Día Internacional del Jazz: take five

Vamos con el tercer corte de los elegidos para festejar el próximo Día Internacional del Jazz. Ahí va. A boca de jarro.

¡Take Five! Y la explicación del porqué de esta elección nos la da Rafael Marfil, que se ha unido a esta iniciativa de Juan Manuel Cid y un servidor, justo a continuación.

Es lo bueno de no tener blog, que se aprovechan las ofertas de un «blog de alquiler», y uno cuenta cosas. Compartiendo, vamos.

El asunto de la copla de jazz favorita es tan complicado como aquel debate que le planteo, cada cierto tiempo, a Arturo Cid (otro Cid, también campeador): ¿Cuál es tu saxofonista favorito? Y ahí morimos, dándole vueltas al sonido propio de Phil Woods, o la fuerza de Cannonball Adderley, o el tenor de Sony Rollins.

En este caso, elegir una canción es renunciar a otra decena que adoras. Podría haber sido cualquier stándar interpretado por Parker o Davis, pero los hilos musicales y el sonido ambiente antes de los conciertos han restado emoción al encuentro fortuito con estos temas. Que están manidos, vamos.

Eso no ocurre nunca con el eternamente adorable «Take five». También podríamos irnos a la intensidad de Coltrane (yo hubiera cogido My fair Lady). SIn embargo, opto decididamente por la moderna combinación rítmica y melódica del «Take five» (se basa en una referencia a un 5/4, compás de 5 partes, o algo así, por lo que el tema es un homenaje a ese compás). Mi tesis es la siguiente: Se trata de las pocas coplas que no te cansas nunca de tararear. Más de medio siglo después, seguimos subiendo el volumen para escucharla. No es una canción que nos entretenga durante mucho rato. Podemos exprimirla y asegurar que solo tiene diez segundos de éxtasis melódico, pero ¡qué diez segundos!

Me duele que no es un standard de jazz negro, del que nos enamora, que no tiene un atisbo de aire latino, con el que tanto nos identificamos. Ni siquiera encontramos el blues, en este jazz de blancos, pegadizo e interpretado al saxo por el suavón sonido de un saxofonista clásico, como era Paul Desmond, compositor del tema que, magistralmente, interpretó el grupo de Dave Brubeck del que formaba parte. A estos tipos, por cierto, la agencia de Mad Men les hubiera hecho una buena campaña.

He valorado todo, me ha mareado pensar en multitud de soniquetes a los que he renunciado, tomando partido por el inolvidable ritmo de esta canción. El inconfundible inicio de esta copla es de lo mejor que yo he podido grabar en mi corazón y en mi mente. Voten solo después de escucharlo, y suban el volumen.

¿Qué os parece? Aquí y aquí tenéis las dos entregas anteriores de esta iniciativa. ¿Os van gustando? Pues atentos a votar a lo largo del fin de semana.

Jesús jazzista Lens

PD.- Veamos en anteriores 24 de marzo, qué blogueábamos: 2008, 2009, 2010 y 2011.