DOLOROSA LITERATURA DE VIAJES

La columna de hoy de IDEAL tiene que hablar, inexcusablemente, de viajes, libros, cine y tertulias.

 

Cuando Pedro Enríquez me comentó la idea de realizar un Primer Encuentro de Literatura de Viajes en Granada, me pareció especialmente atractivo uno de los paneles previstos para el mismo: el correspondiente al viaje de la inmigración.

 

En una sociedad como la nuestra, cuando hablamos de viajes pensamos en cruceros, pueblos con encanto, periplos etno-gastronómicos, visitas a parques temáticos y a grandes museos o, los más osados, en largos trekkings por parajes inaccesibles del planeta. Y, sin embargo, la mayor parte de la gente no viaja por placer. Tanto ahora como a lo largo de la historia, la gente viaja, sobre todo, por necesidad. Y por obligación. A mero título de ejemplo: los estudios más recientes señalan que en 2010, el número de desplazados por el calentamiento global se situará entre los 25 y los 50 millones de personas. Y, para el 2050, las personas desarraigadas a consecuencia del cambio climático podrían rozar los 700 millones.

 

Y ello por no hablar de los refugiados y exiliados que provocan las decenas de conflictos bélicos que, en sordina, asolan medio mundo. Como ocurre con el niño protagonista de la película «The other bank», justa y más que merecida ganadora de la Alhambra de Oro del recién terminado Festival Cines del Sur. El protagonista absoluto de la película es Tedo, un chavalito que inicia un insensato peregrinar por la zona fronteriza entre las ex repúblicas soviéticas de Georgia y Absajia, recién salidas de un abstruso conflicto bélico, intentando encontrar a su padre.

 

Pocos viajes tan intensos como el que inicia Tedo. Un viaje en que, atravesando parajes desolados, se dará de bruces con lo mejor y con lo peor del ser humano. Comportamientos nobles y actuaciones abyectas conviven en una narración rebosante de sensibilidad y crudeza, pero en absoluto complaciente, estridente o efectista. Los encuentros de Tedo en su periplo, del revisor que lo arroja de un tren en marcha al conductor que lo lleva en su camión o la familia que le da cobijo y comida, son la mejor muestra de un viaje desgarrador y emocionante. Un viaje a ninguna parte que, sin embargo, es el viaje que millones de personas se ven obligadas a emprender un día sí y otro también.

 

Por eso, si siempre es un placer el tener la oportunidad de compartir auditorio con autores de la talla de Javier Reverte (no dejen de leer la entrevista de Ángeles Peñalver y participar en la Encuesta de la Margen Derecha), Manuel Villar o Fernando Sánchez Dragó, el auténtico privilegio fue poder participar en la charla que sostuvieron el profesor Waleed Saleh Alkhalifa y el novelista Antonio Lozano acerca de «Las cenizas de Bagdad», el libro en que se cuenta una terrible y dolorosa historia de exilio y emigración forzosa, de Irak a Madrid, pasando por Marruecos.

 

Antonio ha novelizado la historia de Waleed y ambos, en sus respectivos papeles de autor y personaje, sostuvieron una vibrante charla acerca de la realidad y la creación literaria, hablando sobre guerra, compromiso, exilio, fronteras, visados, anhelos, frustraciones, dolor y esperanzas. Lo dicho. Un privilegio.

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

 

PD.- Hoy finalizan estas jornadas literarias. Rafael Guillén, Manolo Villar y Fernando Sánchez Dragó pondrán el punto y final, a las 20 horas, en el teatro Isidoro Máiquez. Y, después, Rasha nos deleitará con su música en la Pz. de las Culturas del Centro Cultural de CajaGRANADA. Nos vemos, ¿verdad?