Entre el escrache y el acoso

Siempre me ha parecido deleznable. Será que me pilló mayor, pero los llamados escraches, el jarabe democrático recetado por algunos teóricos políticos, era algo muy parecido al acoso. Y el acoso es violencia. Ni que decir tiene que lo sucedido a la familia de Montero e Iglesias en sus vacaciones es inaceptable. Como inaceptables me han parecido, siempre, la coacción y la intimidación practicada por los de la voz en grito.

En la Universidad de Granada ha ocurrido alguna vez. Con Rubalcaba, por ejemplo. Y eso que iba a hablar de Química. Que no es lo mismo, pero que es parecido. O no. Yo ya no sé qué pensar. Es como lo de llamar gordo, tigretón y zampa phoskitos a Miguel Bosé. No sé. La gordofobia que criticaba Kichi, el alcalde de Cádiz, hace unas semanas.

¿Es gordofobia hacer chistes de gordos en las redes sociales? ¿No pierden fuerza las críticas a Bosé por la idiocia manifestada en relación a las mascarillas al mezclarlas con sus kilos de más? Aunque, en realidad, ¿qué son kilos de más?

Sostiene alguna gente que al manifestante antimascarillas ingresado en el hospital por la Covid-19 no habría que atenderlo. Sin pensarlo, es lo que pide el cuerpo. A nada que lo pensemos, si embargo, es atroz. Por esa regla de tres, no habría que atender a los fumadores de cualquier afección pulmonar, a los aficionados al ‘trinqui’ de cuestiones hepáticas y a los adictos al trabajo —que haberlos, haylos— de sus problemas cardíacos.

Al fulano, si se prueba que contravino la normativa, que la autoridad le sancione como corresponde mientras los médicos actúan hipocráticamente y hacen todo lo posible por librarle de la neumonía.

Vivimos tiempos de confusión, de polarización, tensión y crispación a raudales. Bien harían nuestros representantes políticos en dar ejemplo y rebajar el tono, dando instrucciones precisas a sus seguidores de que así, no.

Ni acosos, ni escraches, ni insultos, ni descalificaciones innecesarias o gratuitas. Van a venir meses muy duros. Estamos viendo que las comunidades autónomas también cometen errores en las parcelas de gestión de la pandemia que les corresponden. Y eso que todavía no es septiembre ni ha llegado la vuelta al cole.

Favor de bajar el pistón. De frenar. Estamos viviendo uno de los momentos más complicados de nuestra historia y nada aportan el insulto, el acoso ni la violencia, por muy dialéctica que digan que es.

Jesús Lens