La cansinez de los mensajes huecos

Resulta extremadamente doloroso asomarse a las cifras de paro y desempleo recién publicadas. Una vez más se han cebado con Granada. Un dato demoledor: Granada es la segunda provincia española, detrás de Jaén, con más tasa de parados: un 24,24%.

Ante este panorama, los sindicatos CCOO, UGT y CSIF reclamaron por “la necesidad de abordar un cambio en el modelo productivo, que otorgue más peso a la ciencia y la industria para evitar que la provincia dependa del sector servicios”, tal y como nos contaba Javier Morales.

Cambio-de-modelo-productivo. Desde que tengo uso de razón económica vengo escuchando, leyendo y escribiendo, en blanco y en negro, lo del cambio de modelo productivo. Les propongo un sencillo ejercicio práctico: háganse un googling con esas cuatro palabras. Lo mismo dará que las apliquen a Granada, Andalucía o al resto de España. Es la muletilla habitual de los políticos del más variado pelaje. Lo mismo da que sean de izquierdas o de derechas. Rojos o azules. Altos o bajos. La solución siempre es el cambio de modelo productivo.

El cambio de modelo productivo lo reclaman, también, todo tipo de Observatorios, Consejos Consultivos y Consejos Sociales. Los Informes de coyuntura de las más variadas instituciones y los memorandos de geoestrategia del futuro por venir.

Entiéndanme bien: yo también abogo por el cambio de modelo productivo, faltaría más. De hecho, he escrito las palabritas de marras hasta la saciedad, para variar. Las he citado al reivindicar la cultura como motor de desarrollo (otros tres palabros que todo político debe esculpir en bronce en sus discursos), de las canalizaciones de Rules, del acelerador de partículas, de la UGR o del PTS.

Lo que no entiendo es cómo, después de tanto hablar y escribir sobre ello, sigamos con estos pelos, en plan lampedusiano radical, cambiándolo todo para que todo siga igual, con los centros urbanos y los barrios históricos más gentrificados que nunca.

Me acuerdo, ahora, de aquellos 10 millones de euros de fondos europeos del programa ‘Enclave de empleo’ que devolvió el Ayuntamiento de Granada, con la excusa de que así lo aconsejaban los técnicos municipales, incapaces de darles salida y ponerlos en producción. Lo mismo por ahí, por la formación, podría empezar el tan ansiado y cacaraeado cambio de modelo productivo, cuatro palabras que, con un 25% de parados en Granada, deberían sacar los colores a nuestros políticos y representantes institucionales.

Jesús Lens