EL BLUES DEL DETECTIVE INMORTAL

Como ustedes bien saben, en la web de Jazzgranada tenemos abierto un Club de Jazz virtual en que se concita lo mejor del género negro y criminal. Se llama Blue & Noir y este mes tenemos como invitados a Andreu Martín y Dani Nel-lo, en un mano a mano en que literatura y música confluyen en un trabajo de extraordinaria riqueza: «El blues del detective inmortal».
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LOS NOMBRES DE LA MÚSICA

Hace unos días subíamos una entrada a esta bitácora sobre actores y actrices que se habían cambiado el nombre para favorecer su carrera. Teníamos un añadido sobre músicos y artistas de los escenarios que traemos ahora a colación…

Decenas de músicos e intérpretes también han decidido reinterpretar sus nombres, en busca de sonoridades harmoniosas.

Si Bob Dylan decidió homenajear al poeta Dylan Thomas a la hora de enmascarar su Zimmerman natal, Elvis Costello combinó en nombre del rey del rock con su segundo apellido materno, de forma que nunca quedó rastro del complicadísimo Declan Patrick MacManus que le pusieron sus padres.


David Bowie nació como David Robert Jones, pero cuando daba sus primeros pasos en el mundo de la música, el Jones que más sonaba era uno de los miembros de los Monkees, por lo que decidió adoptar un apellido de resonancias míticas, Jim Bowie, héroe de El Álamo.

Conocidos son los miembros de U2, Bono o The Edge; y ese Elton Hércules John, nacido como Reginald Kenneth Dwight Harris, decidió honrar con su nombre a dos personas distintas: cuando estaba iniciándose en el mundo de la música, conoció al cantante Long John Baldry y como homenaje a él y al saxofonista Elton Dean, hizo que sus nombres pasaran a la historia.


En clave nacional, Kiko Veneno se llama, en realidad José María López Sanfeliu, adoptando como apellido el nombre del primer grupo que formó, con los hermanos Amador y con Martirio. Y, más recientemente, Jairo Perera se ha convertido en el Muchachito que lidera el abrasivo Bombo Infierno que pone a bailar a todo el que le escucha.

ROCÍO DÚRCAL

Luis Sanz, representante de artistas, descubrió a María de los Ángeles de Las Heras Ortiz en la televisión, y, habiendo quedado impactado por su magnetismo, se puso en contacto con ella y con su familia para que le permitiesen gestionar su carrera. Una de sus primeras decisiones fue cambiarle el nombre, demasiado serio, por uno más comercial y artístico. Rocío era el sobrenombre con que su abuelo llamaba a la niña, por recordarle al rocío de las mañanas. ¿Y el apellido? La propia artista cogió un mapa de España y, al azar, señaló una población, Dúrcal, que estaba en la provincia de Granada.

Y como la conjunción del nombre familiar con el del pueblo granadino sonaba bien, la niña prodigio pasó a llamarse Rocío Dúrcal, dándose la curiosa circunstancia de que, con el paso del tiempo, Rocío se convirtió en Hija Adoptiva de una localidad que también agasajó a la estrella bautizando una calle en su honor.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

VUELVE "OMEGA"

¿Os acordáis de aquella bitácora, “Pinchando en hueso”? Recuperamos esta tarde una de sus entradas, dedicada al “Omega” de Enrique Morente y Lagartija Nick ya que, según leemos en IDEAL, vuelve otra vez ese impresionante y colosal disco, esta vez, en formato digital y a través de Internet.

Dejábamos por entonces, también, alguna de las canciones del mismo. Y, en cualquier caso, en este enlace están todas las novedades, las fechas de la (escueta) gira que van a iniciar, el nuevo libreto, un bonus track…

Muchos detalles para desempolvar el que fuera uno de los grandes y esenciales discos de la década de los noventa, trascendiendo géneros y apelando a un mestizaje transfronterizo e intercultural que, todavía hoy, nos sigue maravillando por su fuerza, su frescura y su intensidad.

Jesús Lens.

UNA MIRADA NOSTÁLGICA A DIRE STRAITS

El problema fue mío, lo reconozco.

Ir a un concierto de un tal Mark Knopfler, al que perdí la pista desde el punto y hora en que disolvió a los Dire Straits, era absurdo.


No le había seguido en su carrera en solitario, no conocía nada de sus últimos discos y, lo que es peor, no hice nada por remediarle en los muchos meses que me he pasado con la entrada para el concierto de Atarfe del pasado sábado en el bolsillo.

Es decir, que yo iba al concierto a escuchar a los Dire Straits. Como el 85% del público, por otra parte.


Lo que pasa es que yo soy un venado. O un borrico al que no le gusta mirar atrás, ni con ira, ni con nostalgia. Adelante y al frente. Siempre. Por eso, cuando sonó “The tunnel of love”, con sus Romeo & Juliet, me dio un bajón. Y, aunque disfruté del “Sultans of swing” desde el Thank youuuuuuu!!!!!!!!! con que fue introducido por Knopfler, el resto de las canciones de los Straits me dejaron tristón y apagado.

Demasiados recuerdos de una arcadia feliz en que, con 15 y 17 años, no tenías preocupación alguna. Días de vino y rosas en que escuchar “Money for nothing” era lo mejor de lo mejor.

Vale. Mark digitaliza como nadie. Sus guitarras son una maravilla y algunas de las notas que les arranca son memorables. Pero el Knopfler en clave íntima, como me decía Alberto esta mañana, se perdía entre las 10.000 personas que querían marcha. Y la marcha… pues que, personalmente, me pilló cansado, o melancólico, o de bajón.


Y que no. Que ya no quiero escuchar más a gente que vive en el pasado. O que, aunque intenta vivir en el presente, dio lo mejor de sí hace muchos, muchos años. Es injusto. Lo sé. Pero así lo sentí y así se lo cuento… reiterando que el problema fue mío y exclusivamente mío.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.