Belleza vanidosa

Hagamos un experimento de andar por casa, literalmente hablando. Yo les digo ‘Granada’ y ustedes me cuentan la primera imagen que se les viene a la cabeza.

Una, dos y… ¡tres!

¡GRANADA!

¿Qué tal? ¿Qué imagen se les ha configurado en la mente? ¿La Alhambra, sea la monumental o la que viene en forma de tercio? ¿La Sierra? ¿El Albaicín? ¿El Metro? ¿El PTS? ¿El Carlos V? ¿Mi querido Zaidín? Ahora, otra pregunta: ¿cuánto hay de recuerdos personales y cuánto de mixtificación en esa imagen?

No sé a ustedes pero a mí me pasa que, cuando ando por ahí fuera, al decirle a mi interlocutor que vengo de Granada, se le ilumina la cara. El brillo en sus ojos y el asomo de una sonrisa son la mejor prueba de que acaban de construir su propia imagen mental de nuestra ciudad, tal y como acabamos de hacer nosotros.

De eso va la gran exposición de la temporada, recién inaugurada en el Centro Cultural CajaGranada, cuyo título me parece necesariamente osado y provocador: ‘La vanidad de su belleza. Granada como imagen para el arte’. Un título muy adecuado al contenido de una muestra soberbia que, a buen seguro, concitará el interés de miles de espectadores.

La imagen de Granada interpretada a través de la mirada de 32 artistas de los últimos 150 años, condensada en cerca de 40 obras prodigiosas, algunas tan recientes que su pintura todavía está fresca, que han sido pintadas ex profeso para esta muestra.

Que la colaboración entre las fundaciones Cajasol y CajaGranada nos permitan disfrutar de exposiciones tan necesarias como ésta es una inmejorable muestra de los sabrosos frutos del trabajo en colaboración.

Tras una primera visita a su belleza vanidosa, yo ya tengo varias Granadas favoritas. La de Gordillo, por ejemplo, jugando con la leyenda ‘El corazón manda’ de la que escribí este verano, tras la visita a la Casa de los Tiros. La de Hermenegildo Lanz, por supuesto. O la de Julio Juste que, ayer, presidía la portada de IDEAL. ¿Y a usted? ¿Qué Granada le gusta más?

Jesús Lens