Caníbal

Hoy, en las páginas de Cultura de IDEAL, publico esta reseña sobre «Caníbal», esa película «granadina» que tanto está dando que hablar. Y más que dará…

“Yo no hago personajes.

Yo hago personas”

 

Antonio de la Torre

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Desde hace ya algunos años, Antonio de la Torre se ha convertido en el mejor actor de la cinematografía española, encajando en cualquier papel, por difícil que sea, interpretando a personajes muy diferentes entre sí. Una versatilidad y una variedad de registros que han desembocado en ese memorable sastre antropófago granadino que protagoniza “Caníbal”, de Manuel Martín Cuenca.

 Caníbal de la torre

No es “Caníbal” una película fácil ni va a ser plato de gusto para un público mayoritario. Se trata de un filme lento, pausado, reflexivo y analítico; en el que los silencios dicen mucho más que las palabras. Una película de miradas, en la que lo sugerido está mucho más presente que lo mostrado en pantalla. Una película de vacíos; despojada, austera y fría. Como su protagonista. Una película estática, en la que una cámara predominantemente fija es testigo de lo mucho que ocurre… fuera de plano. Una opción estética muy arriesgada de la que, sin embargo, Martín Cuenca sale airoso.

 canibal poster

La Granada que muestra “Caníbal”, impecablemente fotografiada por Pau Esteve Birba, galardonado en el Festival de San Sebastián con una Concha de Plata; es una Granada opresiva y angustiosa. Silenciosa. Introspectiva. Volcada hacia dentro. Gélida, como la nieve que tiñó de blanco sus calles aquel mágico 28 de febrero: ¡esa Carrera del Darro, suspendida en el tiempo y el espacio, que tan inquietante y misteriosa resulta! Remarcable, el acierto del director al mostrar la vivienda del sastre a un lado del río, y su taller justo al otro, nada más cruzar el puente; lo que permite disfrutar de un juego de espejos en el que la figura del doble está permanentemente sugerida.

En ese sentido, el homenaje a “Vértigo”, de Hitchcock, está muy logrado por Martín Cuenca, gracias a la magistral interpretación de la protagonista femenina de la película, Olimpia Melinte. Pero, y volviendo al principio de estas líneas, “Caníbal” es un Antonio de la Torre que se come, literalmente, la pantalla. ¿Quién no recuerda a Anthony Hopkins, en su papel de Hannibal Lecter? Nuestro antropófago es radicalmente diferente. No hay más que verle en la áspera y minimalista secuencia de la cena, cuando se come el filete a la plancha. Solo. En silencio. Sin un poquito de pan o unas patatas fritas que lo acompañen. Solo, la carne. Y el vino, claro. Del que apenas da un sorbo, para remojarse los labios. Sin aspavientos. Sin gesticulaciones. Sin aditamentos. Como en una ceremonia, íntima y privada. ¿Era necesaria, pues, la secuencia de la comunión en la eucaristía? Quizá. Solo quizá.

 Caníbal cena

Y están los trajes, exquisitos, que viste el protagonista. Anticuados. Elegantes. Perfectos. Como él. Como su casa y su taller: paredes blancas, casi sin decoración. Pero en las antípodas del universo Ikea, por supuesto. Grandes puertas de madera. La célebre colección de libros que publicó RTVE y que resulta más añeja que el coñac. Como los muebles. Y esa inquietante colección de dibujos de anatomía en las paredes: lógico que las tenga un sastre; terrorífico, en el caso de un caníbal.

 Caníbal carne

O la secuencia en que coloca la carne el frigorífico, tras su primera excursión a las altas cumbres de una Sierra Nevada arrebatadora y espectacular; pero también ominosa y amenazadora, inquietante. Peligrosa. O las imágenes de la playa, mientras cae la oscuridad. “Caníbal” es, en fin, una cinta con secuencias muy poderosas. De hecho, muchas de sus imágenes se quedarán grabadas en la retina del espectador. Por siempre jamás. ¿Es necesario un mejor aval para ir al cine, a disfrutar en pantalla grande de una película que debería marcar un antes y un después en Granada, como escenario para futuros rodajes?

 Canibal granada

Twitter: @Jesus_Lens