.” Porque el buen escritor, lo que debe hacer, es contar de la forma más ágil posible su propio viaje, dejando constancia de sus encuentros y sus sensaciones. Se trata de generar empatía y, después, de transmitirla, de una forma personal y única.

Lo importante es entusiasmar al lector y tener la capacidad de hacerle sentir lo mismo que el viajero, a través de una narración que transmita esos olores y sabores exóticos, que sea capaz de hacer entendibles los diálogos en idiomas extranjeros y, sobre todo, que permita interpretar esas realidades ajenas que son las que han suscitado la curiosidad del lector y le han llevado a comprar, precisamente, ese concreto libro de viajes que tiene entre sus manos.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

¡VIVA EL MESTIZAJE!

Venimos del Hay Festival, donde Sacai y yo hemos estado con El Pinar, MagoMigue y Olga, disfrutando de la charla de Jerónimo Páez con Juan Goytisolo. Entre otras cosas, han hablado de la España mestiza, mezcla de sangres, razas, colores, culturas y civilizaciones.


Y eso gritamos esta tarde. Que sí. ¡Que viva el mestizaje!

Foto cortesía de Néfer.