Libremos hoy

Hoy toca librar, que para algo es el Día de las Librerías. Hoy toca pasar por alguna de nuestras librerías favoritas… y comprar algo. A ser posible, uno o varios libros, por supuesto.

No es una tautología, recomendarles comprar libros en las librerías. En algunas empieza a pasar como en los cines, que hacen más caja con las palomitas y los refrescos que con la propia taquilla. Funkos y muñecotes, agendas de todos los colores y merchandising de diversas sagas ocupan tanto o más espacio que los propios libros. Lo que no es ni bueno ni malo, sino todo lo contrario.

Dense una vuelta por su librería favorita y, además de comprar un libro o un cómic que le apetezca leer, compre otro para regalar a alguien especial. Aproveche para dedicárselo con cariño. ¡Con lo complicado que es eso de volver a escribir a mano!

Hoy hay actos culturales variados en las librerías, de charlas y presentaciones a conciertos, cuentacuentos, lecturas y un largo etcétera. ¡Qué gran día habría sido, también, para reunir a los Clubes de Lectura en torno a una buena tertulia libresca!

Cuando chapa una librería histórica y emblemática, todo son llantos, lamentos, suspiros y crujir de dientes. Eso, a los libreros que se ven obligados a cerrar las puertas de su establecimiento les puede insuflar ánimos y embargarles de emoción, pero poco más. Con esto pasa como con lo de votar: para evitarnos las manifestaciones del lunes frente al Ayuntamiento para protestar por el auge de la ultraderecha, la mejor estrategia es acudir a votar el domingo.

Nos gustan las librerías. Son establecimientos con alma, lugares que hacen mejor nuestra vida. Nos gusta que abran sus puertas y tener ocasión de charlar con las libreras y los libreros, comentar nuestras últimas lecturas y pedirles consejo. No hay mejor algoritmo que el conocimiento y la experiencia de un buen librero.

Para que las librerías sigan cumpliendo con su imprescindible labor de descubrirnos tramas imposibles, presentarnos a personajes inolvidables, conducirnos a paisajes inexplorados y hacernos soñar con mundos desconocidos; sigamos visitándolas y compremos allí nuestros libros.

Jesús Lens