ASESINATO JUSTO

En estos últimos meses hemos tenido oportunidad de disfrutar con películas como “Rocky Balboa”, “Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal” o “La jungla 2.0”, protagonizadas todas ellas por actores maduros que, en su juventud, pusieron su atractivo careto al servicio de héroes de acción de las más diversas condiciones, orígenes, pelajes y cataduras morales.


Y en todas ellas, los guionistas supieron cómo jugar con el imaginario colectivo del espectador a través de acertadas y oportunas reflexiones sobre la vejez, el paso del tiempo y los estragos que los años hacen en las personas.

En “Asesinato justo” se reúnen, por fin, Al Pacino y Robert de Niro, compartiendo plano tras plano, en una película. Los dos mejores. Los dos monstruos. Los dos cracks. Por fin juntos. La pareja más anhelada, posiblemente, desde los tiempos en que Paul Newman y Robert Redford filmaran “El golpe” y “Dos hombres y un destino”.


¿El resultado? Pues como ayer barruntaba en la carta que le enviaba a mi amigo Jorge… francamente triste y decepcionante. Primero, porque entre Pacino y De Niro no hay chispa ni complicidad alguna. Ni cuando el primero le dice al segundo que es su maestro y espejo en que mirarse, a modo de ¿chiste? ¿homenaje? ¿reconocimiento? Sencillamente, falta química.

Cuando están juntos en pantalla, no transmiten sino un cierto embarazo por compartir fotogramas. Como si fueran demasiado grandes para entrar a la vez en el mismo plano. Y por eso, el final de la película, resulta hasta cierto punto patético.


Segundo, porque ambos actores están envejeciendo francamente mal, como si fueran una parodia de sí mismos y de lo que representaron en su momento. Táchenme de hereje, pero el Silvester Stallone de Rocky tiene más dignidad que esta pareja de abueletes tribuletes.

Al pobre Al, de la cara de pajarico que se le ha quedado, da la sensación de que en cualquier momento se le va a caer la mandíbula postiza. Y al diseñador de producción que ha vestido a Robert de Niro con ese chándal gris, que ya no se vende ni en el mercadillo más cutre del pueblo más remoto de Kazajistán… habría que colgarlo por los pies. ¿Es que no ven a los Soprano, hombres de Dios, para saber cómo son los chándales del siglo XXI.

Vale que el guionista introduce un par de chistes a costa de la edad de los personajes, pero suenan tan forzados como el resto de la ¿historia? que cuenta “Asesinato justo”. Porque, más allá del execrable discurso moral que transmite la película (y que está superado desde los tiempos de Harry el Sucio y Bronson el Justiciero) el problema de la película es que aburre hasta a las ovejas, es terriblemente previsible y, sencillamente, no aporta nada interesante.

Total, que no es que me arrepienta de haber ido al cine a ver “Asesinato justo”, pero sí me queda el sabor agridulce de contemplar a mis dos actores favoritos haciendo el ridículo en una película sin chicha, sin contenido y sin aliciente alguno.

El signo de los tiempos, seguramente.

Valoración: 3.

Lo mejor: que cualquier otras cosa que vea de Pacino y De Niro tiene que ser obligatoriamente mejor que esta farfollá de película.

Lo peor: Ver cómo se nos vienen abajo dos de nuestros mitos de siempre.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

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QUERIDO JORGE:

¿Hubiera sido posible, hace unos años, que siquiera nos hubiéramos planteado a qué película ir esta tarde?

Personalmente, creo que ni la crisis financiera ni la amenaza de recesión económica mundial son tan sintomáticas de lo mal que va el mundo como el hecho de que hoy se haya estrenado una película protagonizada a la limón por Al Pacino y Robert de Niro y ni tú ni yo hayamos estado en las puertas del cine, a las cuatro de la tarde, golpeando las puertas para ser los primeros en entrar.

Llamativo. Esta mañana hablábamos lo mismo de ver la película sobre el Che que la de Woody Allen. Porque, la verdad, ¿esperamos algo de esa “Asesinato justo” que reúne a nuestros antaño idolatrados ídolos?

Yo no. Y cuando leo la reseña de Javier Ocaña en El País, se me quitan las pocas ganas que pudiera tener de ir a verla. Hablando del tándem protagonista, el crítico dice lo siguiente: “Asesinato justo, rutinario thriller policial de poso ultraderechista es la última demostración de su pérdida de rumbo… de modo que entre los tics de De Niro y el vozarrón de Pacino se llega extenuado hasta un rocambolesco desenlace con un truco de guión aún más barriobajero que las consideraciones éticas de la película.”

Manda huevos, ¿eh?

Podríamos haber barajado la posibilidad de ir a ver “Un tiro en la cabeza”, de Rosales, aunque después saliéramos del cine despotricando contra los intelectuales pijos. Pero vivimos en Granada y esas pelis no se estrenan en la Capital Cultural del Mundo Mundial.

Para comedias románticas del tipo Allen no tengo mucho cuerpo, la verdad. Y, bueno… que el resto de la cartelera está un tanto anoréxica, una vez disfrutada la delirante “Tropic thunder”.

Así que, amigo Jorge, aunque hoy han estrenado una película de De Niro y Pacino, lo mejor será ver a Benicio del Toro encarnando al Che, ¿no te parece?

¡O tempora, o mores!

Menos mal que el periódico sí trae una noticia cuando menos esperanzadora, cinematográficamente hablando. “Scorsese y De Niro: renace el idilio”. Parece que los dos perlas van a juntarse de nuevo, para filmar la historia de Jimmy Hoffa, un sindicalista-mafioso que ya fue interpretado por Jack Nicholson, en una película dirigida por el gran Danny de Vito, y que pasó sin pena ni gloria por las pantallas.


¿Podemos esperar algo bueno de este reencuentro? Para mí, Scorsese sigue siendo grande. El tema, promete y el material de partida (De Niro interpretaría al supuesto asesino de Hoffa) parece estimulante: un libro titulado “He oído que pintas casas”, que haría referencia a esos asesinatos por encargo que tiñen de sangre los lugares en que los sicarios matan a sus víctimas.

En fin, que nos vemos dentro de un rato, chato, para ver al Che de Soderbergh, ¿vale?

Pasa buena tarde.

Jesús Lens.

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RADICAL ROSALES

Dejamos la columna de IDEAL de hoy viernes…
Hoy se estrena en toda España la última y polémica película de Jaime Rosales, “Un tiro en la cabeza”, brutal título para un ejercicio cinematográfico que promete ser altamente controvertido y que, esperemos, provocará un virulento debate social que abarcará no sólo lo artístico sino también lo político y lo social.

Es posible que “Un tiro en la cabeza” no se estrene en los cines granadinos, pero parece que su director ha llegado a un acuerdo con los productores para distribuirla, también, a través de Internet, de forma que todos podamos tener acceso a la misma. El reciente debut de la película en el Festival de San Sebastián ya provocó extremas reacciones encontradas. Hubo críticos que se quedaron fascinados por la radicalidad formal de la propuesta de Rosales, a través de una filmación casi naturalista y a enorme distancia del lugar donde acontece la acción y, por tanto, sin diálogos audibles de los personajes. Otros, sin embargo, han renegado y pataleado públicamente contra lo que no sería sino un bodrio pretencioso e indigerible.

Rosales saltó a la fama el pasado año, cuando su película “La soledad” fue la gran triunfadora de los premios Goya (y escribimos sobre ello, en IDEAL, una columna llamada «La soledad. El Goya invisible»), para desconcierto de un buen número de espectadores que no habían tenido la oportunidad de verla, dado lo limitado de su distribución. Y, desde luego, es una película que, siendo difícil, se te incrusta bien dentro.


No hay nada más difícil para un creador que conseguir que sus obras provoquen sensaciones perdurables en el espectador. “La soledad” las provoca. Y a raudales, sin efectos especiales, únicamente a través de las interpretaciones y de la narración bifocal que hace Rosales, en un alarde técnico que le da excelentes resultados.


Además, en sus entrevistas y artículos, el director mantiene un discurso incendiario sobre el papel que el arte debe cumplir en la sociedad. Con motivo del estreno de “Un tiro en la cabeza”, que cuenta el siniestro atentado de Capbretón en el que dos guardias civiles fueron asesinados por dos sicarios de ETA, Rosales llega a decir que su película servirá para acercar posturas en la resolución del conflicto vasco. Ahí es nada.


Con independencia de que, una vez vista, la película me guste mucho, poco o nada; la polémica generada a su alrededor y los revolucionarios conceptos fílmicos planteados por su director me parecen de lo más sano y estimulante. Ojalá que este estreno genere, efectivamente, debate y discusión y el cine, como concepto, vuelva a centrar las conversaciones de la gente, más allá de Óscar, premios o recaudaciones de taquilla.

Si hablar es una de mis pasiones, hablar de cine raya en lo compulsivo, casi, casi en lo patológico. Y sólo por eso, cineastas como Rosales y Erice, Von Trier y Kiarostami, que no sólo dirigen películas, sino que tejen todo un discurso teórico y discursivo sobre el cine, me parecen esenciales, aunque reniegue de buena parte de su filmografía.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

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TROPIC THUNDER

Si Carlos Boyero es mi faro y guía cinematográfico por cuanto al cine comercial o de autor se trata, tengo un puñado de amigos que, tirando a raritos, me intentan llevar por los caminos menos trillados de los estrenos al uso. De los famosos “Bodrios que hay que ver” de Frankie a muchas de las descabelladas propuestas del Gran Rash, pasando por las delicias orientales del desdichadamente perdido en el ciberespacio Twister.

De un tiempo a esta parte y cuando las carreras nos dejan espacio para la charla, Antonio, uno de los más aguerridos representantes de Las Verdes, nos ilustra con su vasto conocimiento del cine y la literatura bélicos, de los que es un consumado especialista.

Hace unos días, al terminar la Media Maratón del Melocotón, me comentaba que su objetivo inmediato era ver “Tropic thunder”. Yo estaba todavía grogui, después de la carrera, y no sabía de qué demonios me hablaba. Pensé que era una frikada absoluta de Antonio y me olvidé del tema.


Hasta que, esta mañana, el propio Rash me mandaba un mensaje alabando las bondades de la pelí y el papelón de Robert Downey Jr. Reconozco que, con mi viaje a Madrid, el trabajo a destajo y mi compulsión obsesivo-deportiva, tenía abandonada la cartelera. Y, sin embargo, esta tarde me ha cuadrado escaparme al cine. Quiero ver la de Woody Allen, la del Che y alguna otra. Pero me encartaba la comedia de Ben Stiller y, bueno, que me he plantado en el Neptuno, donde había cinco espectadores para ver una película que ha arrasado la taquilla americana.


Y me he despelotado de la risa. Desde el principio, con los falsos trailers de las pelis supuestamente protagonizadas por las estrellas que participan en el rodaje bélico más caro de la historia del cine, hasta ese final con un Tom Cruise desmadrado que se ríe de su figura y de alguno de los papeles más destacados de su filmografía.


Pero ¿qué es “Tropic thunder”? Es una divertidísima e inteligentísima parodia sobre el mundo del cine que parte de películas míticas como “Apocalypse now”, “Platoon”, “Rambo” o “Depredador” para hacer sangre sobre buena parte de los vicios de la industria hollywoodiense. Aparecen en escena desde el productor tiránico al director con ínfulas de artista, pasando por los actores del método que viven su papel hasta en la cama o las estrellitas decadentes del cine de acción.

Todo ello rodado de una forma espectacular, mezclando el humor con la acción, a través de una trama en la que todo termina encajando, del criticado papel de Stiller como deficiente mental y la furibunda crítica hacia los Óscar a los tópicos sobre las pelis de chinos, en el mejor sentido de la expresión.

Políticamente incorrectísima y brillantemente filmada, “Tropic thunder” se pasa en una volá y, sobre todo, provoca carcajadas que serán directamente proporcionales a lo que el espectador disfrute del cine bélico.

Parodia. Sí. Pero de lo más inteligente, bien filmado y mejor resuelto. Comedia bruta. Sí. Ácida, corrosiva y vitriólica. Con cameos espectaculares de actores como el mencionado Cruise, el impresionante Nick Nolte o el Pichón McConaughey.


Muy, muy recomendable. Sobre todo, si les gusta la incorrección política y a la gente que tiene la sana virtud de reírse de sí misma.

Valoración: 7

Lo mejor: El diálogo polludo entre el personaje de Cruise y su asistente.

Lo peor: Alguna vuelta de tuerca sobre los mismos temas que se hace repetitiva.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

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ETERNOS MALOS

Escribíamos en IDEAL hace unas semanas que los malos molan. El Joker nos ha demostrado que sí. Que lo malos, cuando son malos de verdad, son extraordinarios. El Fotogramas trae este mes una galería de malos de película sobre la que basamos nuestra nueva encuesta de la Margen Derecha, que ya sabemos que ustedes la siguen.


¿Cuáles son los mejores malos, los más aterradores, memorables y siniestros de la historia del cine?


Ponemos diez. Pero pueden ser más.


Tienen la palabra.

Durante diez días, seamos malos…

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