EN LA VICTORIA DEL PSOE

Se acabaron las sombras de la sospecha.

Se acabaron las acusaciones de deslegitimidad.

Se acabaron las acusaciones de manipulación por el “Pásalo”.

Se acabaron los chantajes de los nacionalismos radicales, que se han dado un batacazo monumental.

La victoria del PSOE y de ZP ha sido arrolladora.


Ahora el PP dirá que ellos no han perdido, que han renovado la confianza de los ciudadanos, que han ganado más escaños, que su línea es ascendente, etcétera. (¿Quizá no pensaban ganar las elecciones?)

Pero el hecho es que Zapatero se ha quitado de encima los posibles complejos con que ha ido cargando estos años y tiene el aval de la ciudadanía española para gobernar.

¿Estará a la altura?

El contexto económico no le va a acompañar. Lo que el contexto social y político le ha dado, el económico se lo puede quitar.

Ojalá que ZP esté a la altura y se convierta en un estadista de altura, que responda a la confianza que tantos y tantos millones de personas le hemos dado. Otra vez. No sé si será capaz de volver a ilusionarnos. Porque ZP no debe olvidar que buena parte de su victoria se la debe a la antipatía que el PP ha despertado entre la ciudadanía a lo largo de estos años, con su estilo bronco y descarnado de hacer oposición.

La misma interpretación cabe hacer de la debacle de IU, que ha conllevado la inmediata dimisión de Gaspar Llamazares. No ha sabido capitalizar el descontento con el gobierno y con el PP. De hecho, ha sido el partido de Rosa Díez el que ha cosechado el voto de castigo al sistema.

Los PNV y CiU mantienen su representación y se demuestra que el bipartidismo es lo que peta en este país. Lo que no es para alegrarse, ni mucho menos. Es algo empobrecedor, pero es lo que la sociedad ha elegido, lo que los grandes partidos demandan y lo que los medios de comunicación propician.

Por no hablar de la desaparición total del andalucismo, que no va a conseguir ni un diputado en el Parlamento andaluz.


En conclusión, que Zapatero es el Presidente, que el PSOE ha ganado con suficiencia, que no hay “peros” en su victoria y que tiene cuatro años por delante para convertirse, de verdad, en un estadista global, con capacidad de influencia en el mundo, sin olvidar lo complicado que va a tener en España solucionar las complicaciones económicas que se nos vienen encima y el tema de la inmigración, sus dos retos más importantes a corto plazo.

Jesús Lens.