Mala mar de fondo

Tengo ganas de conocer las razones, excusas o justificaciones que aducirán los responsables de la decisión de no renovar el contrato de Sara Navarro como directora gerente del Centro Lorca. (Lean aquí la información de Pablo Rodríguez). Hace dos años, su nombramiento era saludado con alborozo entre la Granada cultural. Al menos, entre quienes no soñaban con estar al frente de la controvertida institución. Su curriculum y experiencia no dejaban lugar a las dudas: era una crack.

Durante su mandato, Navarro comunicó a los integrantes del Consorcio Lorca las carencias que había detectado en el Centro y las necesidades para su correcto funcionamiento. Lo hizo de forma discreta y de puertas para adentro, sin levantar la voz. Ahora está fuera, sin que sea obligatorio inferir una directa relación causa-efecto.

Insisto: quiero conocer el porqué de esta decisión antes de opinar. Teniendo en cuenta que más de la mitad del mandato de Navarro se ha consumido en convivencia con una pandemia mundial que lo puso todo entre bocarriba y patas abajo, serán razones de peso. También tengo mucha curiosidad por saber quien la sustituirá y a través de qué procedimiento. Y en qué plazos.

Así las cosas, ya tenemos otra institución granadina con mandato en funciones. Como el Parque de las Ciencias, donde una esforzada Cristina González también está ejerciendo como directora en un interminable interregno que nadie sabe cuándo ni cómo terminará. Es lo que tienen estos tiempos extraños en que uno se cruza con gente en mitad de una escalera y no sabe si sube o baja; si entra o sale. Ni si pegará un portazo al marcharse.

¡Otro lío, pues! Para una semana tranquila que estábamos teniendo con lo del 2+2… Nuestros políticos locales permanecen agazapados, a la espera de los resultados de la Guerra de Madrid. Ellos también hacen lo posible por no cruzarse con sus ex en los bares. Algo complicado, que esto no es el Foro precisamente. De hecho, no se quieren ver en los bares ni fuera de ellos. ¡Al enemigo ni agua! Se me acaba el espacio y aún no les he hablado de lo que quería hablarles: la sugestiva, tronchante y reflexiva poesía visual de Alfonso Salazar expuesta en la Corrala de Santiago.

Se termina a final de mes, así que ya voy tarde con esta recomendación. La muestra no tiene desperdicio. Es irónica, sardónica, ácida, sarcástica y demás adjetivos esdrújulos, siempre que sean del mismo jaez. Asómense sin dilación. La disfrutarán.

Jesús Lens