La madrastra y el presidente

Comienza mi artículo de IDEAL señalando que no es solo que lo sienta por Águeda, la árbitra agredida; es que la noticia me provoca una rabia, una indignación y una impotencia descomunales. 

 

Ya saben ustedes de lo que hablo, ¿verdad? El pasado fin de semana, una energúmena insultó y agredió a una árbitra, tras un partido de fútbol de categoría juvenil. Por lo visto, la señora en cuestión es la madrastra de uno de los chavales que disputó el partido. 

 

Y ahí es a donde quería yo llegar: al muchacho. ¿Qué habrá sentido, al ver que la persona encargada de su educación zarandea violentamente a una chica de dieciocho años por una disputa futbolística, después de insultarla? ¿En qué manos está ese joven?

 

¿Y qué me dicen del papel del presidente del club supuestamente perjudicado por la árbitra del partido? Ahora ha pedido perdón, pero tras dirigirle una andanada de palabras gruesas y malsonantes, terminó concluyendo que estas cosas pasan por dejar que una mujer haga el trabajo de un hombre. Que una chica no puede ser árbitro… ¡Ahí, con un par!  

 

Espero que a semejante espécimen le abran expediente y le inhabiliten de por vida. ¿Cómo puede un tipo así ser el máximo responsable de un club deportivo en el que juegan al fútbol un puñado de jóvenes? Es de todo punto inadmisible.

 

Cada vez que se producen situaciones como esta, nos cuestionamos la desmesura que ha alcanzado el fenómeno del fútbol, ya desde las edades más tempranas. Hay familias que educan a sus hijos como si fueran pequeños Ronaldos llamados a marcar goles decisivos, a ganar Copas de Europa y, por supuesto, a firmar contratos millonarios. 

 

Familias con un nivel de exigencia por el deporte tal que olvidan cualquier otro aspecto de la formación de los niños. Padres que, siguiendo esa terrible lógica, van a los partidos de sus hijos como el que va a la guerra: vencer o morir. 

 

Y así, pasa lo que pasa: insultos, broncas, peleas y agresiones. ¡Qué lástima, cómo pervierten los valores del deporte, arrastrándolo por el barro y condenando a los chavales a no disfrutar de algo que debería ser sano, divertido y natural!  

 

Jesús Lens

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