Frialdad intolerable

Mi artículo de hoy, en IDEAL, comienza así: lean, lean ustedes “Los surcos del azar”, por ejemplo. Se trata de un tebeo de Paco Roca que cuenta la historia de Miguel Ruiz, un republicano español exiliado en Francia.

Los surcos del azar

Lean “Herejes”, de Leonardo Padura, en la que se cuenta la historia del barco S.S. Saint Louis que, en 1939, permaneció varios días fondeado frente a La Habana. Y si no tienen ganas de leer, vean la película “El viaje de los malditos”, que cuenta la misma historia, aunque de forma completamente distinta.

herejes padura

Leer historias del pasado, aunque sea del pasado reciente, suele hacer que nos llevemos las manos a la cabeza. ¿Cómo pudieron ser los franceses tan crueles y despiadados con los españoles que huían de las tropas franquistas? ¿Cómo pudieron tratarlos tan mal, encerrándolos en campos de concentración?

¿Y qué me dicen de aquellos cerca de 1.000 judíos que habían escapado de Hitler y a los que no dejaron desembarcar en Cuba, obligándoles a volver a la Alemania nazi en la que les esperaba la más cruel de las muertes? ¿No es algo inconcebible, nauseabundo y repugnante?

Dentro de tres, cinco, diez o cincuenta años, habrá escritores y cineastas que cuenten el conocido como Drama de los Refugiados, y los ciudadanos que lean sus novelas o vean sus películas, sentirán el mismo asco, impotencia e incomprensión que experimentamos nosotros con estas historias de la II Guerra Mundial.

Los surcos del azar humillación

Ahora, sin embargo, por muchas imágenes que vemos en los medios de comunicación, el tema de los refugiados nos deja fríos. Como ese otro drama, al que ya hace años que nos acostumbramos: el de la inmigración.

Resulta sintomático que, cuanto mayor énfasis ponemos en el lenguaje -con el DRAMA DE… se nos llena la boca-, menos esfuerzo hacemos por revertir la situación. Al menos, por intentarlo. O por presionar a los que podrían hacer algo realmente útil.

Sí. Es una situación muy compleja. Por supuesto. Pero busquen información sobre los Niños de Morelia, por ejemplo. Y verán que, cuando quieren, pueden. Tecleen en Google el nombre de otro barco, bendito en este caso: el Sinaia que llevó a México a 1.599 refugiados españoles.

Sinaia

Sí. Las circunstancias no son las mismas y tal y tal y tal. Pero los refugiados sirios sufren, se congelan y mueren a las puertas de Europa. ¡Y hay que hacer algo! ¡Ya! Porque es de justicia.

Jesús Lens

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