LIBROS & NEGOCIOS

Hoy, Día del Libro, queremos dedicar esta columna, que publicamos ayer en IDEAL, a mi amigo Jorge, que tuvo la dicha de nacer tal día como hoy de hace, ya, un puñado de años.

 

Felicidades, chalao.

 

El pasado sábado, tras la presentación de «La casa de los siete pecados», tuve la ocasión de compartir una cerveza con su autora, Mari Pau Domínguez, y su marido, Paco Lobatón, el mejor embajador de la obra de la ganadora de la primera edición del Premio CajaGRANADA de Novela Histórica. Decía el conocido periodista televisivo que, si nos había gustado la historia de la Casa de las Siete Chimeneas, no dejáramos de leer la anterior novela de Mari Pau, «El diamante de la reina», que también versaba sobre Felipe II y su relación con Isabel de Valois.

 

Dado que, por la tarde, Mari Pau estaría dos horas firmando ejemplares de sus novelas en la caseta correspondiente de la Feria del Libro, busqué con ahínco la referida «El diamante de la reina». De forma infructuosa. No se encontraba en ninguna de las casetas ni tampoco en la librería del gran centro comercial aledaño a Puerta Real. De hecho, uno de los libreros me dijo que sí lo tenía, tanto en la edición de bolsillo como en la de tapa dura. Pero en la tienda, no en la caseta. Por tanto, yo me quedé sin el Diamante dedicado y él sin un libro vendido.

 

El domingo, con la presentación de la muy prometedora «Contrarreloj», me pasó lo mismo: ni un ejemplar de cualquiera de las anteriores novelas de su autor, Eugenio Fuentes. Eso sí, los Larsson y las distintas entregas de la saga Crepúsculo, estaban en las casetas de todas las librerías, síntoma inequívocamente revelador de esta cultura uniforme, conformista y carente de toda imaginación que nos invade.

 

Parece que la crisis está siendo benevolente con el sector del libro, considerado un valor refugio por los gurús de la cosa empresarial, dado que, por muy poco dinero, entretiene un montón y retiene a la gente en casa, ahorrándole incurrir en los inevitables gastos que lleva aparejado el salir del hogar. Sin embargo, cada vez cierran más librerías. Lo que, sinceramente, no es de extrañar, con ejemplos como los antedichos. Y eso que la piratería no se ceba especialmente con el papel impreso.

 

Otro ejemplo: tras regalarle a Obama, en público y ante las cámaras de televisión de todo el mundo, un ejemplar de «Las venas abiertas de América Latina», Chaves consiguió que, en apenas unas horas, el clásico e imprescindible libro de Eduardo Galeano se encaramara en el número tres de ventas de Amazon. Preguntado en diez de las casetas de la Feria, siete de ellas ni sabían, ni contestaban; en una estaba agotado y sólo dos lo tenían disponible.

 

Es verdad que Internet puede ser un sistema frío y desapasionado para la venta de un objeto tan cálido y táctil como es el libro, pero, o los libreros se ponen las pilas y le echan imaginación a su negocio, o la parte de la tarta que se comerá la distribución a través de la web será cada vez más grande. Inevitablemente.

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.