¡Dad vida feliz!

Desde hace la intemerata de tiempo, este 24 de diciembre me gusta celebrarlo con el tradicional cuento de Navidad o relato de invierno. La costumbre me viene de los tiempos de Paul Auster y aquel maravilloso ‘Cuento de Navidad de Auggie Wren’, pieza insuperable cargada de emoción y sensibilidad.

Este año, sin embargo, he sido incapaz de escribirlo. No les voy a ocultar que la realidad es tan absorbente que cualquier ficción palidece a su lado. Tenía una idea, creo que buena. Gracias a Amanda, la auténtica y genuina Homeroteca de IDEAL, había encontrado una noticia publicada el 31 de mayo de 1932: el novelista HG Wells se encuentra de visita en Granada. “Admirado de nuestra ciudad, aunque no pensaba quedarse más de un día, ha prolongado su estancia para tres o cuatro”. ¿Qué hizo el fantástico novelista durante aquellos días?

“Hemos visitado al ilustre escritor para saludarle y ofrecernos durante su estancia en ésta, negándose de momento a hacer ninguna clase de manifestaciones a la prensa”, escribía el plumilla de entonces.

Había pensado alojar a Wells en el Alhambra Palace y llevarle a la tertulia del Rinconcillo o al Ateneo, que está documentado que participó en alguna de aquellas reuniones. Quería juntarle con Lorca y sus coetáneos, a los que enseñaría cómo fabricar su prodigiosa máquina del tiempo, a sabiendas de lo que pasaría apenas cuatro años después. El plan de fuga iba a ser un sencillo homenaje a esa serie tan maravillosa, ‘El Ministerio del Tiempo’, una de las mejores cosas que nos han pasado durante este año aciago. Lo vinculaba a esta columna sobre El Ministerio del Tiempo a la granaína.

Pero, como les digo, no lo he logrado. Empezaba a escribir y era incapaz de concentrarme. En este presente tan complejo, extraño y amenazador, me resulta imposible encapsularme en un universo de pura ficción, aunque sea durante unas horas. Seguiré perseverando en el intento, no obstante. A continuación tenéis el Cuento de Navidad de 2019, 2018  y 2017. En esa página están enlazados los de años anteriores.

Celebramos la Nochebuena y la Navidad. A estas alturas, ponernos en plan admonitorio tampoco tiene mucho sentido. Ya sabemos qué hacer y, sobre todo, qué debemos evitar estos días, tratando de ser cerebrales y no dejarnos llevar por las emociones, las que surgen de forma natural y espontánea y las que son producto de una copilla de más.

Hace unos días vi un cartelito que me gustó mucho: ‘feliz naVIDAd’. Con esa idea me quiero quedar. Este año, démosle la vuelta a la Navidad y hagamos todo lo posible por proteger la vida. Este año… ¡Dad Vida Feliz!

Jesús Lens

El Señor del Anillo Verde

Ayer me desperté con un pálpito intuitivo y anticipatorio: verás tú que, un año más, no me toca el Gordo. Menos mal que, en este 2020, el célebre dicho de que lo importante es la salud cobra más importancia que nunca.

Dejé a los chaveas de San Ildefonso desgañitándose en Madrid y fui en busca del periódico y el café, ese binomio perfecto. Caminaba por el Zaidín cabizbajo y taciturno. La noche anterior, que me sorprendió en la calle por gajes del oficio, fui incapaz de ver la gran conjunción de Saturno y Júpiter. Presa del insomnio y rebulléndome en la cama, moría de envidia al ver las imágenes de los buenos aficionados a la astronomía. Puedo prometer y prometo que para la próxima gran conjunción, la de 2080, me lo tomaré más en serio, que para algo soy un fan fatal de Saturno y sus sugerentes anillos.

Como lo soy de ese otro anillo, el verde, con abría la portada de IDEAL. El plan es, básicamente, rodear Granada con 200.000 árboles que serán plantados a lo largo de los próximos 10 años. La foto del alcalde pala en mano está muy bien, que hay que predicar con el ejemplo. Por allí andaba también el delegado de la Junta, Pablo García, hablando del compromiso con el medio ambiente del ejecutivo andaluz.

Pedí un segundo café donde Gregorio y busqué en la hemeroteca mi columna del 1 de marzo de 2019, meses antes de las elecciones municipales que auparon a Salvador a la alcaldía. Se titulaba ‘Un pulmón verde para Granada’ (Leer AQUÍ) y hablaba de la extraordinaria idea planteada por Antonio Cambril, candidato de IU-Podemos, de completar un corredor verde por el Violón que conecte la Ruta del Colesterol y su prolongación por las zonas ajardinadas de los paseos de la Bomba y el Salón con el parque Tico Medina y el nuevo pulmón arbóreo de la zona del PTS.

Bienvenido sea el anillo verde y el compromiso de azules y naranjas con la causa ecologista. Pero al César lo que es del César y a Cambril mi agradecimiento por aquella propuesta lejana que, poco a poco, se hace realidad. Él y su equipo son los primigenios Señores del Anillo Verde y así es de justicia reconocerlo.

¿Y sobre el pálpito lotero? Pues que siento el Gordo como propio. Que haya tocado en Granada es bueno para todos. ¡Enhorabuena y felicidades!

Jesús Lens

Evaristo y Burma, dos joyas del cómic noir

Me van a permitir la licencia de hacer algo que nunca hago, pero la ocasión lo merece. Les voy a recomendar encarecidamente que compren, sea para leer ustedes, sea para regalar; un tebeo que todavía no he terminado de leer. De hecho, apenas voy por la mitad, pero estoy tan entusiasmado que no puedo esperar una semana más para hablarles del ‘Nestor Burma’ de Léo Malet y Jaques Tardi, una de las cumbres del noir europeo, recién publicada por Norma Editorial en recopilatorio integral que no puede faltar en cualquier biblioteca negra y criminal que se precie.

Hace años que leí ‘Niebla en el puente Tolbiac’, la primera historia de este totémico recopilatorio. Recuerdo que me gustó tanto el personaje de Burma que decidí no leer ningún otro de los tebeos para entregarme a las novelas de Léo Malet. Nunca lo hice. Que me perdone mi querida Charo González Herrera, una fan furibunda del autor galo y una de las mejores lectoras de este país, coordinadora de varios clubes de lectura.

Le pregunto por Burma y Charo lo tiene claro: “me gusta mucho porque me explica una parte de la historia de Francia que era muy desconocida para mí, como el gobierno de Vichy la posguerra mundial. Me gusta también porque es como un Sam Spade a la francesa. ¡Es muy chulo!”. ¿Y la adaptación al cómic? “Me encantan: Tardi es lo más. Es para enmarcar cada viñeta. Son tan precisos, tan chulos… son una pasada”, concluye una Charo cuyo entusiasmo siempre es contagioso.

Nestor Burma es, efectivamente, uno de esos detectives privados cínicos y descreídos, pura esencia del noir fundacional. Y no es para menos: Malet le dio vida en el año 1942, en mitad de una Francia ocupada. Las heridas abiertas por la II Guerra Mundial y la dura posguerra supuran en sus narraciones, cargadas de fatalismo.

La primera de las historias, la del puente Tolbiac, arranca en 1956 y es capital para conocer los orígenes libertarios y anarquistas de un Nestor Burma al que se le aparece un fantasma del pasado reclamando justicia. En la mejor estirpe de los héroes de Chandler y Hammett, Burma no cejará hasta esclarecer la verdad y hacer justicia… o algo parecido. Eso sí, aunque tendrá que pagar un peaje demasiado doloroso. Porque la fatalidad siempre impregna sus narraciones.

Yo juraría que conozco esa tasca

Estoy a mitad de ‘Calle de la Estación, 120’, una historia larga y morosa que transcurre en esa Francia ocupada de comienzos de los 40, en una ciudad de Lyon ominosa, siempre cubierta de niebla. A través del evocador dibujo de Tardi, cada vez que Burma los puentes sobre el Ródano o el Saona se nos mete dentro la humedad. Los siniestros callejones, el calor de los bares y cafés. ¡Una pura gozada!

Y ahora pasemos a hablar de ‘Evaristo’, otro recopilatorio con nombre propio. En este caso, nos vamos a la Argentina de finales de los 50, sacudida por la violencia de unas bandas que no tenían nada que envidiar a las de Chicago en los años 30. Frente a ellas, Evaristo Meneses, no por casualidad apodado como ‘El Eliot Ness argentino’.

‘Evaristo’ está basado en un personaje real, un policía con código de honor propio que, cuando dejó el cuerpo, montó una agencia de detectives. Es fantástico cuando le da una paliza a uno de los policías que han maltratado a un sospechoso adolescente, por ejemplo. Porque su gente no tortura. Y eso que él tiene la mano larga y no duda en repartir mamporros o tirar de la pipa cuando considera que la situación lo requiere.

Cuando el Evaristo de carne y hueso vio las primeras planchas del cómic, surgido del talento de Carlos Sampayo al guion y Francisco Solano López a los lápices, con el laconismo que le caracterizaba, solo dijo que él era más bajo y menos gordo que su representación gráfica. Por lo demás, todo bien.

Si las historias de Burma son largas y las tramas concienzudas, ‘Evaristo’ es pura atmósfera, ritmo y expresividad gráfica. Historietas cortas, directas al mentón, como un directo de izquierdas en plena cara.

 Estas fiestas, no tengan dudas. Si les gusta el cómic noir más clásico, ‘Evaristo’ y ‘Nestor Burma’ son dos apuestas ganadoras. ¡Feliz Navidad!

Jesús Lens

Hay que ser cabezón

Hace unos días, la mayoría de los periódicos españoles abrían sus portadas con una secuencia de imágenes que, a la postre resultó ridícula. El vicepresidente Iglesias y la ministra Montero en animada charla en los pasillos del Congreso, discutiendo sobre alguno de los temas en los que existen discrepancias entre PSOE y Podemos. Y un titular de esos que harían parar las rotativas: “No seas cabezón”. A partir de ahí, horas y horas de sesudos análisis sobre las tensiones en el Gobierno, los problemas y el caos.

No seas cabezón. ¡Qué barbaridad! ¿De verdad puede sostenerse un gobierno en el que un miembro del gabinete le espeta a otro que no sea cabezón? ¡Uf! Qué crisis más espantosa. Qué horror. ¡Tiembla, Moncloa!

A mí me pasó una vez. Discutía con un amigo, me dijo que me estaba encabezonando y al día siguiente, al amanecer, nuestros padrinos revisaban las armas con las que nos batiríamos en duelo. ¡Cabezonerías a mí!

En Ciudadanos Andalucía también andan a la greña con un quítame allá esas consejerías. Juan Marín y Rocío Ruiz discrepan sobre si los nuevos consejeros de la Junta deben ser funcionarios o si pueden ser afiliados de base. A la discusión se le está dando tanto pábulo que el vicepresidente ha llegado a afirmar que la consejera de Igualdad no debe dimitir por defender una tesis contraria a la suya.

Ya sé que estos debates no son más que la punta del iceberg de las tensiones de fondo, pero hemos llegado a un punto en que la mínima discusión o diferencia de criterios o pareceres entre nuestros próceres se eleva a la categoría de tormenta, Dana o gota fría. De huracán, incluso.

Soy un discutidor nato. La discusión es sana y natural. Enriquecedora y necesaria. En los partidos políticos, la consigna es discutir los temas de puertas adentro hasta la saciedad pero, una vez alcanzado un consenso, toca defender la posición a capa y espada, prietas las filas e impasible el ademán, preparando argumentarios con los que dotar de munición a afiliados y simpatizantes.

Aunque siempre hubo esos versos sueltos que tantas simpatías despertaban entre la ciudadanía menos dogmática, el sistema funcionaba en los tiempos del bipartidismo. Hoy, con las coaliciones, demás de haber quedado desfasado, es absurdo. Por muy socios que sean, cada partido maneja una agenda y una estrategia diferentes. Ahí habrá necesariamente fricciones y discrepancias. Bienvenidas sean, incluidas las cabezonerías.

Jesús Lens

Granada, ciudad del cómic

Solo con escribir los premios, galardones y distinciones nacionales e internacionales que acumulan los dibujantes de cómic granadinos tendría para rellenar esta y otras diez columnas como esta. Y me faltaría espacio, créanme.

Foto: Carlos Gil

Sin ir más lejos, en el Teatro CajaGranada conversábamos ayer con un ganador de dos premios Eisner, el más importante y prestigioso del cómic mundial. Con un ganador del Goya a la mejor película de animación, un autor revelación del Salón Internacional del Cómic de Barcelona y con el autor del Mejor Álbum Nacional de Expocómic.

Durante su mandato, Paco Cuenca acuñó varias y distintas etiquetas para Granada. Cada seis meses, de promedio, Granada se despertaba siendo la Ciudad del Rock, de la Ciencia, de la Poesía o del Deporte. Además de ser la ciudad más bonita de las ciudades más bonitas del mundo, faltaría más.

Nunca entendí que aquel Ayuntamiento no tirara del carro de Granada Ciudad del Cómic, cuando es una de las urbes del mundo que más talento tebeístico e ilustrador acumula por metro cuadrado.

Lo recordábamos ayer, en el marco de Granada Noir, que entregaba el Memorial Antonio Lozano a la iniciativa Covidarte en una velada de cultura y reivindicación en la que Enrique Bonet reflexionaba sobre esta cuestión.

Foto: Carlos Gil

¿Será el agua del Darro, como alguna vez ha reivindicado Antonio Arias? ¿Serán los pulevines y las maritoñis que tomábamos de chicos… y de menos chicos? ¿Será el influjo de las Alhambras Especiales, las tapas y esas noches sin fin, acodados en las barras de los bares, dibujando trazos y bocetos en servilletas?

Es, también, la Facultad de Bellas Artes y la Escuela de Artes y Oficios, por supuesto. Las academias privadas. Es el empuje de la juventud, la sangre nueva que nutre a una ciudad universitaria como Granada.

Foto: Carlos Gil

Son las librerías. Las especializadas en cómic y las generalistas que tan bien tratan al mundo del tebeo, organizando firmas, encuentros y presentaciones. Son las papelerías técnicas que tienen ese material con el que los artistas plasman sus sueños en lienzos y papel. Son los eventos, salones, festivales y exposiciones. Son las editoriales como Karras, que apuestan por el talento local. Que es global y universal.

Hoy domingo, por ejemplo, Gabriel Hernández Walta, uno de los mejores dibujantes del mundo —dos Eisner le contemplan— estará firmando junto a El Torres en la librería Subterránea. Un consejo: esta Navidad, compren tebeos de autores granadinos para regalar. Es un acierto seguro.

Jesús Lens