Los cielos cabizbajos

¡Qué pedazo de disco! Es una joya repleta de matices y texturas sonoras y poéticas. ¡Cómo duele escucharlo, también! ¿Puede ser dolorosa la belleza? ¿Trágica? ¿Cruel?

Sí que puede. De hecho, lo comprobarán cuando oigan las 12 canciones que componen ‘Los cielos cabizbajos’, el imprescindible nuevo disco de Lagartija Nick con los temas escritos, compuestos y apuntados por Jesús Arias antes de morir por culpa de una cruel y jodida neumonía.

Llevo escuchando ‘Los cielos cabizbajos’, en bucle, varios días. Resulta imposible aprehender todo lo que contiene en una o dos escuchas aceleradas. Desde que Eric Jiménez nos pinchó ‘Sarajevo’, ‘Somalia’ o ‘Buenos días Hiroshima’ en una memorable noche del pasado verano; tengo estos temas metidos en la cabeza, rayándome sin parar.

He comprado la edición del disco que viene con el libro que documenta los diarios de Jesús Arias. Es un compendio de la magna obra que publicó La Madraza de la UGR hace unos meses, una guía de escucha del disco. Es un lujo poder adentrarnos en el interior del proceso creativo de mentes tan prodigiosas como las de los hermanos Arias gracias a un proyecto editorial entre lo didáctico y lo memorialístico.

Un libro que se abre con una cita de Val del Omar: ‘El hombre trazaba ruidos y miedos en los muros. El ruido nos introduce en un bosque primitivo’. Como escribe Ángel Arias en el Proemio del libro: ‘Es cierto que el ruido nos introduce en un bosque primitivo: un bosque donde crece, frondosa, una vegetación compuesta de seguiriyas con forma de motosierra que buscan a Jesús para poder hundirse tranquilas’.

¡Uf! Vuelve a sonar la canción dedicada al bombardeo de Guernika. ‘Gritos de niños al morir / Gritos de pájaros sin fin / Gritos de flores sobre el mar / En el silencio más letal / Han volado una ciudad’. Insisto: ¿cómo puede ser tan hermosa, tan dolorosa, la belleza? Los arreglos de David Montañés, la batería de Eric, las guitarras, el bajo, la voz de Antonio, el coro y la orquesta de la UGR… ¡Qué rara luz! ¡Qué deslumbrante! ¡Qué cegadora! ¡Qué emocionante!

Jesús Lens