IMÁGENES IMPOSIBLES: WHO WATCHES THE WATCHMEN?

Con esta foto, que podríamos añadir a nuestro archivo de Imágenes Imposibles, enviada por el añorado Abel, traemos eco de una de las películas más esperadas de la próxima temporada, basada en la obra maestra de los tebeos: Watchmen. ¿Quién vigila a los vigilantes?


La película:

El tebeo:

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VA DE CINE

Volvamos a dar una vuelta de tuerca más a dos películas recién estrenadas, vistas y comentadas, a través de las impresiones que “El incidente” y “La niebla” han provocado en nuestro Alter Ego José Antonio Flores, y que publica en su imprescindible “Diario de un corredor.”


“La niebla vs. El incidente” es un lúcido y lucido análisis de cómo dos directores han afrontado un planeamiento temático parecido: de repente, la vida de las personas normales se ve abruptamente sobrecogida por la irrupción de un fenómeno extraño, absurdo, desconocido…

Y yo insisto en que «La niebla» y las cuestiones que plantea son Irak y el gobierno neocons de Bush y compañía, los creacionistas y demás fauna peligrosa.

Jesús Lens.

EL INCIDENTE

Las últimas películas del director indio M.N. Shyamalan están consiguiendo algo que, en realidad, es muy difícil: que todo el mundo hable de ellas, posicionándose a favor o en contra, sin dejar indiferente a nadie.


En el caso de “El incidente”, como ocurriera con la peli de la sirena que presentó el año pasado, las posturas están siendo mayoritariamente críticas y negativas. En general, no está gustando, excepción hecha de una cada vez más pequeña -pero entusiasta- legión de admiradores del director de “El sexto sentido”.

Aunque no es una postura que me guste defender, reconozco que la película ni me gustó en exceso ni me pareció la castaña que otros opinan que es.

Por partes.

Los primeros diez minutos, y en ello coincide casi todo el mundo, son espectaculares e impactantes. Antes, incluso, los títulos de crédito con la secuencia de las nubes es maravillosa, un perfecto resumen y anticipo, muy desasosegante, de lo que vamos a ver en la siguiente hora y media. La cara de estupefacción de los espectadores, viendo ese arranque tan contundente, era de lo más elocuente.

Llega, después, el planteamiento de la historia, partiendo de los personajes y sus ¿relaciones? Y ahí empiezan los problemas de la película. En lo insustancial de los mismos. Ni son interesantes en el guión ni los actores que los interpretan contribuyen a darles vida. Mark Whalberg es de un inexpresivo alarmante y Zooey Deschanel, aparte de tener unos ojos de tamaño descomunal, tampoco transmite nada. Y lo de su relación… mejor corramos un tupido velo. Y, además, hay una niña, claro.

Está, después, todo lo que rodea al incidente que da título a la película, que es una idea extraordinaria, y que, esa parte sí, para mí está muy bien resuelta. Nada como una amenaza que no comprendemos ni entendemos, que se presenta de forma inesperada (Véase La niebla) y a través del medio más inocuo que podamos imaginar, para hacernos sentir incómodos, retorciéndonos en la platea.

Pero el guión no da para más. Algunos de los momentos en que Shyamalan pone imágenes a las consecuencias del incidente están muy bien. Son secas, ásperas y contundentes. Otras, sin embargo, bordean peligrosamente lo naïf. Y hay personajes secundarios con réplicas vergonzantes y ridículas, sinceramente.

Y luego está el famoso episodio en la casa perdida en el campo. Un ambiente muy del gusto de Shyamalan, como puso de manifiesto en “El bosque”, y un personaje con el que parece sentirse muy identificado. Un episodio bien filmado y resultón, pero que está metido con calzador en la historia, como si fuese un cortometraje aparte.

Para terminar, el final también está muy bien resuelto, aunque era el único posible, lógico y absolutamente previsible. “El incidente”, por tanto, ni es la obra maestra que defienden unos pocos, ni el truño que otros muchos están poniendo a parir. Es una película con cosas interesantes, con unos planteamientos muy atractivos y con un desarrollo muy irregular y decepcionante.

Valoración: 5

Lo mejor: la idea y el arranque de la película.

Lo peor: la inanidad de los personajes y las relaciones entre ellos.

ANTES DE QUE EL DIABLO SEPA QUE HAS MUERTO

Termina uno de ver la última película de Sidney Lumet y se pregunta, sinceramente, cómo es posible que este proyecto haya salido adelante. Porque vale que se trata de una historia que parte de un atraco y que las pelis de robos y acción gozan de buena prensa y mejor acogida por parte de los espectadores (recordemos “Plan Oculto”, sin ir más lejos), pero, en realidad, “Antes de que el diablo sepa que has muerto” es un ácido, duro y siniestro dramón que pone en jaque las bondades de una de las instituciones básicas de nuestra sociedad: la familia.

Encabezada por un reparto espectacular, con un sorprendente Ethan Hawke, un soberbiamente cínico Phillip Seymour Hoffman, un impresionante Alber Finney y una realista Marisa Tomei, estamos ante una película repleta de giros en el guión que, más que buscar la sorpresa del espectador, consiguen introducirle en una viciosa y adictiva espiral descendente que le lleva, directamente, al aparato excretor del género humano.

Desde la cabeza, pasando por el corazón y con parada en las tripas, “Antes de que el diablo sepa que has muerto” es un viaje a la hez en que ha terminado derivando la relación de los seres humanos con sus personas más cercanas y teóricamente queridas.

Sin dejar títere con cabeza, Lumet ha demostrado la realidad y actualidad del célebre aforismo: “A la vejez, viruelas.” Sin favores que pagar a nadie, sin concesiones a la galería o al comercialismo más oportunista, el guión de la película es modélico, funcionando como un martillo pilón que, sin prisas pero sin pausas, se empeña en demoler la estructura familiar básica.

Para ello, utiliza una narración fragmentada y desestructurada, en el tiempo y el espacio, con multiplicidad de puntos de vista y secuencias concatenadas en que cada personaje va aportando su granito de arena al descubrimiento de la verdad. O, al menos, de su verdad. Porque las verdades de los unos no se corresponden, ni de lejos, con las de los otros. Como la vida misma.

¿Recuerdan “Secretos y mentiras”, de Mike Leigh? Pues “Antes de que el diablo sepa que has muerto” es su quintaesencia más cruel y canallesca; dura y afilada; ácida y corrosiva. Porque, aunque parezca exagerado, todo lo que se nos cuenta puede ser radicalmente cierto, empezando por esas confusas relaciones fraternales de dependencia y sumisión.

Una historia sin concesiones, extraordinariamente bien contada, dirigida de una manera muy eficaz y, sobre todo, magistralmente interpretada por todos los actores que toman parte en la misma. Y, como pasa en “La niebla de Stephen King”, se trata de una película hecha por adultos y para adultos, con mucha tela que cortar y con un poderoso mar de fondo, violento, actual, moderno; una de esas películas que dan que pensar, que dan que hablar y que hacen reflexionar. Muy, muy recomendable.


Lo mejor: Los giros en la trama y cómo evolucionan las relaciones entre los personajes, poniendo al descubierto las taras, cánceres y tumores de la institución social básica.

Lo peor: En algún momento, se drama se transforma en dramón.

Valoración: 8

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

LA NIEBLA DE STEPHEN KING

Suele pasar. Está uno revisando la cartelera y lee que han estrenado “La niebla de Stephen King” y, automáticamente, piensa en subproducto de terror para adolescentes, película de verano basada en un best seller, remake de una película anterior de John Carpenter… y todo ello le lleva a despreciarla, olvidarla y, en pocas palabras, a no hacerle ni puñetero caso.

Lo que constituiría un craso y grave error de juicio, como el Irreverendo Álex se encargó de advertirnos hace unos días.

Veamos las razones.

Primero, porque al género terrorífico le pasa como al policíaco: está muy minusvalorado y se cataloga, habitualmente, como algo inferior al Arte, con mayúsculas. Los intelectuales tienden a despreciarlo, los alternativos lo miran por encima del hombro y el gran público, por lo general, pasa de él. Sin embargo, todavía quedamos algunos que pensamos que no hay géneros de primera y de segunda categoría, sino películas individuales y concretas que, con independencia del género al que teóricamente se adscriban, son buenas, malas o regulares. O, como en el caso de esta Niebla, inmejorables, espectaculares, fantásticas, colosales y otros muchos más epítetos, todos ellos positivos y grandilocuentes.

Segundo, porque el género de terror, como el negro y criminal, puede ser un inmejorable medio para contar un montón de cosas, más allá de los típicos sustos de cualquier película de miedo que se precie y de los asesinos en serie, sádicos y desequilibrados, cargados de traumas imposibles. En este caso, “La niebla de SK” es una prodigiosa película que utiliza la técnica de las cebollas: cada capa que aparece alberga, debajo de ella, otra aún más jugosa, más interesante, más ácida, más concentrada.

Tercero, entrando más en el fondo de la cuestión cinematográfica, porque el guionista y director de la película es Frank Darabont, autor de otra celebrada adaptación de Stephen King, “La milla verde”, en la que se contaban muchas y muy buenas historias, partiendo de un drama carcelario con tintes paranormales.

Cuarto, por el reparto coral de actores y la excelencia de los muy variados personajes que protagonizan la película, del héroe de toda la vida, menos heroico que nunca, a la vieja profesora del colegio, pasando por la iluminada religiosa, el paleto converso, el encargado del supermercado, la rubia guapa y voluntariosa, el abogado negro con ínfulas y un largo etcétera que conforman un riquísimo y abigarrado microcosmos que sirve para explicar cómo se comporta el género humano al enfrentarse a una situación desconocida.

Quinto, por la dimensión política y social que adquiere la película, directamente vinculada con la actualidad del mundo en que vivimos. Una película de las que, al terminar, provoca discusiones, charlas y conversaciones que, a nada que los contertulios tengan las neuronas mínimamente despiertas, prolongarán la velada hasta altas horas de la madrugada, dada la riqueza y generosidad de matices con que decenas de gestos, discursos y comportamientos de los protagonistas van pespunteando la trama.

Sexto, por el final. Joder, con el final. Uno de los finales más impactantes de la historia del cine. Un final sin concesiones para la galería. Un final de antología que será estudiado por las generaciones venideras como ejemplo de rotundidad y sobrecogimiento. Un final que, pasado un buen puñado de horas desde su visionado, aún no me lo creo. Un puñado de fotogramas que se quedan impresos en la mente del espectador a sangre y fuego.

Sexto, en pocas palabras más: porque estamos ante una de las películas más alucinantes del año. Memorable. Grandiosa y espectacular. De visionado obligatorio.

Valoración: 9

Lo mejor: todo. Especialmente, la actualidad y valentía de su propuesta y, por supuesto, el antológico final.

Lo peor: algún tentáculo y una levísima bajada de ritmo, en la parte central de la película. Apenas nada. Apenas perceptible.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

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PD.- Otra reseña de La Niebla, muy interesante, la de J.P. Banco en nuestra página hermana de Séptimo Vicio.