LOS LIBROS DEL SIGLO XXI

La columna de hoy de IDEAL. ¿El futuro de los libros? ¿Existe?

Seguro que dentro de unos años, cuando el libro electrónico se haya impuesto mayoritariamente entre los lectores que en el mundo queden, alguien me reprocha estas palabras, pero me preocupa que su popularización conlleva una grave amenaza para la literatura: el empobrecimiento de los contenidos.

No sé si habéis visto la publicidad que les acompaña: los nuevos libros electrónicos vienen, de serie, cargados con mil títulos imprescindibles de la historia de la literatura universal. ¡Toma ya! Mil títulos esenciales que todos deberíamos haber leído. Ahora bien, si son esenciales, ¿no deberíamos haberlos leído ya? Si tan imprescindibles resultan, ¿no deberíamos tenerlos todos en casa, en nuestros despachos y bibliotecas, subrayados, estudiados y anotados?

Pero más allá del cínico y falsario reclamo de esos clásicos que en este país no son leídos ni por buena parte de los profesores que luego critican los estragos de la LOGSE y el bajo nivel del alumnado, el miedo que me da la popularización del libro electrónico es que termine afectando a la literatura de forma parecida a lo que ha pasado con la música: bien entrado el siglo XXI, los más vendidos siguen siendo los Beatles y demás grupos y artistas del año de la polka. La aniquilación y desmantelamiento que la piratería ha hecho con la industria musical habrá sido muy libertaria y subversiva, pero que alguien me diga qué novedades reseñables nos han deparado los primeros diez años del siglo y qué nuevos talentos musicales quedarán para la futura historia de la música.

Con la literatura corremos el mismo peligro. Como nos descuidemos, a la vuelta de unos años estaremos leyendo a Pérez Reverte, a Dan Brown… y al vecino de escalera o al compadre del bar, que meritoriamente se habrán autoeditado una novelilla o unos cuentos y, a cambio de unas cañas, descargan su libro en tu E-book, dándole al Bluetooth mientras se zampan un pincho de tortilla.

Sin buenos editores que separen el grano de la paja, sin sabios libreros con buen olfato para detectar las trufas entre el cieno, la sobreoferta literaria unida a la imposibilidad de una crítica consistente hará que sólo vendan los de siempre y que los nuevos talentos emergentes queden sepultados por los cientos de miles de libros que, no ocupando espacio y apenas costando dinero, se pelearán por ocupar la memoria de los libros electrónicos de los lectores.

Ojo, que no soy un ludita que quiera acabar con los avances tecnológicos o un romántico incurable enamorado del papel. Que también. Sólo digo que el sector del libro sigue anclado en dinámicas del siglo XIX y que ese Libranda que está llegando no va a ser la respuesta. Me siento orgulloso, como granadino, de que haya sido el Papyre de Grammata, el primer libro electrónico en salir al mercado y hacerse con parte del pastel, pero me temo que, de aquí en adelante, vamos a asistir a un notable empobrecimiento de la variedad y la calidad de la literatura que se pondrá frente a nuestros ojos.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.