EL LINCE PERDIDO

Lince perdido, pero lince feliz, ese Félix, torpe y desastre como él solo, corazón de oro, mirada enternecedora, valiente, heroico y memorable por siempre jamás. 

 

¡Qué buen rato, viendo «El lince perdido»! ¡Qué bien hacerle caso a la súplica de Félix y Gus! Pero buen rato de verdad. Una película divertida, atractiva, repleta de guiños, ingeniosa, con un guión excelente y unas «interpretaciones» a la altura de una historia perfectamente cerrada en la que encajan todas las piezas como en un puzzle.

 

Pero, sobre todo, lo mejor de «El lince perdido» es haber perseverado en la estela de los grandes clásicos contemporáneos de la animación norteamericana que consiguen el aparente milagro de encandilar a los pezqueñines y caracolillos de la casa, pero deparando a los mayores grandes momentos cinematográficos, permitiendo que todos disfruten gratamente de la película.

 

A eso es a lo que llamamos talento, calidad, arte y demás adjetivos laudatorios por el estilo. Porque son películas que permiten dobles lecturas, de las teóricamente más sencillas a otras supuestamente más elevadas y complejas… aunque, a la hora de la verdad, chicos y grandes terminamos riendo a mandíbula batiente con los mismos gags, chistes y momentos delirantes.

 

En concreto, con las torpezas de Félix, con las paranoias y los cambiantes humores de Gus, el camaleón, quizá el personaje más logrado de todos; y con los diferentes encuentros que los héroes tienen a lo largo de su peregrinar por toda Andalucía, de Doñana al desierto de Tabernas, pasando por Sierra Morena, Sierra Nevada y la gaditana Playa de Bolonia.

 

Detalles para la añoranza, como el águila que rescata a la cabra, al son de la música de «El hombre y la tierra» o la secuencia homenaje a Indiana Jones, con el camión. Pero, sobre todo, imaginación a raudales, diálogos repletos de mordacidad y una conexión contemporánea con el mejor cine de animación que debe hacernos sentir muy orgullosos de que una empresa granadina como Kandor Graphics, haya ganado el Goya a la mejor película de animación de forma más que justificada.

 

Momentos como el de Gus, el Camaleón, «camuflándose» como parte de los cuadros de un museo virtual que pasan a toda velocidad por la pantalla mientras dos sujetos disertan sobre arte, resultan sencillamente sublimes.

 

Además, los chicos de Kandor Graphics ya están metidos de lleno en nuevos proyectos. Unos proyectos que darán que hablar, y para bien, de un equipo de trabajo que nos auguran grandes y positivas vivencias cinematográficas en un futuro nada lejano.

 

Por tanto, si usted no tienes hijos y es uno de esos espectadores a los que les da fatiga ir a ver una película para chicos sin la excusa de acompañar a los niños, hágase un favor a sí mismo y pídale prestados sus sobrinos a su hermano o hágase con unos primillos que le permitan pasar una estupenda velada de cine.

 

Lo mejor: que siendo una película con mensaje, no resulta en absoluto empalagosa. Y el conejo traidor. Y Gus.

 

Lo peor: que te quedas con ganas de que personajes como los lobos o el buitre Diógenes tengan más protagonismo.

 

PD.- ¿Estaremos ante el comienzo de una franquicia?

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

LA CLASE

Ha tardado varios meses en estrenarse la película de carácter semidocumental «La clase», desde que ganara la Palma de Oro en el pasado Festival de Cannes, presidido por Sean Penn, un actor y director al que se puede etiquetar como «comprometido» y que, en declaraciones previas al concurso, señalaba que el cine debe estar conectado con la vida y hablar de la realidad.

 

El punto de partida de «La clase» es muy sencillo ya que cuenta, en dos horas, el día a día del instituto de un barrio periférico y conflictivo de París. A través de la relación que se establece entre un profesor de lengua, y sus alumnos, Laurent Cantet ilustra los problemas a que se enfrenta a sociedad multirracial y pluricultural de este comienzo de siglo XXI.

 

La didáctica del profesor, Françoise, se basa en el mantenimiento de una constante dialéctica con sus alumnos. Partiendo de las preguntas que él les hace sobre cuestiones lingüísticas o literarias, Françoise no rehuye ninguna de las preguntas o cuestiones que los adolescentes, de entre catorce y quince años, ponen encima de la mesa. Les trata con honestidad, intentando ganarse su confianza y respeto.

 

Así, si «La clase» fuese una película made in Hollywood, tras un inicio entre divertido y facilón, mostrando a un profe enrollao, algún alumno plantearía un problema gravísimo, sería expulsado y después sería el mismo profesor el que, yendo a la casa del alumno y conociendo a su desestructurada familia, conseguiría reconducir la situación, haciendo que volviera a clase para terminar convirtiéndose en un alumno modelo.

 

Pero no. «La clase» es francesa y está basada en un libro escrito por propio actor que interpreta al profesor en la película, lo que contribuye a darle más verismo. Y lo que cuenta, todo lo que cuenta, es radicalmente cierto. Françoise Bégaudeau no ha inventado nada. No le hacía falta. La realidad ya es lo suficientemente rica, compleja y contradictoria como para que no fuera necesario dramatizar artificialmente la vida de los chicos del instituto.

 

Por tanto, toda la película transmite realidad a raudales. Sin banda sonora, circunscrita a los muros del instituto y con los alumnos interpretándose a sí mismos, a partir de determinado punto, las cosas empiezan a írsele de las manos al profesor. Porque no es perfecto. Como la vida, que no responde a un guión preestablecido, happy end incluido. Por eso el final, seco y áspero, cargado de un nihilismo brutal, termina dejando al espectador el sabor de la hiel en la boca.      

 

¿Y que dice Él, sobre «La clase»? Carlos Boyero escribió lo siguiente, tras su pase en Cannes: «una película empeñada en reproducir la vida sin adulterarla, en describir con conocimiento, respeto y sentimiento los conflictos que provoca intentar educar y enseñar, las tensiones de todo tipo que laten en un colegio multirracial y con mayoría de inmigrantes, el retrato de las preocupaciones prioritarias de los adolescentes alumnos, la táctica de un profesor joven y humanista para ser escuchado y respetado por chavales que sienten instintivo enfrentamiento con cualquier forma de autoridad.»

 

Lo mejor: la ausencia de moralina, el realismo a raudales de su propuesta y una tensión que se mantiene durante todo el metraje.

 

Lo peor: que va de más a menos.

 

Calificación: 7.

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

 

PD.- Si la ha visto algún profesor, sería estupendo contar con su opinión.

LINCE PERDIDO, GOYA ENCONTRADO

Hace unos meses, nos hacíamos eco de la súplica de «El lince perdido». Después, alabábamos la labor de Kandor Graphics desde las páginas de IDEAL. A través del Twitter nos alegrábamos el éxito de la película en los Goya, llevándose el de Mejor Película de Animación.

 

Y, casualidades de la vida, hoy pudimos disfrutar en la Sede Central de CajaGRANADA de sentirnos partícipes y protagonistas del triunfo, aunque fuera por un rato.

 

En estas fotos, gentileza de los Medios Audiovisuales de CajaGRANADA…

 

Una amplia representación del Reparto y el equipo, posando con el Goya.

 

Aquí, Inma y Silvia, auténticas Protagonistas de la velada.

 

Y el MicroDire y Raquel, la otra gran Protagonista, que nos merecemos el galardón por nuestro trabajo en «La cena del Pavo», una peli muy, muy divertida.

 

Jesús Lens, goyesco.  

BARRAS Y ESTRELLAS

El clic me vino viendo «Abierto hasta el amanecer», cuando George Clooney abre sus brazos y exclama: «¡Me gusta este sitio!», al entrar en el bar «La teta enroscada» y ponerse a tumbar chupitos de tequila.

 

¡Bares! ¡Qué lugares!

 

A partir de ahí, contacté por SMS con mi amigo Pepe -¿por qué me acordaría de él tan rápido, a la hora de hablar de tabernas?- y preparé una lista de bares que han tenido notable importancia en las pantallas de cine.

 

Una lista que empezó a estirarse hasta convertirse en una estupenda doble página que hoy publica IDEAL, a todo color y con un diseño espectacular. Nunca me cansaré de alabar ese trabajo de maquetación que convierte un puñado de palabras en una hermosa composición impresa.  

 

Espero que les guste. La verdad es que lo escribí muy despacio, paladeando cada uno de los bares por los que pasaba, recordando su música, su decoración y, por supuesto, brindando con los personajes que por ellos transitaban.

 

Les invito a visitarlos, tranquilamente, a través de este enlace.

 

Además, seguro que hay alguno muy especial sobre el que tú, querido amigo, nos quieres poner sobre aviso… Venga.

 

¡Hablemos de bares y de cine!

 

Tras hablar, ayer, de monstruos y tragedias, hoy pasamos a comentar las cosas buenas y bonitas de la vida.

 

Jesús Lens.

 

PD.- En la versión digital del reportaje no cupo el Typical Spanish, pequeño despiece sobre bares españoles en las pantallas. Aquí lo añadimos.

 

TYPICAL SPANISH

 

El cine español, por su puesto, también ha mostrado en pantalla sus bares, auténticos templos en que los amigos se encuentran, charlan, discuten y arreglan el mundo en noches sin fin. Hablando de los más recientes, tenemos que recordar el Bar Rico en que los protagonistas de «Los lunes al sol» tratan de ahogar en alcohol la miseria del paro y la desesperación que provoca una crisis a la que no se le encuentra solución. O el bar cuyo traspaso se queda la buena de Raimunda, en «Volver», en el que canta la famosa copla y en cuyo frigorífico esconde el cadáver de su marido.

 

Pero si hay un bar que marcó los años 90 y hasta sirvió para identificar a toda una generación de españolitos fue el Kronen, inventado por José Angel Mañas en una novela que, finalista del premio Nadal del 94, levantó oleadas de reseñas y provocó intensos debates sobre la juventud española y su falta de ideales y horizontes vitales. La película «Historias del Kronen», filmada en 1995 por Montxo Armendáriz, obtuvo igualmente gran éxito y repercusión.   

 

Terminamos aquí. Hay decenas y decenas de bares más que serían merecedores de aparecer en este reportaje. Bares a los que, seguro, a todos nos gustaría entrar a tomar una copa con un buen amigo. Bares con historia, tradición y sabor. Bares, en fin, de película.

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.