Modelo económico, productivo y social

Para mí, lo tristemente revelador de la profunda crisis que estamos viviendo es que muestra las carencias, fallas y debilidades del modelo económico y productivo de nuestro país.

Durante años y años se nos ha llenado la boca hablando de E-commerce y E-learning, conectividad, internet de las cosas, 5S, Smart Cities, Human Tech, robótica e inteligencia artificial.

Sin embargo, vamos para seis semanas desde que se decretó el Estado de Alarma y, de momento, seguimos sin mascarillas, sin tests rápidos y sin App alguna que monitorice a las personas infectadas para hacer un seguimiento de sus contactos y movimientos.

Hay loables prácticas a pequeña escala, sin resultados apreciables por el momento.

No lean esto como una crítica al gobierno. No lo es. Si en vez de estos hubieran estado los otros, habría ocurrido exactamente lo mismo. Hubiera dado igual. Porque esta no es una crisis de gobierno. Ni de timonel. Es una crisis de identidad social, económica y productiva.

Ahora es momento de continuar doblando la curva, minimizar los contagios y meter en vereda al bicho. OK. Pero a no mucho tardar deberíamos pensar y debatir sobre el modelo económico, productivo y social de la España del futuro.

Jesús Lens

Complot en Estambul

Hay novelas que, desde el título, parecen escritas para uno. A mí me ha pasado con ‘Complot en Estambul’, de Charles Cumming, publicada por Salamandra Black. Dentro de la amplia panoplia de subgéneros del noir, el de espías es uno de los más atractivos. El problema es que resulta difícil encontrar novelas creíbles de espías, más allá de los clásicos británicos de toda la vida.

El cine ha condicionado exageradamente el género de espías, metiéndole adrenalina y dosis de acción por un tubo desde los tiempos de James Bond. Como muestra, las Misiones radicalmente Imposibles de Tom Cruise o el robótico Jason Bourne.

De un tiempo a esta parte y gracias a las series de televisión, las tramas de espionaje están descendiendo a ras de tierra, humanizando a los personajes, haciéndoles interaccionar con una tecnología razonable y mostrando sus dudas y zozobras, más allá de sus músculos. El ejemplo paradigmático es la portentosa ‘Oficina de infiltrados’ de la que en otras ocasiones les he hablado.

De ahí mi alborozo al hincarle el diente a ‘Complot en Estambul’, una novela adulta sobre espías contemporáneos en la que la máxima proeza atlética del protagonista, Thomas Kell, es subir unas escaleras a todo correr y terminar roto y extenuado, con el corazón a punto de salírsele del pecho.

Kell es un antiguo espía que, caído en desgracia, trata de volver a incorporarse al MI6 británico. Hizo su aparición literaria en ‘En un país extraño’, también publicada por Salamandra Black, pero he preferido sumergirme directamente en una trama que transcurre en una de mis ciudades favoritas, entre el puente Gálata y el Bósforo.

No les cuento nada sobre la trama de ‘Complot en Estambul’, más allá de que se trata de una historia de agentes dobles, lealtades y traiciones muy bien construida. Viaja de Gran Bretaña a Turquía, pasando por Grecia y Croacia. Comienza con la exfiltración de un agente iraní y termina… ¡Ay, cómo termina!

Detalle importante: el autor de la novela, Charles Cumming, además de licenciarse en literatura inglesa, fue tentado por el Servicio Secreto Británico para unirse a sus filas. Hizo los primeros cursos de formación, pero terminó dándole con la puerta en las narices al MI6 y se dedicó a contar en su obra literaria lo que aprendió durante aquellos años de aprendizaje, por lo que sabe bien de lo que escribe.

Jesús Lens