La salud mental entra en escena

Les escribo mientras May R. Ayamonte, Men Marías y un servidor volvemos de Mancha Negra, el festival cultural de Ciudad Real en el que hemos hablado sobre salud mental y novela negra junto a Pablo R. Coca, conocido como Occimorons por su trabajo como viñetista. Cuatro de Granada en una misión. ¿Han visto ustedes lo de Occimorons? ¡Ojocuidao ahí! Más de 10.000 ejemplares de su cómic ha vendido, que se dice pronto.

Lo mejor de los festivales es la cantidad de deberes que me traigo, empezando por las ficciones sonoras (y menos ficciones) de Mona León Siminiani y los documentales de su hermano en Netflix dedicados a aquella atrocidad que fueron Alcàsser y los atentados de las Ramblas. Les recomiendo, por cierto, su corto ‘Arquitectura emocional 1959’, ganador del Goya de este año.

El descubrimiento de Paz Velasco ha sido deslumbrante y su charla sobre las cartas que ciertos asesinos en serie han enviado a medios de comunicación y a la policía fue brutal, en todos los sentidos. El dato de que hasta el 3% de la población entra dentro del espectro psicopático es aterrador. Eso no significa que todos sean asesinos. Mucho se habla de esos perfiles en puestos de responsabilidad como CEOs o responsables de recursos humanos de ciertas empresas. La frialdad, la falta de empatía… El ‘From Hell’ de Alan Moore tiene que volver a caer. Y los propios ensayos de Paz, claro.

El tema de la salud mental cada vez ocupa más espacio en todos los órdenes. En el Noir, sin ir más lejos. De eso escribiré el martes en El rincón oscuro, la sección semanal que este periódico dedica a la cultura negra y criminal. ¿Piensan ustedes que le prestamos suficiente atención a ese tema? Por ejemplo: la tasa de suicidios se ha incrementado de una manera alarmante y ya es la primera causa de muerte entre las personas de 15 a 29 años. Demoledor.

Jesús Lens

Unas cañas con ciencia

Tengo que dejar que se aposenten los efectos de la encuesta de GAD3 para IDEAL… Mientras, la vida sigue.

Como ahora toca decir lo de que la auténtica encuesta, la definitiva, es la del próximo domingo en las urnas; hablemos de temas tangenciales. O no. Porque mientras la anodina campaña electoral —o de perfil bajo, como ustedes prefieran— encara su recta final, la vida sigue. Por ejemplo, en los bares. 

Hoy, mañana y pasado se celebra el festival Pint of Science. O sea, birras de ciencia. La cosa es juntarse en dos bares, el Lemon Rock y La Tertulia, para escuchar, ver y conversar con diversos científicos que cambian las probetas por jarras y las soluciones salinas por cerveza. (Aquí, toda la información sobre el festival).

La semana pasada estuve con sus dos organizadores, Ana Tamayo y Antonio Gómez, compartiendo unas birras, precisamente. Al calor de unas Alhambra —que felizmente ha recuperado el nombre de Especial— hablamos de la importancia de acercar la ciencia a la gente, de sacarla de los cenáculos y desacralizarla. Siendo rigurosos y científicos, por supuesto, que una cosa no está reñida con la otra. (Aquí puedes leer, ver y escuchar el contenido de esta conversación). 

Para ello, los científicos tienen que cambiar su discurso y desarrollar habilidades comunicativas que hagan la ciencia accesible. En Pint of Science tienen un manual para los ponentes con recomendaciones para sus charlas. Me encanta esta: “Presentar tu tema de manera informal animará a la gente a plantear preguntas ‘tontas’ que en un contexto formal no se atrevería a preguntar. Por nuestra experiencia, podemos asegurarte que el público te hará muchas preguntas. Sabemos que en el entorno de un bar y en un contexto de tú a tú con el científico, la gente pregunta sin miedo. Contesta lo que puedas y no tengas miedo a decir “no lo sé”. ¡Qué maravilla!

Jesús Lens