El Noir y los desheredados de la tierra

El noir, o es social, o no es noir. Al menos, no es el noir que más nos gusta, el que defendemos con ahínco, a capa y espada. O a gabardina y metralleta, por actualizar el símil. En Granada Noir, el festival patrocinado por Cervezas Alhambra, defendemos el género negro que conecta con las preocupaciones de la gente de la calle y pone su foco de atención en los rincones oscuros a los que difícilmente llega la luz de la verdad y de la justicia.

De ahí que, desde este año, Granada Noir haya puesto en marcha una nueva iniciativa: el Memorial Antonio Lozano, que se entregará por primera vez el próximo sábado, gracias a la colaboración de Fundación Tres Culturas. Se trata de un galardón que busca mantener vivo el espíritu del escritor tangerino, fallecido a comienzos del 2019 tras varios años de lucha contra el cáncer.

El Memorial Antonio Lozano se entregará cada año a una personalidad del género negro comprometida con los valores de compromiso social y la visión integradora, abierta y solidaria que siempre presidieron tanto la vida como la obra de un escritor y gestor cultural muy vinculado a Granada.

Se trata de mantener vivo el espíritu de Antonio Lozano, una de las personas que más me han influido en su doble vertiente de creador y gestor cultural. De hecho, Granada Noir se inspira en la visión abierta, mestiza, innovadora e integradora de Lozano, un ejemplo a seguir tanto en lo humano como en lo literario, cuyo compromiso social nos ha dejado huella a todas las personas que hemos tenido la suerte de conocerle.

Antonio Lozano, a través de su narrativa policíaca, sus novelas de viajes o sus obras de teatro, siempre trató con especial sensibilidad  temas como el de la inmigración, el exilio, la reconciliación y la integración de los inmigrantes en nuestra sociedad. En Granada Noir se presentará por vez primera la última novela de Antonio Lozano, que Alrevés publica a título póstumo.

Se titula ‘El desfile de los malditos’ y es una inmersión en las desventuras de las personas que viven en la calle. A través de una investigación encargada a su personaje por antonomasia, el detective privado García Gago, Lozano desgrana una trama negra y criminal en la que sigue los pasos de un profesor al que, después de ser despedido, todo empieza a irle mal. Termina bebiendo más de la cuenta e inicia una espiral descendiente en la que lo pierde todo: familia, casa, dinero, amigos, prestigio… hasta terminar viviendo en la calle.

A partir de aquí, con incursiones en ese mundo globalizado que tanto caracteriza a la obra de Lozano, especialista en prestar voz a quien no la tiene, ‘El desfile de los malditos’ nos sumerge en una trama de tráfico de órganos en la que se dan la mano la inocencia más cándida y lo peor y más egoísta del ser humano.

Proyección de ‘El proxeneta’, en Granada Noir

Y precisamente por su labor de denuncia de la trata de mujeres para la explotación sexual, la escritora y cineasta Mabel Lozano es la primera persona galardonada con el Memorial Antonio Lozano. Autora de ‘El proxeneta’, obra ganadora del Premio Rodolfo Walsh de 2018 y uno de los libros imprescindibles del pasado año, publicado por la editorial Alrevés; Mabel Lozano es directora de documentales como ‘Chicas nuevas 24 horas’ y ‘El proxeneta. Paso corto y mala leche’, inédito en Granada y que será proyectado en la jornada de clausura de Granada Noir, el próximo sábado.

Mabel Lozano está haciendo un trabajo de investigación y denuncia imprescindible y comparte la actitud combativa y comprometida de la que siempre hizo gala Antonio Lozano, por lo que es un privilegio que sea la primera persona galardonada con el Memorial que lleva su nombre además de, casualmente, compartir apellido.

La trata de mujeres, el negocio de proxenetismo y las mafias de la prostitución quedan perfectamente retratados tanto en el libro como en los documentales de Mabel Lozano, realmente sobrecogedores. Su obra nos obliga a reflexionar y a plantearnos muchas cuestiones sobre una cuestión muy polémica y de plena actualidad.

Con la instauración del Memorial Antonio Lozano, Granada Noir da un paso más en su reivindicación de un género negro combativo y atento a lo que pasa a nuestro alrededor. De ahí su apuesta por escritores que también son periodistas y que, en sus novelas, desarrollan tramas complejas basadas en temas que han investigado en su trabajo y que, por distintas circunstancias, de espacio sobre todo, no han podido ver la luz.

Escritores como Quico Chirino, Jerónimo Andreu, Javier Valenzuela, Berna González Harbour o Íñigo Domínguez pasan estos días por Granada Noir para hablar tanto de sus novelas como de sus libros de no ficción. No les pierdan la pista. Es una inmejorable ocasión de conocer, de primera mano, lo que pasa en el mundo.

Jesús Lens

Jóvenes por la igualdad

“¿Por qué maltratan los hombres a las mujeres?”, le pregunta un joven a Fernando Marías en La Madraza, durante el encuentro promovido por el festival Granada Noir para hablar sobre igualdad.

Más de un centenar de estudiantes de los institutos Alhambra, Veleta, Padre Manjón y Padre Suárez conversaron con el escritor Fernando Marías sobre ‘Como tú. 20 relatos y 20 ilustraciones por la igualdad’, un libro coordinado por Marías y publicado por la editorial Anaya. La chavalada ya había leído los cuentos en clase, había dialogado sobre ellos. Y sobre las ilustraciones. Y se les notaba con ganas de hablar.

Gracias al festival patrocinado por Cervezas Alhambra, tuvieron la ocasión de intercambiar pareceres con el promotor del proyecto, que se mostró encantado por la participación y la pasión mostrada por los estudiantes. Por ejemplo, cuando una de las jóvenes señala que “la fuerza no está en los músculos ni en los huesos, sino en la cabeza”. Fernando Marías sonríe mientras otros muchos jóvenes asienten con decisión.

“Me parece terrorífico que una vez a la semana, de promedio, una mujer muera a manos de un hombre con el que ha tenido una relación. Es un dato espeluznante y esto está ocurriendo aquí y ahora. En España. No ocurre en otro país o en otro planeta”, señaló Marías.

Más preguntas y preocupaciones del alumnado: los riesgos de subir fotos e imágenes íntimas a la nube. O si hay miedo de usar una palabra como ‘feminismo’. O si los celos son algo malo. “Son malos. Hacen daño. Extirpan el diálogo y restan naturalidad en una relación. Son una patología que conviene vigilar y mantener bajo control”, señaló Fernando Marías sin titubear.

Y como colofón final: la necesidad de cambiar la sociedad en la que vivimos. Dirigiéndose a los jóvenes: “Sois vosotros los que podéis hacerlo. Como ocurre con la cuestión del cambio climático, que sois los que estáis movilizando a la gente y reivindicando una solución a este problema”, concluyó Marías.

Un tema que, efectivamente, preocupa a la juventud. ¿Será hora de plantear un proyecto parecido a ‘Como tú’ en ese sentido?

Jesús Lens

La palabrería cultural

La política cultural de Paco Cuenca durante sus años como alcalde de Granada se puede resumir en un par de líneas: decirle que sí a todo y a todos, sonreír mucho… y terminar arropando sólo a lo suyos. Y por arropar me refiero, única y exclusivamente, a la parte económica de la cuestión. Que el cariño, las promesas y las buenas palabras están muy bien, pero no pagan facturas.

Con el cambio de gobierno en la Junta de Andalucía, hubo quien se las prometió muy felices, pensando que se iban a abrir los famosos cajones y se iban a airear las trastiendas de los chiringuitos culturales de nuestra tierra. Han pasado meses y meses y aquí todo sigue igual: los (pocos) de siempre siguen facturando la parte del león y los (muchos) de nunca continúan llorando por las esquinas. ¿En qué se ha traducido para Granada la gestión del equipo de Patricia del Pozo, consejera de Cultura? En la nada más absoluta. Promesas, promesas y más promesas…

Luis Salvador llegó a la alcaldía quedándose con Cultura bajo su ala y enarbolando la bandera de la Capitalidad Cultural del 2031, mantra que no se le cae de la boca. Cien días de gobierno después, sigue hablando y hablando del tema, pero no hay ningún acto que apuntale sus buenas intenciones.

Cs y PP quieren construir una Ciudad de la Música en Granada. Erigir un fastuoso edificio donde albergar óperas, conciertos sinfónicos, conservatorios, etc. Anuncian una partida presupuestaria para ello en los próximos presupuestos de la Junta. Ladrillo, o sea. Mientras, el recién dimitido gerente de la OCG denuncia que no tienen dinero ni para pagar los tiquets del ropero y que se han dado pasos atrás en la resolución de su embrollo económico. ¡Qué bien, oigan!

Mientras se plantean invertir cantidades millonarias en cemento e infraestructuras, nuestros políticos están asfixiando a buena parte del tejido creativo de Granada, incapaz de sobrevivir y de llegar a fin de mes. Para variar, a nuestros políticos se les va la vida entre vanas declaraciones grandilocuentes, palabrería hueca y promesas incumplidas.

Jesús Lens

Viajar tiene mala prensa

El pasado sábado, mientras su pareja salía de pintxos por el centro de Pamplona, el escritor Carlos Bassas preparaba un pequeño petate y se dirigía a la estación de tren. Fijo que le habría encantado acompañarla, descabezar un sueñecito e irse a ver ‘Ad Astra’. En vez de eso, aprovechó para trabajar en el AVE.

Llegó a Granada a eso de las 11 de la noche, por lo que se perdió la mitad del cabaret que organizamos en Granada Noir y que abarrotó el Teatro CajaGranada. Ojeroso y cansado, el domingo nos acompañó en todas las charlas del festival. Tras su conversación con Carlos Zanón sobre el mito del eterno retorno del héroe mediterráneo y sus conexiones con el imaginario del western, de la mano de la Fundación Tres Culturas; Bassas pidió disculpas y nos dijo que no se quedaba a cenar. Tenía billete para el AVE el lunes a las 7am y tenía que preparar una clase para esa misma tarde.

¿Le mereció la pena a Carlos invertir el fin de semana de esta manera? Si le pregunto, seguro que me dice que sí. Pero yo sé que no, crematísticamente hablando. Que fue una paliza. Que lo hizo por amistad. Y, también, por profesionalidad.

Cada vez que oímos hablar de ‘viaje’, pensamos en vacaciones, postales idílicas, fiesta y cachondeo. Y en algún museo, por cumplir. Los viajes de trabajo, en el imaginario colectivo, siguen siendo un batiburrillo de desayunos bufé, copiosas comidas, cenas alargadas y copas hasta el amanecer.

De esa manera, el moralista que llevamos dentro se irrita cuando escucha lo de los viajes de negocios. Con la de cosas que hay pendientes de hacer en casa, ¿qué necesidad hay de salir ahí fuera? ¿Para qué tanto gasto?

El domingo, antes de que se volviera al hotel, una lectora se acercó a Carlos Bassas. Llevaba todos sus libros en una bolsa y quería que se los dedicara. Las amables palabras y las grandes sonrisas que ambos se cruzaron fueron la mejor demostración de que sí. De que el viaje había merecido la pena.

Jesús Lens