El relato

Hoy publicamos este artículo en IDEAL. A ver qué os parece esto del relato y los ejemplos que ponemos:

Sostiene Monserrat Ribas, profesora de la Universidad Pompeu Fabra, que el relato que se hace de lo que ocurre es determinante porque contribuye a construir el marco conceptual que servirá de referencia a la hora de valorar esas cosas que están sucediendo. Y debe saber lo que dice, no en vano, es coordinadora de un grupo de investigación sobre Estudios del Discurso.

El relato. El relato de la crisis, por ejemplo. ¿Qué es la crisis? El relato se ha encargado de convertir la crisis en un devastador fenómeno sísmico o meteorológico que, como un castigo divino, nos viene impuesto del cielo y sobre el que no tenemos margen de maniobra alguno. El relato nos impele, por las mañanas, a cargarnos la Prima de Riesgo sobre los hombros antes de salir de casa y a pensar que todo lo malo que nos pase es culpa de ella. Y de haber vivido por encima de nuestras posibilidades, claro.

La prima de riesgo, descocada

O el rescate. A través del relato, el tan traído y llevado, denostado, descontado, vilipendiado, ansiado, adorado y exigido rescate se convertirá no solo en algo necesario e imprescindible, sino en un maná del cielo cuya consecución ha costado Dios y ayuda. Y es que un buen relato lo soporta todo.

Por ejemplo, el Barça de Guardiola. ¡Pedazo de relato, oiga! Era tan encantador, tan bonito y estaba tan bien elaborado que hasta quejarse de los árbitros y criticar a los adversarios se percibía como algo cool, molón, suave, necesario y avant-garde. Mou, sin embargo, no tiene relato. Sus exabruptos, salidas de tono y aspereza habituales hacen que, diga lo que diga, parezca que te ha escupido en un ojo. Y así no vamos a ningún sitio.

 

¿Y qué me dicen de las democracias de los países nórdicos? Acaban de intentar matar al presidente finlandés, un cuadro tan famoso como “El grito” de Munch fue robado de una pinacoteca de Oslo y recordar la masacre de la isla de Utoya pone los pelos de punta. Cualquiera que haya visto el cine de los hermanos Kaurismaki ha podido contemplar las contradicciones de aquellas sociedades, desnudadas por los novelistas negros y criminales Maj Sjöwall (ganadora del Premio Pepe Carvalho de este año) y Per Wahlöö, mucho tiempo antes del éxito de Lisbeth Salander o de Kurt Wallander.

¿Es esto, realmente, el Paraíso?

Pero la socialdemocracia nórdica de Nokia e Ikea tiene relato y todo lo que lleve su marchamo es bendecido en cualquier tertulia, reportaje o artículo que se precie. El relato, pues, resulta imprescindible. Y España se ha quedado sin él. Al relato del “España va bien” le llegó un abrupto final que, negado, disimulado y estirado hasta límites inconcebibles; ha terminado por convertir nuestra historia reciente en un sainete, una opereta de tres al cuarto, un infumable culebrón que ya no hay quién lo aguante. ¿Marca España? ¡Claro que sí! En cuanto cambiemos el relato. Que este ya no se lo cree nadie.

Jesús Lens

A ver los 18 de noviembre anteriores: 2008, 2009, 2010 y 2011