Entre el Talgo y el Hyperloop

Cuando estuve en China, hará quince años, nos hablaron del Tren Maglev que comunicaba el aeropuerto de Shanghai con la estación de Longyang Road en 7 minutos. Lo que no tendría nada de particular si no fuera porque distaban 30 kilómetros entre sí.

El Tren Maglev alcanza picos de velocidad de 431 kms. por hora gracias a su sistema de levitación magnética y no es ningún sueño, proyecto o quimera: circula diariamente, entre las 6.45 y las 21.40, y el precio del billete es de 50 yuanes.

Si a ustedes les gusta el mundo de la innovación también habrán oído hablar del Hyperloop, una modalidad de transporte basado en tubos al vacío que permitiría desplazar a personas y mercancías casi a la velocidad del sonido. En este caso sí se trata de un proyecto: podría acabar conectando Los Ángeles y San Francisco en 35 minutos y, sin embargo, va a empezar a dar sus primeros réditos en Andalucía.

Habrá que ver en qué termina la cosa, pero Málaga y Cádiz aparecen citados como posibles escenarios para el Hyperloop. La línea del llamado “AVE Fantasma” entre Marchena y Antequera puede ser usado como banco de pruebas para el invento de Elon Musk y Susana Díaz estuvo hace unas semanas en El Puerto de Santa María, mostrando su orgullo y satisfacción por una empresa especializada en fibra de carbono llamada a construir las cápsulas con las que funcionará esta nueva tecnología.

Y mientras, en Granada…

Mientras, en Granada, ayer; políticos, asociaciones e instituciones celebraban por todo lo alto la llegada del Talgo que nos conecta con Madrid… en cinco horas y media, aproximadamente. Que sí, que la llegada de este tren rompe un bochornoso aislamiento ferroviario de más de tres años, pero ¿en serio hay algo que festejar?

Cuenta la leyenda que, una fría tarde de 1896, los hermanos Lumière proyectaron en un café de París una película llamada “Llegada del tren a la estación de La Ciotat” y el público, que no sabía lo que era el cine, al ver cómo se aproximaba la locomotora, huyó en estampida.

En Granada estamos más cerca del tren de los Lumière que del Hyperloop de Musk y hemos llegado a tal punto de rendición que celebramos la llegada de un Talgo, lento y achacoso, como si de un hito histórico se tratara.

Jesús Lens