El por cierto

Entre que se despejan las dudas presupuestarias y electorales, permítanme que vuelva al domingo pasado, a eso de las doce del mediodía. Hacía fresco cuando mi hermano, José Antonio y yo arrancamos a correr, cruzando el Puente Romano para subir hacia el Realejo. Dio igual que estuviera nublado: a los cinco minutos, mientras resoplábamos por las cuestas, ya nos sobraba la ropa de abrigo invernal.

Ha pasado la Candelaria, la fiesta de la Luz. Los días alargan, el cuerpo pide acción y cuesta menos trabajo ponerse en marcha, aunque mi querido profesor, Andrés Sopeña, pensara que están locos estos granaínos-jiennenses, al vernos echar el bofe.

Cuando llegamos a la altura del majestuoso Alhambra Palace tuve la tentación de hacer un alto en el camino y pasar a su mágica terraza, a tomar una birra. Pero seguimos trotando. Hasta llegar a la Alhambra y comenzar el descenso por la Cuesta de los Chinos.

Se lo decía a mi hermano, el día de Navidad: mientras podamos correr por aquí, vigilados por la seria Torre de la Cautiva, escuchando el rumor del agua de los bosques de la Alhambra; vivir seguirá teniendo un sentido que va mucho más allá de solo existir y respirar.

Tras cruzar el Darro y subir por la Cuesta del Chapiz, giramos hacia el Sacromonte. “Por cierto, José Antonio, ¿conoces la Verea de Enmedio?” A partir de ese punto, todo fueron “por ciertos”. Y a cada “por cierto”, una nueva vista, una nueva subida, un nuevo descubrimiento para un madrileño de adopción que, en 10 kilómetros, no dejó de recorrer decenas de lugares únicos. Y nosotros con él.

Lo comentábamos en San Miguel Alto, tomando aire después de la subida por esas largas escaleras en las que cada peldaño alberga un mensaje, una frase, un consejo, una chanza: da igual las veces que hayas salido a correr por la Granada histórica. Siempre impresiona, siempre emociona”.

Por cierto, que pasamos por San Nicolás y presenciamos una pedida de mano. Por cierto, que bajamos por la Cuesta del Perro y disfrutamos de la vista de la Catedral que Velázquez dejó trazada en un lienzo. Por cierto que, una vez en Plaza Nueva, ¿cómo no asomamos a la Churra y, al volver, dejar de pasarnos por la Qubba del Cuarto Real? Corran, caminen, paseen. Disfruten y expriman la belleza de nuestra Granada.

Jesús Lens

Vegas: correr con sentido

No hay nada más satisfactorio que correr por una buena causa. A quien le gusta correr, por supuesto.

En realidad, correr ya es una buena causa en sí misma, que a estas alturas no vamos a recitar todos los beneficios y propiedades de la actividad física. Con moderación. O desmesuradamente. A gusto de cada cual y dependiendo de sus condiciones físicas… y mentales.

Pero correr por una buena causa, como la lucha contra la violencia de género, resulta especialmente reconfortante. De ahí que eligiera la cita de Vegas del Genil del pasado sábado para volver a las carreras sobre asfalto, tras dos años alejado de dorsales, cronómetros y demás zarandajas propias de la competición.

Hacía frío. Mucho. Y no entendía el empeño en hacerla nocturna, en pleno mes de enero, en lo más crudo del crudo invierno. Lo explicó la concejala de Igualdad, antes de darse el pistoletazo de salida a la carrera: se trataba de reivindicar el derecho de las mujeres a correr, también, de noche, sin sentirse asustadas o intimidadas.

Una buena declaración de principios que me encorajinó y me dio ánimos justo cuando el cuerpo me pedía refugiarme en la cafetería más cercana y hartarme chocolate con churros, al calor de alguna chimenea cuyo evocador aroma impregnaba el ambiente.

Seríamos unas 150 personas de la partida. En cuanto comenzó la carrera, el grupo se estiró como una serpentina y no tardamos en encontrarnos bastante solos, que el recorrido era sinuoso y estaba lleno de curvas, giros y recovecos. De ahí que sea preceptivo felicitar a la organización, que se tuvo que afanar para garantizar la seguridad de los atletas… y para que los rompetechos como yo no se despistaran en la maraña de calles de Vegas.

Disfruté corriendo. Y sufrí lo mío, también, que ya no tengo acostumbrados al cuerpo y a la mente a ese tipo de triscas. La primera recompensa fue cruzar la meta. La segunda, reponer líquidos en uno de los lugares más mágicos de Granada: el Charavinillo.

Habíamos estado en verano, disfrutando del frescor nocturno de la vega. En esta ocasión, Carol, mi cuate Pepe y yo nos arrimamos a la lumbre de la chimenea para disfrutar de unos sabrosos embutidos, unas setas a la plancha y de una morcilla picante con tomate que quitaba el sentido. Pero esa será ya otra historia.

Jesús Lens

Solas, en peligro

Cuando escribo estas líneas, todavía no se sabe nada del paradero de Laura Luelmo, la joven profesora zamorana de 26 años que ha desaparecido en un pequeño pueblo de Huelva. Las autoridades han descartado que su desaparición haya sido voluntaria y, aunque señalan que “todas las líneas de investigación están abiertas”, trabajan con dos hipótesis principales: un accidente o la implicación de una segunda persona.

Solo llevaba unos días incorporada a su plaza de maestra en El Campillo. Era miércoles por la tarde. Habló por teléfono con su novio y salió a hacer deporte. Las primeras informaciones señalaban que fue a correr. Ahora parece que pudo salir a caminar, dado que faltaba ropa de senderismo en su armario. Nunca más se supo.

Ojalá que Laura aparezca con vida y lo de estos últimos días quede como una pesadilla lejana. Ojalá. Lo deseo de todo corazón y no dejo de refrescar las ediciones digitales de los periódicos cada poco tiempo, a la espera de una buena nueva.

No se debe salir a la montaña en solitario: por conocido que sea un paraje, por aparentemente sencillo que sea un recorrido, siempre resulta arriesgado y nadie está a salvo de un resbalón o un estúpido tropezón que acabe con sus huesos en lo hondo de un barranco.

Sin embargo, el riesgo de salir, solas, es exponencialmente mayor para las mujeres. El riesgo de salir solas… a cualquier sitio. Y el riesgo más peligroso, para ellas, no es el de dar un mal paso, sino el de tener un mal encuentro. Con un hombre. O con varios.

Es así de triste, pero es así de cierto. Cuando salgo a correr, nunca me preocupa pensar si la ruta elegida es más o menos solitaria, si está más o menos expuesta, oscura o iluminada. Tengo amigas, sin embargo, que cuando salen a correr después de la puesta de sol, quedan con otras compañeras. Nunca salen solas. O, si alguna vez lo hacen, corren asustadas y atemorizadas.

Tengo conocidos que se muestran convencidos de que la igualdad de género es un hecho en España, de que se exagera con según qué temas. Mientras una mujer no pueda salir a caminar o a correr, sola, por los mismos itinerarios que recorremos los hombres, tan campantes, seguirá quedando mucho camino por recorrer, mucho trabajo por hacer, en cuestión de igualdad.

Jesús Lens

El sedentarismo asesino

El martes me desperté a eso de las 5 am y ya no conseguí dormirme. Estamos con los preparativos de la cuarta edición de Granada Noir, que arrancamos a final de este mes, y la ansiedad comienza a hacer de las suyas. Cogí el libro de la mesilla y me puse a leer. Pero un pensamiento recurrente me tenía mosca: “Esto, mientras has estado en danza por toda la provincia, no te pasaba”.

El miércoles salí a correr con las Cabras Locas. A trotar más bien, que fueron apenas 8 kms. de suave rodar, contándonos cosas y sin parar de hablar. A la mañana siguiente, la alarma del móvil tuvo que emplearse a fondo para traerme de vuelta desde el Séptimo Cielo por el que andaba buscando historias para un Verano en bermudas ultraterrenal.

Puede ser casualidad. O no. Pero la OMS advierte: el sedentarismo pone en peligro a una cuarta parte de la población adulta. Lo leíamos ayer en Ideal Digital: unos 1.400 millones de personas se encuentra en peligro de sufrir enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2, demencia y cáncer debido a sus hábitos de vida.

Lo sé, lo sé. Preocuparse por la salud y dar consejillos sobre la necesidad de cuidarse y llevar una vida saludable es un síntoma inequívoco de viejunismo. Pero no me resisto a comentar una información repleta de paradojas que, no por sabida, resulta menos preocupante.

Con las bermudas arremangás, fotografiando un puente

Por ejemplo, la moda de los patines y las bicis eléctricas. Que está muy bien favorecer la movilidad y ser innovadores, pero que a este ritmo, en los países desarrollados no vamos a dar un paso ni para ir a la barra del bar a reclamar la tapa de morcilla pendiente.

A mayor nivel de desarrollo, más flojera. Cuánta más pasta manejamos, menos nos movemos: conducir todo tipo de vehículos es signo de clase y distinción. Por contra, ir andando a cualquier sitio parece ser de tiesos. No tienen más que ver el síndrome del coche oficial y su efecto colateral más palmario: el barriguismo. ¡Con lo bien que se resolverían los asuntos de estado a pie y caminando!

Los Len2 con los 200 escalones de la bajada a La Joya a sus pies

Reconozco que escribo esta columna a modo de autoayuda, autoafirmación y casi, casi de autoritarismo: no dejo de coger peso y necesito convencerme a mí mismo de que seré capaz de dejarme unos kilos en los caminos. ¿Y ustedes?

Jesús Lens

Bueno, el atletismo granadino

Vi la entrevista que le hacían a nuestra paisana Laura Bueno, justo después de ganar el campeonato de España de 400 metros lisos, en Getafe, y me dieron ganas de calzarme las zapatillas y salir a correr. Era tal su cara de alegría y la naturalidad con la que hablaba de la carrera, en la que batió su mejor marca personal y el récord de Andalucía, que daba la sensación de que cualquiera puede hacerlo. Me encantó especialmente cuando decía que, a falta de 50 metros, le subió el ácido láctico, pero que le dio igual. Que ya no la paraba nadie.

Al día siguiente de ver la carrera salí a trotar con mi hermano, en mi -de momento vano- intento de volver a correr dignamente. Y hablamos de Laura, claro. Durante el recorrido nos cruzamos con Álvaro Villén, otro de esos tipos que siempre transmiten alegría y optimismo.

Álvaro es juez de atletismo, uno de los habituales en las competiciones que se desarrollan en Granada. Pero, precisamente por ser juez, no hay forma de verle correr. De ahí que me hiciera especial ilusión encontrármelo al día siguiente, yo caminando y él corriendo, bajo un sol de justicia.

Tuvo el detalle de detenerse un rato y charlar. Y su conversación me pegó tal chute de vitalidad que, en cuanto llegué a casa, me puse mi camiseta de Pau Gasol y me eché a los caminos, a echar otro trotecillo. Cuando me asaltó el cansancio, demasiado pronto, me acordé de la sonrisa de Laura Bueno, de su declaración sobre el lactato y de los ánimos de Álvaro. Y seguí trotando, como un percherón, hasta cumplimentar los 10 kilómetros que me había propuesto.

Ejemplos como el de Laura Bueno y Álvaro Villén me recuerdan a los tiempos de Miguel Indurain: era terminar sus etapas del Tour y salir disparados en nuestras bicis, por la Cuesta del Algarrobo y Pueblo Nuevo, camino del Conjuro, Gualchos y Castell. ¡Qué jóvenes éramos entonces! Y qué fácilmente influenciables…

Precisamente por eso les recomiendo que, además de seguir en las redes sociales a los grandes astros del fútbol, sigan a atletas como @lauriya_lauri. Y que, además de las noticias sobre el Granada C.F. y el CB Granada Covirán, disfruten con las crónicas de atletismo de José Ignacio Cejudo o las de deporte base de César Guisado.

Jesús Lens