La comarca de ‘Intemperie’

Hace ahora dos veranos, mi Cuate Pepe y yo pusimos rumbo a la Zona Norte de Granada. Era el primer verano que pasaba en bermudas, viajando por toda nuestra provincia para ver, oír y contar todo lo que me saliera al paso.

Era viernes por la tarde y en Orce nos cayó el diluvio universal. Además, a pique estuvimos de no encontrar alojamiento: el equipo de rodaje de la película ‘Intemperie’ copaba buena parte del hospedaje de la comarca.

El otro día, viendo la película de Benito Zambrano, creí volver a contemplar aquel cielo tormentoso que nos sorprendió en nuestro viaje. Ocurre casi al final de la cinta, cuando el firmamento se llena de metafóricos truenos y relámpagos.

¿Han visto ustedes ‘Intemperie’? Disfrutarla en lo más duro de la ola de calor que nos abrasó la pasada semana tiene algo de justicia poética. De hecho, ya me pasó con la lectura de la novela de Jesús Carrasco en que está basada, que la leí de una o dos sentadas en otro ardiente día de verano, sentado sobre el pedregal de la playa de la Chucha.

La novela nos hablaba de una comarca azotada por un calor inclemente, fuera del tiempo y del espacio. La ‘Intemperie’ película sí nos sitúa en una comarca concreta, la Zona Norte de Granada, y en un año determinado: 1947, con las heridas de la Guerra Civil y la dura posguerra todavía a flor de piel. Un niño huye de un cortijo. El capataz sale en su busca después de movilizar a algunos de sus hombres. Lo que ocurre a partir de ahí es un western de ley en el que el personaje de Luis Tosar se convierte en un trasunto del mismísimo William Munny de ‘Sin perdón’.

Pero yo les quería hablar del paisaje. De la escenografía. De esos barrancos y quebradas. De las cuevas, las ventas y los cortijos. De los caminos. De lo austero y despojado de una puesta en escena que se convierte en parte consustancial de la trama. Porque en el western, la tierra es esencial. Tierra seca y polvo asfixiante. Y están los pozos, oasis sin palmeras verdes, pero que dan la vida. Aunque también pueden quitarla.

Granada es, también, tierra de cine. Vean ‘Intemperie’, déjense llevar por sus poderosas imágenes y después, cuando les encarte, vayan a Orce, Galera, Huéscar y Puebla de Don Fadrique; escenarios del rodaje. Yo ya ardo por volver.

Jesús Lens