EL PERIODISMO EN LA TECNOSOCIEDAD DEL SIGLO XXI

Este año, la Feria del Libro de Granada tiene como leit motiv al periodismo. IDEAL publicó el viernes un interesante suplemento en que varios colaboradores escribimos sobre las relaciones entre literatura y periodismo, la irrupción de Internet y su influencia en los diarios así como los retos de futuro y las interrelaciones con Foros, Blogs, etc.

Ésta fue ni colaboración…

– ¡Extra, extra! ¡Últimas noticias!

Una noticia de impacto, no hace tanto tiempo, se transmitía de esta forma tan peculiar y característica: las redacciones enloquecían para componer una sábana que, en grandes titulares y a cuatro columnas, contaba lo que había pasado. Las máquinas funcionaban a todo trapo y, con la tinta aún fresca, cientos de chiquillos vociferantes se echaban a las calles a vender la exclusiva.

Eso, en las grandes ciudades. Porque a las zonas rurales, un última hora podía tardar semanas en llegar. Después aparecieron la radio y la televisión. Y empezó a dudarse sobre la idoneidad de la prensa escrita como vehículo de transmisión de noticias, una vez perdida su capacidad de velocidad e inmediatez. Debate que sigue abierto.

Ahora, sentado frente a un terminal de ordenador en una remota aldea y a golpe de click, un usuario conectado tiene a su alcance los periódicos del mundo entero, las noticias de última hora y la posibilidad de acceder a las más variadas fuentes de información. Por tanto, ¿para qué sirve un periódico impreso, en la era de Internet, en pleno siglo XXI?

Paulatinamente, los periódicos están cambiando su rol. De transmisores de noticias, están pasando a ser analistas e intérpretes de la actualidad. Cada vez más, los buenos periódicos se van destacando por la calidad y certeza en sus análisis de la realidad, la profundidad de sus reportajes y la habilidad y el genio de sus columnistas de opinión.

Una pantalla de ordenador, hoy por hoy, permite una lectura cómoda y atenta de, aproximadamente, dos/tres minutos. No más. Las ediciones digitales de los periódicos, por tanto, además de ser visualmente muy potentes, son instrumentos idóneos para una escueta y fría emisión de noticias y para una gráfica transmisión de datos en forma de barras, quesos, diagramas y demás brillante parafernalia de la infografía más moderna. El multimedia informático permite acceder a pequeños y escuetos bocados de una realidad que no puede durar más allá de un puñado de segundos.

Internet, por tanto, no ha venido a sustituir a la prensa tradicional, sino a complementarla. Porque los artículos de opinión, las entrevistas y los reportajes, para ser bien deglutidos por el lector, siguen pidiendo a voces estar impresos, negro sobre blanco. El papel sigue apareciéndose como elemento necesario e imprescindible a la hora de practicar un detenido y atento ejercicio de lectura que propicie la reflexión, el análisis y la generación de ideas.

Después podremos volver a la versión on line del periódico y participar en los foros de discusión abiertos al efecto, opinar y discutir, con razones y fundamento. O podremos entrar en las bitácoras personales de los columnistas de opinión para refutar sus tesis, corregir sus errores, matizar sus puntos de vista, refrendar sus ideas.

Igualmente, los blogs especializados permiten un tratamiento intensivo y permanentemente actualizado acerca de los temas más variopintos. Sean deportivos, cinéfilos, musicales, económicos, viajeros o gastronómicos; a través de las bitácoras es posible disfrutar del día a día de nuestras aficiones e intereses, interactuando con el dueño del blog y con otros lectores y usuarios que comparten gustos semejantes.

Pocas veces ha estado más vivo el periodismo que en este arranque de siglo XXI. Un periodismo que se cuela en la vida de los lectores a través de innumerables vías, lo que permite sentirlo más propio, más cercano, más accesible. Nunca ha sido tan estrecha como ahora la relación entre el periodista y el lector y, por tanto, de éste con su diario de cabecera.


Ello conlleva, lógicamente, una imperiosa necesidad de cambios y adaptaciones a esta nueva realidad, poliédrica, interactiva y bipolar. Cambia el lenguaje, la forma de escribir y, sobre todo, la forma de relacionarse con unos lectores cada vez más formados e hiperespacializados.

El periódico del futuro será, pues, el que sepa conectar con sus lectores, el que mejores plataformas les brinde no sólo para que accedan a una información de calidad, sino para que, después, puedan comentarla, discutirla y ponerla en tela de juicio, contribuyendo a un mutuo enriquecimiento. Sin olvidar que hoy, como antaño, el fin último del papel de periódico es servir como envoltorio para un buen par de lubinas.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.