Camino de Dürres, Albania

Todo comenzó con un tuit muy extraño de Chema Ruiz España, joven y talentoso periodista deportivo que, además, fue alumno mío en ESCO el curso pasado, sin que haya constancia de que lo segundo haya ido en demérito de lo primero.

Al ver una captura de pantalla con cuatro extrañas palabras, ‘vuelos baratos a Albania’, pensé que a Chema se le había ido la pinza, como si los rigores del ardiente verano granadino le hubieran fundido los plomos y quisiera poner tierra de por medio con la vuelta al cole y este temible septiembre, también conocido como ’septiemble’…

Cuando estaba a punto de preguntarle si se encontraba bien caí en la cuenta de que lo de Albania tenía que ver con el fútbol: al Granada C.F. le había tocado en suerte jugar con un equipo albanés, el Teuta Durrës, su primer partido europeo.

Albania. Puse a mis neuronas a trabajar. Capital: Tirana. Siempre me pareció inquietante una capital con ese nombre, hasta el punto de que no me imagino cómo sería una Albania de las autonomías… Entonces me acordé de Enver Hoxha, el severo dictador albanés aislacionista de extracción estalinista. ¿Y qué más? ¿Qué más sabía de Albania? Los intríngulis con Kosovo y, por mi afición al noir, algo sobre las mafias albanesas. Y una película, ‘Lamerica’, de Gianni Amelio, sobre el éxodo albanés hacia Italia. Pero nada más.

Busco en Google algo de información sobre Durrës, la ciudad costera y portuaria donde el Granada C.F. debuta en Europa. Resulta ser el enclave más antiguo del país y el segundo en importancia, detrás de Tirana. De fundación griega, acumula 2600 años de azarosa historia y se ha convertido en símbolo del nacionalismo albanés. Leo que fueron colonos griegos de Corcira los fundadores de la ciudad. Y me acuerdo de ‘El mal de Corcira’, la novela más reciente de Lorenzo Silva.

A partir de ahí, las mil y una tribulaciones de Durrës son las tribulaciones de una Europa que siempre nos ha quedado demasiado lejos, geográfica y emocionalmente. Una Europa tensionada por la cercanía del Imperio Otomano y que confluye en esos Balcanes tan complejos y turbulentos.

Una hora después de empezada la lectura de diferentes páginas de internet, sigo enganchado a Dürres, flipando con su ciudad antigua, la Torre Veneciana y la Aldea Real, los vinos y su anfiteatro. De hecho, estoy por preguntarle a Chema que cómo va su búsqueda de vuelos baratos…

Jesús Lens