Rapa y La unidad T2: gran cine negro

En puridad son series, pero como hablamos de 6 episodios de menos de una hora cada uno, las he visto de dos o tres tacadas, como si de una película larga se tratara.

El año pasado ya me puse como objetivo ver menos series. Y lo estoy cumpliendo a rajatabla. Las que veo son de las que empiezan y terminan. Como ‘Rapa’ y la segunda temporada de ‘La Unidad’. Y es que las series originales de Movistar+ suelen estar muy bien, por lo general. 

‘Rapa’ es de los creadores de ‘Hierro’. Repiten la misma fórmula, que tan buenos resultados dio, trasladando la acción desde la pequeña isla canaria a la Cedeira gallega, otro municipio ‘bonito’, con sus particularidades estéticas, culturales y antropológicas. Por ejemplo, A rapa  das bestas, que tiene que ser todo un espectáculo. 

De nuevo la mirada de alguien de fuera sirve para que el espectador descubra los secretos de una comunidad cerrada y aparentemente idílica. Como si de una vuelta a la filosofía de ‘Twin Peaks’ se tratara. En este caso, un profesor de instituto descreído, cínico y deslenguado. Encuentra el cadáver de una mujer, que pronto se sabrá que es la populista alcaldesa del pueblo, y se involucra en la investigación. Interpretado por un imperial Javier Cámara, sus secuencias con la sargento de la Guardia Civil interpretada por Mónica López son de antología. 

La trama de ‘Rapa’ está muy bien construida, los ambientes excelentemente caracterizados y los cebos que Coira y Araújo lanzan a los espectadores, perfectamente enganchados al anzuelo. 

Llegados a este punto, ¿qué tal si Pepe Coira y Fran Araújo se vienen a La Alpujarra? Si yo tuviera algo que ver con las Film Comisions granadinas, les haría un road trip por nuestros pueblos blancos y les llevaría a conocer los secaderos. Ahí hay tema, se lo digo yo. Muerte entre jamones…

Y luego está la segunda temporada de ‘La Unidad’, en la que Granada es uno de los escenarios. ¡Qué impresión, ver a las tres mujeres de El Hatch vestidas de negro, completamente tapadas, mientras pasean por Puerta Real, frente a Correos y el hotel Victoria. Ese luto mortificante que contrasta con los vivos colores de un cartel de Cervezas Alhambra que anuncia una fiesta popular. 

Si la primera temporada de ‘La Unidad’, con Dani de la Torre y Alberto Marini a los mandos, nos dejó un inmejorable sabor de boca, la segunda no se queda a la zaga. En este caso, los propios miembros de la unidad antiterrorista de la Policía están en peligro, dado que son el objetivo directo de un iluminado que también está zumbado. Un perturbado de marca mayor. 

El trabajo de actores y actrices es espectacular. Y las tomas con dron, aunque se corra el riesgo de abusar de las panorámicas aéreas, sitúa la acción en cada espacio y lugar en apenas unos segundos. Además de que Granada, la Alhambra y el hotel Alhambra Palace, lucen mejor desde todo lo alto.

Ya saben ustedes que me fascina la figura del infiltrado. Del agente doble. En esta segunda temporada de ‘La Unidad’ desempeña un papel esencial. Como las víctimas colaterales. Que ya verán ustedes el final…

Una decisión muy valiente y arriesgada, la del último capítulo, por cierto, que conecta con una de las lacerantes lacras que sacude los informativos cada vez con mayor habitualidad. Y ahí lo dejo, que no quiero fastidiarles la sorpresa. 

Ojalá más miniseries policíacas como ‘Rapa’ y ‘La Unidad’. Sus arcos argumentales están perfectamente desarrollados, presentan una factura técnica y humana impecable y van mucho más allá del sobado ‘adictiva y trepidante’. 

Jesús Lens

La nueva saga policíaca de Alicia Giménez Bartlett

En su última novela de la saga dedicada a la inspectora Petra Delicado, Alicia Giménez Bartlett no mataba a nadie. Tanto es así que se tituló ‘Sin muertos’, lisa y llanamente. Era una biografía de su personaje de cabecera que nos permitió conocerla mucho mejor.

Una de las grandes sorpresas del 2022 literario fue el anuncio de que la afamada y multipremiada escritora publicaba nueva novela policíaca, pero que lo hacía en la editorial Alfaguara y cambiaba de escenario y protagonistas. 

Petra y Fermín Garzón quedan aparcados, pues. Aunque no definitivamente, que habrá nueva novela con ellos publicada en Destino. La acción se traslada de Barcelona a Valencia y las protagonistas son dos hermanas muy jovencitas, recién salidas de la academia de policía. 

¿Se acuerdan de ‘El silencio de los corderos’, cuando sus jefes elegían a la joven Clarice Starling para que se presentara ante Hannibal Lecter casi como víctima propiciatoria, tierna e inocente? Pues algo así les ocurre a las hermanas Berta y Marta Miralles, protagonistas de ‘La presidenta’. 

El punto de partida les sonará. Vita Castellá, presidenta de la Generalitat Valenciana, aparece muerta en un caro hotel de Madrid el día antes de declarar ante el Tribunal Supremo. La cosa pinta mal para el partido en el Gobierno. Sus fuerzas vivas se movilizan para que la investigación sea lo más rápida, incolora, inodora e insípida posible. Y para eso, nada mejor que encargársela a dos policías novatas. Dos chiquillas sin experiencia alguna. Dos pipiolas sin conexiones ni posibilidad de acceso a los recursos de los polis veteranos. 

Con lo que su jefe no contaba era con la determinación, el desparpajo, el morro y la imaginación de Berta y Marta, dos hermanas muy diferentes entre sí. No les voy a contar nada sobre ellas. Es una sensación deliciosa empezar a conocerlas a través de la afilada y socarrona prosa de Alicia Giménez Bartlett, una de las grandes escritoras de nuestro país. 

“—¿Tú crees que sospecha algo?”, se pregunta una de ellas, hablando sobre su jefe. 

“—¡Qué coño va a sospechar! Nos toma por dos floreros decorativos. Me va a gustar mucho ver la cara que se le pone cuando resolvamos el caso”. 

Esta conversación entre las protagonistas, muy al principio de la novela, nos muestra bien a las claras que no hay trampa ni cartón. La autora lo tiene claro. Los personajes lo tienen claro. Los lectores lo tenemos claro. Y por eso disfrutamos tanto de ‘La presidenta’, que parte de un presupuesto que puede parecer naif, pero imprescindible para marcar el tono de la novela. Cuando leemos que el jefe “pasó de tratarla como a una hija a hacerlo como a una disminuida mental”, tenemos claro el escenario en que nos movemos. 

La lectura de ‘La presidenta’ es placentera y divertida. El punto sarcástico de Alicia Giménez Bartlett, reconocida hace unos años con el IV Premio Granada Noir, es impagable. Y están esos aspectos naturalistas que tan cercanas hacen sus novelas. “Ambas Miralles comprendieron que el ejercicio de su profesión estaría casi siempre ligado a una institución nacional tan arraigada como el bar”. O esta otra: “pasara lo que pasara con el caso y con su amenazada carrera policial, empezaba a ser imperativo ir al supermercado”.

¿Y la investigación? “El plan… estaba inspirado en la misma filosofía que las había acompañado a lo largo de toda la investigación: la necesidad de generar movimientos que afloraran algún tipo de prueba”.

Esta tarde, el Club de Lectura y Cine de Granada Noir nos reunimos en Librería Picasso para hablar sobre ‘La presidenta’. ¡Qué bien lo vamos a pasar!

Jesús Lens    

Votar contra el calor

La cuestión, hoy, es conocer los índices de abstención. Además de saber si Moreno Bonilla gobierna solo o en compañía de otros, claro. Lo de la supuesta sorpresa de la izquierda es más un deseo que una realidad. Aunque… ¿a quién perjudicaría en mayor medida una aplastante abstención? Además de al sistema en su conjunto, quiero decir.

Habernos convocado hoy a las urnas tiene un indudable efecto desmovilizador. Supongo, pues, que el PP habrá echado sus cuentas, contando con la mayor fidelidad de su electorado. Esta noche saldremos de dudas. Pero ojito con la abstención, insisto.  

Tengo curiosidad por asomarme al colegio electoral cerca del mediodía, a ver qué ambiente se respira. Menos mal que hoy empiezan a bajar las temperaturas. Si no, sería irrespirable.

El factor climático va a ser cada vez más importante en las citas electorales. De hecho, tengo claro que mi voto será contra el calor, de aquí en adelante. O, en positivo, a favor del partido que, de forma creíble, más árboles lleve en su programa electoral. ¿Han visto ustedes lo de los cientos de crías de vencejo caídas al suelo por la ola de calor en Sevilla y Córdoba? Pues eso. 

La emergencia climática ya condiciona nuestra vida. Por la conciencia ecológica, pero también por el parné. Calentar y enfriar nuestros hogares y lugares de trabajo cuesta un potosí. La calefacción y el aire acondicionado incrementarán el precio del café, la caña y la entrada del cine. Subir y bajar a la playa será cada vez más caro. Y en las calles no se puede estar. 

El calor es un factor a tener en cuenta en los índices de abstención de hoy, pero será clave en los programas electorales de los partidos en los próximos años. Ténganlo en cuenta, gurús y estrategas. 

Jesús Lens

Los mundos alternativos de Javier Olivares

Vino Javier Olivares a recoger el I Memorial Fernando Marías de Gravite, el festival patrocinado por CaixaBank, y lo hizo con un notición bajo el brazo: ha encontrado un guion de nuestro llorado y admirado Fernando y ya está con el dibujo, para que vea la luz en Astiberri. Se trata de la historia del esquivo ilustrador Joaquín Pertierra, un enigma en sí mismo dado que nació como personaje de ficción y poco a poco se fue convirtiendo en real, hasta el punto de influir en el trabajo del mismísimo Olivares, todo un Premio Nacional del Cómic.  

Parece un trabajo de la mismísima Corporación, el hallazgo de este inédito. Esperaremos a tenerlo en nuestras manos para valorarlo en su justa medida. Y para conocer en profundidad la génesis y ejecución del proyecto. Pero me congratula hasta lo indecible que ‘Arde este libro’, publicado por Alrevés, no vaya a ser la última obra de Fernando Marías en ver la luz. 

Vino Olivares a Granada y lo hizo acompañado, también, de su personalísima, inaudita e imprescindible relectura de ‘La guerra de los mundos’. Es otro de los trabajos realizados mano a mano con el guionista Santiago García y ahora mismo no se me ocurre una lectura más perentoria, urgente y necesaria. (Lean aquí la conversación con José Enrique Cabrero)

. Foto: Ramón L. Pérez

Todos conocemos la historia de H. G. Wells. Además de novela y serial radiofónico, ha sido llevada al cine varias veces. Entre otros, por Steven Spielberg, con Tom Cruise como protagonista. ¿Qué aporta la nueva vuelta de tuerca de García y Olivares? Un radical cambio de perspectiva. ¿Y si fueran los humanos quienes, tras haber convertido la Tierra en un vertedero, salieran a la conquista de Marte?

No les arruino la cantidad de sorpresas y referencias históricas, perfectamente hilvanadas, que hay en este álbum portentoso. Solo les diré que cierto bichito, y hasta el día de Reyes de 2021, encuentran perfecto acomodo en la narración. Por desgracia, en un contexto bélico como el actual, se lee con mayor desasosiego.

Vino Javier Olivares semanas después de que los ‘Adictos al crimen’, el Club de lectura y cine de Granada Noir y Gravite, nos reuniéramos en la Librería Picasso para comentar ‘Warburg & Beach’, un artefacto alumbrado junto a Jorge Carrión y publicado por Salamandra Graphic.        

En formato acordeón, ‘Warburg & Beach’ se puede leer de principio a final o de final a principio. Se puede leer como una historia doblemente lineal, pero pide a voces desplegarse en toda su inmensidad para gozar de su enorme caudal de posibilidades gráficas y narrativas. Lo que hicieron Carrión y Olivares es todo un tour de force.

Estamos ante un collage narrativo que cuenta la vida y la obra de la librera Sylvia Beach y del historiador alemán Aby Wargur, conocido por haber alumbrado una de las bibliotecas personales más singulares de la historia. Se trata de un encendido homenaje a dos prescriptores literarios cuya magna obra no está constituida por lo que escribieron, sino por lo que hicieron con y en torno a los libros: crear espacios míticos donde pasaban cosas. Puntos de encuentro, diálogo, reflexión, diversión y descubrimiento en torno a la literatura.

Warburg & Beach

Javier Olivares, en plena explosión creativa, ya trabaja en nuevos proyectos con García y Carrión, además de en el enigma Pertierra. ¡Más madera! 

Jesús Lens

Don Winslow prende la ‘Ciudad en llamas’

Hace unas semanas volvió el festival En Órbita. Como se celebra muy cerca de casa, siempre procuro ir. El sábado, con mi pulserita en ristre, me tumbé a leer un rato en el sofá después de comer, preparando el cuerpo para cruzar a Fermasa. Iba por la mitad de ‘Ciudad en llamas’, el libro más reciente de mi adorado Don Winslow, publicado por Harper Collins.

La música empezó a sonar, pero yo seguía leyendo. La tarde avanzaba, los grupos se sucedían en el escenario y yo no me movía. Hasta que no leí la última frase y dejé un gélido mar a mis espaldas, no me levanté del sofá. Entonces ya sí. Entonces sí me fui a disfrutar de la música, contento y satisfecho. Y ansioso, claro.  

Me encanta esa sensación de adicción total que te provocan los buenos libros. Los de Don Winslow son así. Frases cortas y cortantes, como ráfagas de ametralladora. Diálogos ásperos y electrizantes. Párrafos brevísimos. Y acción, acción, acción. En Winslow, la acción es la que define a los personajes, la que hace avanzar la historia. 

“Danny Ryan ve salir a la mujer del agua como una visión surgida del mar de sus sueños.

Salvo que es real y va a traer problemas.

Las mujeres así de bellas suelen traerlos.

Danny lo sabe; lo que no sabe es hasta qué punto va a trastornarlo todo. Si lo supiera, si supiera lo que va a suceder, se metería en el agua y le hundiría la cabeza hasta que dejara de patalear.

Pero no lo sabe”.

Así comienza ‘Ciudad en llamas’, la antepenúltima novela de la carrera de Don Winslow, según ha anunciado el propio autor. Así arranca una nueva trilogía cuyas dos próximas entregas ya están escritas y se publicarán en 2023 y 2024. Y ya no más. Porque el escritor neoyorquino, que frisa los setenta años de edad, se va a dedicar a hacer campaña contra Donald Trump, al que considera una amenaza para su país, y no volverá a escribir novelas. Al menos, eso ha anunciado en sus activas y combativas redes sociales.  

Comienza esta última trilogía presentando a un nuevo personaje, ese Danny Ryan de orígenes irlandeses que vive y trabaja en la Costa Este de los Estados Unidos. Arranca mezclando en esas primeras frases dos los de temas habituales en el género negro: la mujer fatal que todo lo complica y el fatalismo y la predeterminación. La fuerza del destino. Trágico y doloroso. 

Danny Ryan, su familia y amigos están a punto de disfrutar de una de las famosas barbacoas de Pasco Ferri. Es agosto de 1986 y todos ellos se dedican a la mala vida. Tampoco es que sean grandes capos ni nada por el estilo. Al menos, Danny y sus colegas. Aún no les ha dado tiempo. Son demasiado jóvenes. Hablamos de maleantes del tres al cuarto. Con sus golpes y algo de contrabando sacan lo necesario para vivir razonablemente bien. Sin estrecheces, pero sin lujo alguno. Nada de mansiones o cochazos. Pero las cosas están a punto de torcerse. Para todos.

“Las guerras de bandas, como cualquier guerra, son en gran medida económicas. 

Luchar cuesta dinero, y los chicos tienen que seguir ganándose la vida, pagar la hipoteca o el alquiler, poner comida en la mesa. No se metieron en esto porque quisieran formar parte del ejército, sino para hacer dinero y, si el dinero no llega, los soldados se van”.

Si ustedes ya le han leído antes, en ‘Ciudad en llamas’ encontrarán al mejor Don Winslow de siempre. Si aún no han tenido el gusto, ¿a qué esperan? 

Jesús Lens