¡Es la hostelería!

Imaginen que el próximo viernes por la noche llega la policía municipal, cierra a cal y canto todos los gastrobares, pijobares, bares de copas y hasta los bares normales y corrientes de la calle Ganivet, por ejemplo. Y que a los clientes les sugieren, amablemente, que ya está bien de soplar vino, cerveza y otras bebidas espirituosas. Que mejor se vayan a las Pasiegas a bailar salsa o a la explanada del Palacio de los Deportes, a tirar con arco. ¿Qué piensan ustedes que pasaría?

Gastrobares granada

No. No estoy comparando el Botellón con tomarse unas cañas y unas tapas en un bar. Ni siquiera con tomarse unos cacharros en una terraza que paga escrupulosamente sus tasas y tributos. Y a ello dedico mi columna de hoy de IDEAL.

Lo que digo es que a la gente le gusta juntarse. Y beber. Tomarse algo, que le decimos aquí. Inveterada costumbre en Granada, en el resto de España, en la China y hasta en la Antártida. Y más, los fines de semana. Costumbre que no tiene nada de malo, dentro de un orden. Y, a veces, hasta dentro de un desorden. Mesurado. ¡Incluso desmesurado, de cuando en vez y esporádicamente! Ustedes me entienden.

Foto: Alfredo Aguilar. IDEAL
Foto: Alfredo Aguilar. IDEAL

No sé qué iniciativas estará preparando el Ayuntamiento de cara al próximo fin de semana, para entretener a la chavalería a la que se le ha cerrado el Botellón, pero no lo va a tener fácil.

Ojo, que me parece muy bien y es un imprescindible ejercicio de responsabilidad por parte de los poderes públicos, ofrecer alternativas de ocio lúdico, cultural, deportivo y recreativo para las noches de los fines de semana. Lo es ahora que ha cerrado el Botellódromo y lo era antes, cuando parecía que no había más opción que darle al frasco, si eras joven en Granada.

Pero, insisto, no le pidamos a los jóvenes lo que la mayoría de nosotros jamás haríamos. Que juntarse con los amigos para compartir cañas, vinos y copas es un extraordinario ejercicio y una sana costumbre.

Cervezas Alhambra brindis

La respuesta sobre cómo armonizar el ocio de los jóvenes con el descanso de los vecinos la tiene el sector al nunca debió de hurtársele: el de la hostelería. Ojalá que la gente de nuestros bares, garitos y locales de copas sepa cómo atender a una juventud precarizada y de recursos limitados con ganas de divertirse y pasarlo bien. A fin de cuentas, es su negocio.

Jesús Lens

Twitter Lens