EL ELEFANTE DE MARFIL

Querido Cuate, amigo Pepe, no sabes, en estos momentos, cuanto te agradezco que nunca me hayas invitado a jugar una partida de ajedrez, tú que eres versado en el juego de la guerra sobre el tablero cuadriculado. Porque, hasta ahora, yo pensaba que el ajedrez era un juego. Nada más, pero nada menos. Sin embargo, acabo de ver la luz:

“Vencer en una partida de ajedrez es como saciar la sed guerrera que todos llevamos dentro. Los pacíficos pretenden hacernos creer que el ajedrez es inofensivo. ¡Mentira! Mienten, Guiomar, mienten porque son unos cobardes. Al ajedrez se juega para vencer y si no… no se juega.”

Vamos, que el ajedrez es la prolongación de la guerra, pero por otros medios. Aproximadamente. Al menos, es la conclusión (pelín exagerada, que ya me conoces) que he sacado después de leer la última novela de Nerea Riesco, “El elefante de marfil”, mi Estimado Cuate, impepinablemente, la novela que tienes que poner en la cabecera de la lista de Libros Pendientes.

El caso, y ahora lo puedo reconocer, es que empecé a leer el libro con cierto resquemor. Porque, como hemos tenido ocasión de comentar en más de una tertulia cervecera, el peligro que tiene ir a Semana Negra es que, después de haber leído un libro que nos encanta, corremos el riesgo de conocer al autor… y que el mito se nos venga abajo. Es cierto que Semana Negra, por su especial idiosincrasia, saca lo mejor de nosotros mismos, pero el riesgo siempre está ahí.

¡Apunta, Cuate!

La cuestión es que, en este caso, la cosa podría ser al contrario. Si te acuerdas, cuando hablamos tras la consecución de la Copa del Mundo por parte de España, te comenté que la había visto en Semana Negra, con varios autores y ya incipientes amigos: Paco Jurado, Javier Márquez, Steve Redwood y una insultantemente joven escritora sevillana, apabullante y tremenda, un auténtico terremoto, en el sentido flamenco del término: Nerea Riesco.

¡Esa lengua!

A partir de entonces, los integrantes de la llamada Andalucía Connection, de la que hablamos AQUÍ y sobre la que volveremos muy pronto, trabamos una excelente relación de amistad que se ha traducido, entre otras cosas, en la adquisición de nuestros respectivos libros. Entre ellos, por supuesto, este “El elefante de marfil”.

El temor, por tanto, era a que el libro no estuviera a la altura de su autora. Y el listón, créeme, estaba alto. Muy alto.

Pero, mira por donde, fue empezar a leerlo y el temor se disipó. Como por arte de magia. O sea, la magia de la buena literatura. Literatura histórica, a la que no estoy muy acostumbrado. Pero es que lo mejor de Semana Negra es precisamente el mestizaje que propicia, de forma que, a la vuelta de Gijón, me encuentro con la maleta llena de libros de ciencia ficción, tebeos, novelas históricas, ensayos… un despelote, querido Cuate.

Y me centro, que se me escapa el santo al cielo. ¡Vámonos a la Sevilla del siglo XVIII! A una imprenta regentada por una mujer, a través de la que entraremos en contacto con la familia Montenegro, toda una saga familiar de cuyas aventuras y desventuras seremos testigos, en el contexto de una España que se debatía entre la Ilustración propiciada por los Afrancesados y la rancia esencia conservadora de terratenientes, nobles y eclesiásticos. Tiempos vibrantes en los que los bandoleros y las bailaoras (te enamorarás de Candela, y si no ya me cuentas) se daban la mano con los más sesudos y avanzados intelectuales del momento. Y todo ello con el ajedrez como telón de fondo. En concreto, con una mítica y fabulosa partida organizada nada más y nada menos que por Alfonso X el Sabio.

Y está Sevilla, por supuesto. Una Sevilla que, a través de la prosa de Nerea, se siente, se escucha y se huele. Como Carmona, sus veredas y sus cortijos. Una Sevilla compleja y contradictoria, como el propio ser humano, con su Catedral como centro neurálgico.

Termino ya, Cuate. Verás que, cuando leas “El elefante de marfil” (y tu cumpleaños ya está cerca, aviso para “regalantes” tardíos y olvidadizos), tendremos que montar otro On the road para irnos a Sevilla y conseguir, por lo civil o lo criminal (y de esto último, en Semana Negra se aprende mucho) que Nerea nos haga de Cicerone por los diferentes espacios y paisajes que pueblan su novela.

Si alguien se anima…

Ya sabéis. “El elefante de marfil”. Estupenda novela histórica. Publicada por Grijalbo. En todas las librerías.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.