Es posible vivir sin

Desconfío de todos los artículos, reportajes y más o menos sesudas reflexiones que incluyen la ya manida y manoseada afirmación de que “la pandemia ha demostrado que es posible vivir sin…”.

Rellenen los puntos suspensivos con lo que ustedes quieran. Se puede vivir sin fútbol, sin bares, sin viajes, sin compras y sin un etcétera tan largo como su imaginación sea capaz de imaginar.

No me gustan esas afirmaciones por dos razones básicas. La primera es que  muchas veces se usan como argumento confirmatorio de nuestras fobias particulares. Para quienes detestan el fútbol durante todos los días del año, ha quedado claro que el mundo no se para si no rueda el balón. Para quienes piensan que, como en casa en ningún sitio; no tener que plantearse a qué alojamiento rural ir el fin de semana ha sido un descanso.

Para los convencidos de que en Granada hay bares por encima de nuestras posibilidades, el confinamiento ha demostrado que se puede vivir sin beber en la calle. Una cuestión sabiamente zanjada por el escritor Toni Hill: “Tomar el aperitivo en casa es como leer en ebook. Te sale más barato, está igual de bueno, pero NO es lo mismo”.

Usar la pandemia y la paralización de nuestra vida habitual como munición para nuestras balaceras particulares es ventajista. Muy ventajista. Y, a nada que lo pensemos, ridículo. Porque, en realidad, teniendo un techo bajo el que cobijarse y un chusco de pan que llevarse a la boca; todo lo demás sería accesorio y podríamos vivir sin ello. Solo que la vida sería mucho más fea, sosa, gris y aburrida. Desconfíen de quienes enarbolan el “es posible vivir sin”. Restar nunca es la solución.

Ello no nos hace cómplices de los errores del pasado ni nostálgicos de la antigua realidad. No defiendo que hasta hace tres meses la vida era bella y todo estaba bien. Por supuesto que es necesario repensar según qué cosas. Muchas de ellas. Y cambiar, corregir, evolucionar, mejorar y avanzar.

Pero los del “es posible vivir sin” no van por ahí.

Van por imponer al resto de los mortales sus personalísimas filias y fobias, su canon de gustos y prioridades, tratando de hacernos sentir mal a quiénes somos capaces de cuidarnos del coronavirus, preocuparnos por el medio ambiente y disfrutar echando unas cañas en el bar mientras comentamos el documental de Jordan.

Es solo rock and roll. Pero me gusta.

Jesús Lens

A la fase 3

Qué complicado debe ser esto de gestionar las fases de la desescalada, con cada comunidad autónoma, cada provincia, cada comarca, ciudad y pueblo preguntando qué hay de lo suyo y que por qué unos sí y los otros no.

En ese sentido, me parece genial el meme de Fernando Simón con los brazos en alto, inerme, pronunciando la muy granadina expresión de “Haced lo que os salga de la p…”.

Y, sin embargo, aquí me tienen, metido a desescalador vocacional y pidiendo, ahora sí, que Granada pase a la Fase 3 con el resto de Andalucía, mejor antes que después. Mis razones: que ya no hay un solo dato que nos diferencie del resto de provincias andaluzas y nos haga salir en la foto más feos que Córdoba o Sevilla.

No me vieron pedir esto con la permanencia en la Fase 0. La movilidad de aquellos primeros días, en Granada, fue un caos. ¡Cuánto daño hicieron los selfis en el mirador de San Nicolás con la Alhambra de fondo, que dieron la vuelta a España a una velocidad vertiginosa! Aquella dejadez, junto a las cifras y los datos de camas libres, UCI y personas contagiadas, hicieron que Illa nos señalara con su pulgar hacia abajo. Razonablemente.

Granada, en la dirección correcta

Fue igualmente razonable esperar las dos semanas preceptivas para pasar a la Fase 2. Había que confirmar que no había rebrote y que la evolución de la enfermedad seguía por el buen camino.

Y precisamente por eso, porque ya no hay ningún dato significativo que diferencie a Granada del resto de Andalucía, no es descabellado plantear el paso acelerado a la Fase 3. Jotame Moreno Bonilla ha señalado que será el primero en avisar de cualquier brote. En buena lógica, así lo hará. Lo contrario sería absurdo y un sinsentido.

En Granada habrá botellones por controlar y disolver, como en tantas otras ciudades y pueblos. Pero, que se sepa, no tenemos a miembros de la nobleza centroeuropea que, infectados por el coronavirus, se vienen a echarse unos tragos y unas risas a nuestra provincia. ¡Ay, qué recuerdos de Albert Pla y su maravillosa canción dedicada a Joaquín el Necio! Que era otro Joaquín, pero igual de mentecato.

¡Arriba esa Fase 3!

Sigamos conduciéndonos con toda la prudencia y la máxima cautela. Pero que aquellos errores del principio del desconfinamiento no nos sigan lastrando. Una vez corregidos y a la vista de las cifras y los datos, es razonable que Granada acelere el paso a la Fase 3.

Jesús Lens

Herencias envenenadas y forasteras indeseadas

Estas semanas estamos embarcados en un repaso por los orígenes del género negro y criminal en el Club de Lectura y Cine de Granada Noir, pero tratamos de alternar la lectura de los clásicos de Hammett, Chandler o Cain con novelas contemporáneas escritas por autores españoles.

Entre estas últimas lecturas, ‘La forastera’, de Olga Merino, y ‘Herencias colaterales’, de Lluís Llort. Dos novelas aparentemente muy diferentes entre sí y que, sin embargo, beben de un mismo tema común: la vida en los márgenes de las personas que se salen de la autopista y deciden conducir por carreteras secundarias, comarcales y hasta por los carriles de tierra más impracticables y desabridos.

Mientras leía ‘La forastera’ me acordaba de una historia que, hace muchos, muchos años, me contaba una amiga. En las afueras de su pueblo había un árbol, no recuerdo si era un almendro o un olivo, del que se colgaba la gente.

—Colgarse en el sentido de…

—Ahorcarse. Tres vecinos del pueblo se colgaron del mismo árbol. Hasta que un día se taló. Desde entonces, ni uno más.

En ‘La forastera’, la protagonista, Angie, la de los Marotos, vuelve al pueblo de su infancia tras haber pasado unos años tumultuosos en Londres. Se instala en la vieja casa familiar, en las afueras, y vive prácticamente con lo puesto. De vez en cuando la llaman para la aceituna del cortijo de los señoritos. También recibe una prestación del Estado y el cura le echa un cable. Desde que murió su madre, vive sola. Sola, en compañía de sus perros. La loca de los perros. En el pueblo la miran mal.

Entonces aparece el cadáver del terrateniente de la comarca. Colgando, claro. A partir de ahí comienza el descubrimiento de una sucesión de secretos que podrían explicar tantas de las cosas que ocurren en la comarca… o no. Quizá no. Porque hay cosas que no tienen explicación. Ni justificación o razón de ser.

‘La forastera’ es una novela prodigiosa en la que su autora, Ana Merino, apela a los cinco sentidos del lector, que permanece en permanente estado de excitación a lo largo de sus 233 páginas. Es una novela que transmite los crujidos de las ramas de los árboles, el espesor del polvo que se te mete en los ojos y el olor a tierra quemada. Una novela que deslumbra con sus colores y sus fogonazos. Una novela que provoca sensaciones físicas en el lector.

En ‘La forastera’, publicada por la editorial Alfaguara, se dan la mano la España vaciada con el neowestern más apocalíptico. Olga Merino ha construido un universo propio al estilo del de Cormac McCarthy, pero completamente personal. Y muy apegado a nuestra tierra. Su protagonista es una heroína contemporánea que, habiéndolo perdido todo, no está dispuesta a que le arrebaten lo único que le queda: su libertad.

Libertad. Es lo que buscan los protagonistas de ‘Herencias colaterales, del autor barcelonés Llort. ¡Qué bueno que la editorial Alrevés la haya traducido del catalán! Y qué descubrimiento.

Si quieren ustedes saber qué es el humor negro, pero negro de verdad, lean a Llort. Y si en algún momento les surge la duda de si el noir casa con el humor… insisto: lean a Llort.

En ‘Herencias colaterales’ nada es lo que parece. Y como esa es la gran baza que juega el autor, no voy a contarles nada de la trama. Hablemos, pues, del contexto.

Una familia bien. De las de toda la vida de la burguesía catalana. Una familia que hace una buena inversión a través de una hipoteca inversa. Una inversión inmejorable, de hecho, sobre la vivienda de una anciana que vive sola.

Pero, como tantas veces ocurre en la vida, las cosas cambian y la circunstancias se ven modificadas. La suerte, que va por barrios. Pasa el tiempo. Y la familia bien ya no lo es tanto. Conocer a los Claramunt es conocer la deriva de una parte importante de la sociedad española contemporánea. Sin embargo, a sus miembros hay que quererles, sí o también. De forma rotunda e incondicional. Aunque, por momentos, te entren ganas de matarles.

En paralelo a la historia de los Claramunt conoceremos la de la anciana dueña de ese piso que es objeto de deseo de todos los personajes de ‘Herencias colaterales’. Una historia igualmente sorprendente. Alucinante, incluso.

Todo lo que nos cuenta Llort es improbable, pero no imposible. De hecho, a medida que vamos leyendo, lo improbable se va tornando en lo único posible. Es la magia de la buena literatura: introducirnos en un universo disparatado haciéndonos sentir que estamos como en casa.

Leo que Llort es periodista y que ha formado parte de los equipos de guionistas de dos series de humor satírico: ‘Moncloa, ¿dígame?’ y ‘Jet Lag’. Además, es autor de otras doce novelas y de varios libros infantiles y juveniles. ¿Es Llort el secreto mejor guardado del noir más irreverente y rompedor? Léanle y lo comentamos.

Jesús Lens

El festival Gravite, Bankia y CajaGranada Fundación ponen en marcha unos Encuentros en la Tercera Fase

La Plaza de las Culturas del Centro Cultural CajaGranada acogerá dos encuentros culturales con escritores, dibujantes, músicos y cineastas de Granada    

 Las conversaciones irán seguidas de una sesión en vivo con DJ Toner y de la proyección de ‘La Alhambra en juego’, el documental de Jose Sánchez Montes 

El festival Gravite, Bankia y CajaGranada Fundación organizan unos Encuentros en la Tercera Fase de carácter cultural, gratuitos y abiertos al público. Fieles a la filosofía de Gravite, se propone una oferta multidisciplinar de actividades que combinan ciencias y letras, dando protagonismo a la literatura, el cómic, el cine, la arquitectura y la música.

Los próximos miércoles 17 y 24 de junio, siempre que Granada haya pasado a la tercera fase de la desescalada y las circunstancias sanitarias así lo permitan, volverá la actividad cultural de forma presencial a la Plaza de las Culturas del Centro Cultural CajaGranada.

Para estos encuentros, la Plaza de las Culturas tendrá un aforo limitado que permitirá respetar las distancias de seguridad y aplicar las normas de higiene precisas, la obligatoriedad del uso de mascarillas así como el resto de normas y obligaciones que marcan las autoridades para la celebración de actividades culturales al aire libre en la fase tres.

Gustavo Gómez y Jesús Lens, directores de Gravite, señalan que “agradecemos a Bankia y a CajaGranada Fundación su insobornable compromiso con la cultura, nuevamente puesto de manifiesto con estos Encuentros en la Tercera Fase que albergarán una propuesta de actividades protagonizada por diferentes creadores de Granada”.

Para Gómez y Lens “es esencial aprovechar las oportunidades que brinda la desescalada para, con toda prudencia y prevención, empezar a organizar actividades culturales de carácter presencial que nos permitan volver a reunirnos en torno a la creación artística. Aunque hemos pasado todo el confinamiento desplegando una incesante actividad cultural de carácter virtual, el cuerpo nos pide vernos físicamente, cara a cara. Compartir ideas en vivo y en directo. Disfrutar de la palabra, la música y la imagen rodeados de otras personas. Además, el sector de la cultura precisa de una reactivación inmediata. Queremos aportar nuestro granito de arena”.

Programa de actividades

Los Encuentros en la Tercera Fase del miércoles 17 de junio arrancarán a las 21 horas, con una conversación entre los guionistas y dibujantes Enrique Bonet y Carlos Hernández y la editora Ana del Arco.

Hablarán de Federico García Lorca como personaje literario, de la creación de los tiempos del confinamiento y del futuro del sector del libro.

A las 22.30 horas, actuación en directo de DJ Toner con temas cinematográficos y galácticos, acompañados por proyecciones siderales en pantalla de cine.

Por su parte, los Encuentros en la Tercera Fase del miércoles 24 de junio arrancarán a las 21 horas, con una conversación entre el cineasta José Sánchez Montes, el escritor Alejandro Pedregosa y la arquitecta y guía Blanca Espigares Rooney.

Hablarán sobre la Alhambra como inspiradora de ideas, relatos y películas y de la creación en tiempos de confinamiento.

A las 22.30 horas, un programa doble de cine como los de antes:. Abre la función ’77’, cortometraje filmado durante la cuarentena y basado en una idea y guion del propio Alejandro Pedregosa.

A continuación, proyección de ‘La Alhambra en juego’, documental de José Sánchez Montes estrenado al comienzo del confinamiento en Internet y que se convirtió en un inmediato éxito de público, con decenas de miles de visitas.

En ambos casos, será la primera vez que se podrán disfrutar en pantalla grande.

El festival Gravite

 

Gravite es un festival multidisciplinar de carácter popular con el viaje en el tiempo como protagonista, puesto en marcha en 2018 por Gustavo Gómez y Jesús Lens. Gravite cuenta con el patrocinio de Bankia y CajaGranada Fundación.

 

Gravite es un festival que promueve un variado maridaje de propuestas culturales de calidad contrastada; una cita de carácter abierto, creador, innovador, participativo y gratuito, que saca la cultura a la calle, a los barrios y a los pueblos y que, además, la lleva a bares, bibliotecas, clubes, cines, cafés y otros espacios singulares.

 

Un festival cuyo programa está abierto a todas las ciencias y las artes y que permite maridar las disciplinas más diferentes, posibilitando el contacto y la relación directa entre científicos, autores, creadores, público y aficionados.

Paraíso interior

Me permito tomarle prestado el eslogan a nuestra provincia hermana, Jaén, para hablar de esa belleza que se encuentra en el interior, pero que tanto trabajo nos cuesta descubrir. Y disfrutar.

El mundo estaba en nuestra casa

Tranquis. Esto no va de que saldremos reforzados de la pandemia y toda esa vaina. Es mucho más sencillo. Y banal: confinados en nuestras casas y sin poder salir, no nos ha quedado más remedio que convivir con nuestro interior cotidiano durante varias semanas seguidas. ¿Y qué nos hemos encontrado?

Para empezar, una enorme desigualdad. El derecho constitucional a disfrutar de una vivienda digna y adecuada se manifiesta de extrema necesidad cuando salir a la calle está vetado por una cuestión de salud pública. De cara a la reconstrucción post-pandemia, la cuestión del acceso a la vivienda debería ocupar uno de los puestos más altos de la lista.

Se dice que a partir de una determinada edad, uno tiene la cara que se merece. ¿Cabe hacer esa analogía con el domicilio en que vivimos? ¿Lo tratamos con el mimo y el esmero que se merece? ¿En serio que menos es más?

A lo largo de esas semanas he disfrutado de un montón de tebeos que tenía pendientes de leer, comprados de forma compulsiva a lo largo de los años. Lo hablaba el otro día con Paco, el dueño de la librería Subterránea: hay cómics que piden tiempo para ser leídos de una tacada, durante varias horas seguidas. En pleno confinamiento les ha llegado su hora.

Rescato viejas películas que tenía amontonadas en vetustos DVD. Porque las plataformas están muy bien, pero no lo tienen todo. Ni muchísimo menos. Y, en ocasiones, me resisto a ver lo que manda el algoritmo de turno. ¡Qué placer, recuperar aquellos clásicos, todavía precintados, que me esperaban arrumbados al fondo de una estantería!

¿Y las paredes? A que no se me cayera la casa encima han colaborado esos cuadros, grabados, fotografías, pósters y carteles que, a lo largo de los años, he ido atesorando con la veleidosa pasión del aficionado diletante. Por no hablar de esas figuritas que me acompañan en la mesa de trabajo, de Blacksad a Vito Corleone, pasando por el capitán Haddock, Laura Palmer; Dalí o la Mujer del Leño. Echo de menos tener plantas, eso sí. Soy descuidado y me daría pena que muriesen. Creo que ahora las cuidaría con mucho cariño.

Si, como pronostican los expertos, seguiremos pasando mucho tiempo en nuestro hogar, toca repensar dónde se esconde su belleza, en busca del paraíso interior.

Jesús Lens