Alcalde con altura de miras

Imperó la lógica y dimitió Salvador. Por fin. Debió hacerlo semanas atrás, cuando sus socios de gobierno y de partido le dieron la espalda y lo dejaron más solo que Gary Cooper ante el peligro. Ha estado prolongando la agonía innecesariamente. ¿Buscando apoyos imposibles? ¿Trabajándose un puente de plata, más o menos lejano? Ya da igual.

El anuncio de que Salvador apoyará a la lista más votada en su momento y saber que no conservará ningún puesto de representación orgánica en el Ayuntamiento, en principio, le da legitimidad democrática a la alcaldía de Paco Cuenca, que estará libre de pagar peajes por oscuras componendas. En principio, insisto.

Y es aquí donde debemos exigirle altura de miras al presumiblemente nuevo alcalde. El lunes pasado, conversando con Francisco Herrera, catedrático de Inteligencia Artificial a la vez que concejal del PSOE, se mostraba convencido de poder gobernar en minoría. La clave: un presupuesto. El que no le permitieron sacar adelante a Cuenca durante su anterior mandato.

¿Sería posible, por una vez, que PSOE, PP, Podemos-IU, Vox y los restos de Cs consensuaran un acuerdo de mínimos sobre el el futuro de la ciudad? Cuenca ha estado enseñando estos días un documento con 40 propuestas por y para Granada. Se le critica que adolece de falta de concreción. De ser voluntarista. Vale. Que necesita del apoyo del Gobierno central. Pero no he oído decir que sea disparatado.

A la espera de los fondos Next Generation, es perentorio que los concejales del Ayuntamiento aparquen sus diferencias, personales e ideológicas, y se sienten a hablar del futuro de Granada, más allá de su futuro personal y profesional.

¿Qué Granada quieren? ¿Qué Granada queremos? A una Granada realizable, me refiero. A una Granada posible. Y la hoja de ruta para llegar a ella en un plazo igualmente creíble.

Olviden el Gran Espacio Escénico y desembovedar el Darro, por favor. Céntrense en metas realizables y conseguibles. Pónganse de acuerdo en una Granada del futuro en la que trabajar todos a una. No pongan en marcha, por la bravas, proyectos cuestionables que dividan a la ciudadanía y que, en la campaña de 2023, sirvan de arma arrojadiza. Y ojito con los roalillos y los amiguetes. Con los círculos de confianza más excluyentes y los asesores áulicos, siempre en la sombra.

Se abre un nuevo capítulo en la historia de Granada. Consigamos que su horizonte vaya más allá del 2023, gane quien gane esas elecciones.

Jesús Lens

Los niños de la Ciudad

Es sintomático cómo cambia la película. Cuando se internaba a los inmigrantes en hoteles de las Canarias cerrados por la pandemia, las fuerzas reaccionarias de este país se echaban las manos a la cabeza, criticando que el Gobierno les regalara unas vacaciones pagadas. Que vinieran a España a tratar de ganarse la vida daba igual. El discurso xenófobo y racista no admitía medias tintas o matiz alguno.

Ahora que los internados son chavales españoles desplazados a las Baleares a correrse una juerga pandémica; esas mismas voces reaccionan como si los hubieran encerrado en un campo de concentración.

Quiso la casualidad –o no – que en mitad de la polémica sobre los jóvenes juerguistas, Laura Ubago publicara ayer un excepcional reportaje sobre catorce chaveas extranjeros y mayores de 18 años que, al amparo de la Ciudad de los Niños, hacen por labrarse un futuro profesional en nuestro país. Hicham es ayudante de cocina en un restaurante y quiere ser peluquero. Mohamed sueña con ser recepcionista de hotel. (Leer AQUÍ)

Captura del vídeo de Alfredo Aguilar.

Sangokoura quiere ser ingeniero, Cherno es peón de fábrica en un tostadero y Ousama e Ilyas están en la órbita de la hostelería. En su mayoría, llegaron a España sin conocer el idioma ni las costumbres de nuestro país. Sin red de apoyo familiar o social que les amparase, enmarañados en la burocracia. Y ahí están, peleando a brazo partido por formarse y acceder a un puesto de trabajo, al margen de tópicos y lecturas tremendistas y malintencionadas.

Jóvenes como ellos serán quienes paguen nuestras pensiones en un futuro no muy lejano. Además, tratarán de ayudar a los familiares que quedaron lejos. Acogerlos e integrarlos en nuestra sociedad, además de ser éticamente justo y necesario, nos interesa. Nos beneficia. No es buenismo bienintencionado ni rollo multicultural, aunque también. Es interés, puro y duro. Pasta. Dinero.

Captura del vídeo de Alfredo Aguilar

Enhorabuena a la Ciudad de los Niños y a los empresarios que colaboran con la organización para conseguir trabajo a quienes tanto lo necesitan y más difícil lo tienen.

Jesús Lens