ALIADOS CONTRA LA SED

Sé que no debería hacerlo, que no puede ser bueno para la salud y que me arriesgo a que un día me dé un jamacuco. Lo sé. Y aún así, me encanta correr a mediodía, con las tripas vacías, cuando el desayuno no es sino un recuerdo y el cuerpo empieza a pedir la chicha del almuerzo.

Sea invierno, sea verano, nieve, truene, caigan chuzos de punto o esté el asfalto derretido por el sol, cantando la chicharra y los aires acondicionados a tope; yo salgo a correr a mediodía. Por aquello de las sensaciones, si recuerdan ustedes.

Y mis aliados son:

Por la mañana, siempre que puedo, agua, mucha agua, utilizando la táctica saharaui de los camellos y dromedarios de almacenar para cuando no haya. Bien del grifo o, si encarta, agua de Lanjarón.


En cuanto llego a casa, después de correr, para reponer los tres kilos que vengo a perder, con la espumilla blanca de la deshidratación en la comisura de los labios… Aquarius. Lo descubrí en Carchuna, tras una insolación. Desde entonces no falta en casa. Aquarius de naranja o de cola. Aquarius siempre.


Y, con la comida, haya lo que haya, un gran vaso de gazpacho Alvalle con hielo. Hay otros, los hay caseros y muy buenos. Pero mi gazpacho, Alvalle.


Y, a la caída de la tarde, por supuesto, llega la hora de la birra, de esa cerveza que se viste de verde y tanto nos gusta: la maravillosa, única e indispensable Alhambra 1925.


Y sí, vale, también alguna cañita de barril he llegado a beberme. Que, aunque yo no soy ése, podría serlo. Sin duda.

Porque beber rima con correr y nuestro color, ya lo saben ustedes, es el Verde.

Sí. Estamos locos. Pero nos gusta.

Jesús Lens.

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