Chandalismo, en el debate de los lunes

Lo sé, lo sé. No es el Debate que podíamos esperar de una postjornada electoral, pero es que como todos debaten de lo mismo, es complicado tener nada nuevo o diferente por decir. Así que, retomamos este Post de ayer, sobre las tendencias estilísticas de vanguardia y abrimos el Debate del Lunes con la cuestión: ¿Qué opinas del chandalismo?

Y para «ilustrar» y aportar nuevas impresiones al Debate, dejamos una serie de instantáneas chandalistas que contribuyan a la discusión.

¿No están de miedo?
Castro y Chaves, comprobando que ellos también son tendencia

Jesús chandalista Lens

Veamos si los anteriores 26 de marzo éramos tan polémicos: 2008, 2009, 2010 y 2011.

Debate de los lunes: alto voltaje

Cuando leí “Contacto”, de Dennis Cooper, quedé impactado. Aquí, un resumen de esta obra:

Un punk de dieciocho años que se pregunta qué es el amor; un estudiante de cine que quiere rodar un porno duro; un cuarentón francés que practica la coprofagia y sueña con descuartizar adolescentes… Y en el centro, el pasivo George Miles, que se pasa el día entero colocado con ácido, dejándose arrastrar por los deseos y pasiones de quienes lo rodean. Un cóctel explosivo: el cine de terror de serie B, la pornografía en sus diversas variantes y subgéneros, las comedias de adolescentes, el rock y la estética punk. El resultado es una novela brillante y provocadora, que plasma un mundo en el que el sexo y la violencia se expresan de manera visceral y cotidiana.

Ayer hablábamos de “El viaje a Budapest”, una novela que va a dar que hablar, que ya hemos empezado a leer y que, efectivamente, es de alto voltaje.

¿Qué os parece este tipo de literatura explícita en que el sexo, además de explícito, es sucio y provocador (si tal es posible) y las metáforas aluden a aspectos y características del ser humano y sus relaciones sobre las que, habitualmente, se corre un tupido velo?

Jesús Lens

El debate del lunes: tiburones

El Debate del Lunes, que iniciamos el 11-M, lo planteamos en un tono salvaje y desmedido, rojo sangre, recordando pasajes de libros y películas.

Por ejemplo, éste:

“Vean, una vez de camino a Brasil vi que el océano de tan oscuro de sangre estaba negro y el sol se desvanecía en el cielo. Estábamos en Fortaleza y unos pocos nos pusimos a pescar. Yo fui el que pescó primero. Era un tiburón. Luego hubo otro. Y otro tiburón más. Todo el mar estaba lleno de tiburones y cada vez había más. Ya no había nada de agua. Mi tiburón se desgarró con el anzuelo y su olor, o quizá su mancha y su desangramiento enfureció al resto. Las bestias empezaron a comerse entre sí. En su enardecimiento se devoraban a sí mismas. Se sentía el afán de matar como el viento punzando en los ojos. Y se podía olfatear la muerte hediendo en la mar.”

Vamos, incluso, más allá:

“Pero en la espumosa confusión de sus combatientes invitados, los tiradores no siempre pueden dar en el blanco; y esto reveló nuevos aspectos de la increíble ferocidad de sus adversarios. Comenzaron a dar viciosas dentelladas, no a las tripas de sus compañeros, sino que, como arcos flexibles, se retorcían y mordían sus propias entrañas, hasta que parecía que una misma boca tragaba esas entrañas una y otra vez, para que volvieran a salir por la herida abierta.”

Aún así, ¡feliz semana!

(Si tal es posible)

Jesús debatiente Lens

Veamos los 11 de marzo de 2008, 2009, 2010 y 2011

El debate de los lunes: tele & fútbol

Luego, en las encuestas, la mayoría de los entrevistados dirán que ellos ven los documentales de La 2, pero el share no miente y, a los leones cazando impalas en el Serengeti, no les hace caso absolutamente nadie, ni para dormir la siesta.

Y mira que, dedicando cuatro horas diarias a ver la tele, tampoco sería raro. Pero no. Si hacemos caso al último estudio de FUNCAS sobre hábitos de ocio entre los españoles, a lo que mayoritariamente nos dedicamos es a ver la caja tonta. Y, sobre todo, a ver fútbol. Pero es que, además de verlo, el fútbol es el tema de conversación más frecuente entre la mayoría de la gente.

O sea que mucho euro, mucha convergencia e internacionalización, mucha postmodernidad líquida y novísimos planes de estudio, cientos de centros culturales, ateneos, museos y una desaforada revolución cultural y tecnológica; pero, al final, cuatro horas diarias de tele. Y olé.

Aunque soy más de baloncesto, suelo ver los diez o doce partidos del siglo que, sobre todo el Real Madrid, juega cada temporada. Y disfrutar de las Huestes Rojas de Del Bosque es un deleite para los sentidos, un placer que ni la contemplación de un Van Gogh, oiga. Pero, ¿no es excesivo, cuatro horas diarias de tele y el fútbol como tema recurrente de conversación?

Por contra, al cine va cada vez menos gente: se venden pocas entradas, se cierran muchas salas y ni siquiera el 3D ha servido para cortar la hemorragia de espectadores. Dicen que, por contra, al teatro vamos cada vez más, que la experiencia del vivo y el directo es muy apreciada y demandada por la gente. No lo sé. Carezco de datos. Pero, con cuatro horas diarias de tele, a ver de dónde sale tiempo para ir al teatro, para ir a conciertos, a salas de exposiciones o, tan siquiera, para leer. Aunque sea la sección de deportes de los periódicos.

Sí parece que los jóvenes, entre los 13 y los 24 años, ven menos la tele y tiran más del móvil, de las consolas y de Internet para entretenerse. La pregunta es: ¿empiezan efectivamente a pasar los jóvenes de la caja tonta, o hablamos de otra cosa?

Imagino que, en parte, los chavales tratarán de no compartir la mesa camilla con los cansinos de sus padres -cuatro horas diarias conectados al tubo catódico, no lo olvidemos- Y supongo, también, que disfrutan más a través de experiencias compartidas en red que de esa experiencia solitaria y onanista que es ver la tele.

Pero si algo ha demostrado la televisión, desde los años 50, es su capacidad de adaptación para no dejar de vampirizar a la gente. Cambian los programas, cambia la publicidad, cambian la realización y cambia la tecnología. Todo cambia para que todo siga igual, esto es, con la gente pasando cuatro horas diarias de media frente al televisor, viendo partidos para, a la mañana siguiente, hablar de fútbol.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros

Los lunes protagonizan el Debate de los Lunes

– El lunes no puedo. Por la mañana voy al INEM y por la tarde tengo dentista.

Escuché esa conversación, entre dos amigas, el pasado jueves a mediodía, cuando iba corriendo hacia la Fuente de la Bicha, embargado por la dicha de que llegaba el fin de semana.

Y me sentí culpable, como nos viene pasando de un tiempo a esta parte.

Hasta hace relativamente poco tiempo estaba bien visto y era habitual quejarse de los lunes, tildarlo como “el peor día de la semana” y poner en Blogs y Muros chistes y/o dibujos más o menos humorísticos sobre lo ingrato que era comenzar la semana laboral.

Pero, todos lo sabemos, desde que los Lunes al Sol son una triste realidad para millones de personas; quejarse por tener que ir a trabajar resulta casi ofensivo.

Hoy, sin embargo, en el suplemento de El País leemos que, como señalaba Roberto Arlt, desde el domingo a media tarde empezamos a agachar la cerviz y que, el lunes, no sonreiremos por primera vez, de media, hasta las 11.16 de la mañana.

Así las cosas, ¿qué podemos decir sobre este nuevo lunes que ya asoma su patita?

Jesús lunero Lens