El método científico

Muy emocionante, como cada año, el acto de imposición de becas a los alumnos de la UGR que han hecho prácticas en el Parque de las Ciencias. Un acto sobrio y sencillo, pero con intervenciones de enjundia de Pilar Aranda, Ernesto Páramo y Antonio Jara, presidente de CAJAGRANADA, Fundación que financia estas becas desde hace 20 años.

Asisto a este acto desde hace varios años. Me gusta. Me gusta mucho. Me gusta, sobre todo, por la defensa a ultranza que, desde la tribuna de oradores, se hace del método científico. Y, paradójicamente, este año he detectado un cierto pesimismo en el ambiente. Lo cuento en mi artículo de IDEAL de hoy.

Paradójicamente porque, como bien recordó la rectora de la Universidad, Granada acaba de recibir el título de Ciudad de la Ciencia y la Innovación. Paradójicamente, también, porque la comisión que evalúa las candidaturas para acoger el acelerador de partículas se fue muy satisfecha de la visita a nuestra tierra. O porque tenemos un PTS que cada vez nos da más alegrías, con organismos como FIBAO, Fundación para la Investigación Biosanitaria de Andalucía Oriental, trabajando a pleno rendimiento.

¿Por qué, entonces, el pesimismo? Porque vivimos tiempos oscuros. Porque, por ejemplo, la televisión pública española da alas a presentadores de prime time que vinculan vacunas y autismo o defienden cuestionables teorías curativas carentes de base científica, porque la postverdad se ha enseñoreado de la realidad y porque, apelando cada vez más a las emociones, vamos dando de lado a la razón, como bien denunció Antonio Jara.

El método científico que todo lo cuestiona, que pone a prueba las teorías para demostrar su validez, es el único admisible en una sociedad avanzada que quiere seguir progresando. Como señaló Ernesto Páramo, formarse e informarse es, efectivamente, cada vez más importante. Y nunca tuvimos tantas herramientas a nuestro alcance. Por ello, el drama es mayor.

La inversión en educación, en una educación que enseñe a los estudiantes a pensar por sí mismos y a plantearse las cosas; es capital. Y, de acuerdo con los últimos resultados académicos, la situación es preocupante, que nunca fueron tan bajas las medias obtenidas tras la última prueba de Selectividad.

Formarse no es solo estudiar una carrera o acceder a un título académico. La formación intelectual debe ser un proceso continuo de mejora que todos y cada uno de nosotros deberíamos tener como objetivo, diario e irrenunciable. E informarse, también. Pero de la cruzada por la información, hablamos otro día.

Jesús Lens