Comercios con alma

Mensaje nuevo: ‘Buenos días Javier. ¿Me imprimes dos copias de este documento, por favor? Paso en un rato por él. ¡Gracias!’. Efectivamente, antes o después de tomar café en el Kaoba y comentar la actualidad con Tato, paso por la librería-papelería de Javier y, además de recoger los papeles en cuestión, hablamos un rato de libros y de viajes, si ninguno de los dos tenemos demasiada prisa.

Lo confieso: no tengo impresora. O, mejor dicho, tengo una impresora que conseguí con unos cupones, pero sigue embalada, sin haber visto la luz. ¿Para qué quiero un chisme como ese ocupando espacio en la mesa de mi despacho, si vengo a hacer diez impresiones de promedio al mes? Es mucho más cómodo, sencillo y agradable bajar a la librería y llevármelas puestas. Y barato, que las impresoras son un sacacuartos con el tinglado del tóner y los cartuchos de tinta. ¿No les da coraje cuando la máquina se empeña en que cambien el magenta? ¡El magenta!

Una librería-papelería como la de Javier es uno de esos comercios con alma que le dan vida al barrio y que luchan cada día por seguir abriendo sus puertas. Lo pude comprobar la pasada Navidad, cuando repartió el Gordo de la Lotería y los vecinos se acercaban a darle la enhorabuena. “Es muy buena persona. Se lo merece”, decían.

Para las librerías, la parte del león de su facturación llega en septiembre, con los libros de texto. Sin embargo, cada vez más colegios concertados venden a sus alumnos los textos de estudio de forma directa, ante la pasividad y la inacción de la Junta de Andalucía.

A las instituciones se les llena la boca hablando de emprendimiento, pero en casos como el de las librerías, no hacen nada por proteger sus legítimos derechos e intereses. Esta situación se viene dando desde hace tiempo. ¿Incluirá la Junta de Andalucía del bipartito su apoyo a estos autónomos en su nueva política o seguirá mirando hacia otro lado, haciendo como que no se entera de lo que pasa a su alrededor?

Jesús Lens

Nuevas Tendencias

Igual que mi verano comienza, sentimentalmente, cuando la peña de los Gastrocafres nos reunimos en la playa de Cabria a comer espetos de sardinas; mi mes de agosto arranca en el festival Tendencias de Salobreña. Al menos, desde el año en que el incansable Colin Bertholet coordinó aquella magnífica exposición en homenaje y recuerdo a las viejas cassettes.

El Tendencias de este año tiene un neto sabor granadino, con Los Planetas como grandes cabezas de cartel de un festival multidisciplinar que también cuenta con los oscuros, pantanosos y fascinantes Guadalupe Plata, de quienes ya les hablé hace unas semanas, tras la presentación de su último disco en el Planta Baja. (Leer AQUÍ, su mestizaje con David Lynch)

Pero el Tendencias también tiene documentales y conferencias, redondeando una programación que vincula y marida diferentes disciplinas, algo que cada vez aprecio más en los festivales y citas culturales. Este año, la cantante Annie B. Sweet y el periodista Miguel Ángel Bargueño conversarán sobre ‘El poder de las mujeres en la música rock de ayer y de hoy’ y se proyectará ‘Mujeres’, de Coque Malla.

Pero lo mejor de que lleguen unas nuevas Tendencias es que nos dan la ocasión de volver a Salobreña, uno de los lugares del mundo que más quiero y donde me siento como en casa.

Cada vez soy más proclive a la vida knowmad: trabajar en movimiento. Es una de las grandes ventajas de internet y del 4G. En lo que va de año, he andado por Aragón, Cádiz, Lyon, Sevilla, Cuenca y nuestra más cercana Costa Tropical, siempre con el portátil y el móvil encima, escribiendo sin parar. Reconozco que, en ocasiones, me cuesta concentrarme cuando trabajo por ahí fuera, pero también me resulta muy inspirador escuchar otras voces y disfrutar de vistas diferentes a las habituales.

El Tendencias marca el pistoletazo de salida, también, para mi mes nómada por excelencia. Casualidades de la vida: tras años y años haciendo grandes viajes por países lejanos, este verano volveré a disfrutar de un gran viaje… por paisajes cercanos: ¡vuelve el verano en bermudas! Mañana les cuento más.

Jesús Lens

Centrarse en el Centro

El año pasado, el Centro Lorca saltaba a la portada de IDEAL en Semana Santa: recién inaugurada su primera gran exposición, cerró por vacaciones y apenas abrió sus puertas un puñado de horas durante los días de más afluencia de gente a la ciudad. Ayer volvía a abrir la información cultural de este periódico, al celebrarse el primer aniversario de la llegada del Legado de nuestro poeta más universal. Y lo hacía bajo el siguiente titular: ‘Un año para dar el salto’.

Igual que a final de año nos encontramos bajo los efectos del espíritu navideño y somos más indulgentes que de costumbre, la proximidad de agosto me llena de espíritu veraniego y me siento más facilón, optimista y benevolente. Con decirles que espero hoy lunes con alegría e ilusión…

Así las cosas, quiero pensar que, bajo la dirección de Sara Navarro, el año para dar el salto está por venir, que el Centro Lorca lleva demasiado tiempo funcionando con respiración asistida. Como bien señala Laura García Lorca, “no nos podemos seguir manteniendo a base de favores. Tiene que empezar a funcionar en serio”.

Estos días he tenido ocasión de hablar con el nuevo alcalde de Granada, Luis Salvador, y está firmemente comprometido a que el Centro Lorca tenga el mismo efecto dinamizador para la cultura en Granada que el Museo Picasso en Málaga. Además, será la punta de lanza de la candidatura para la Capitalidad Cultural del 2031.

Todo ello requiere de una cosa primordial: dinero. El personal del Centro Lorca rebosa de talento, imaginación y capacidad de gestión, pero sin un presupuesto en condiciones no puede haber una programación estable de teatro, exposiciones y actividades literarias y culturales.

El anuncio de la inauguración de la muestra ‘Jardín deshecho: Lorca y el amor’ para el próximo 20 de septiembre, comisariada por Christopher Maurer, y el estreno de la instalación de Álex Peña, ‘Recreativo Federico’; prometen darle una nueva dimensión al Centro Lorca. Las esperamos como baño de mar en agosto y pistoletazo de salida para el Año Uno después del salto.

Jesús Lens

No hagan poses

Hace unas semanas, escribiendo sobre la desvestidura, les decía que no son de recibo los plazos manejados, más propios de los tiempos de la diligencia que de los del AVE, con o sin variante de Loja. Que nada más escrutados los votos, los congresistas electos tendrían que encerrarse en el Parlamento y no salir de allí hasta tener un acuerdo de gobierno.

Estamos a las puertas de agosto, Pedro Sánchez ha fracasado estrepitosamente y un runrún corre como la pólvora entre la gente. ¿Vacaciones? ¿Qué vacaciones ni qué ocho cuartos? El juez Calatayud lo ha escrito en un post de su blog que se ha hecho viral a través de ‘güasap’: dado su fracaso escolar y el suspenso cosechado, nuestros políticos deberían pasarse agosto ‘encerraícos’ en la Carrera de San Jerónimo, “a base de pinchos de tortillas y cafés” y pensando que “habrá millones de españoles trabajando al sol para pagarles a ellos el aire acondicionado y que estén fresquitos”.

Soy un firme defensor de las vacaciones. Las considero imprescindibles como derecho adquirido por la clase trabajadora y, también, como herramienta empresarial: el reseteo mental, corporal y espiritual que proporcionan las vacaciones contribuye a la mejora de la productividad y la creatividad de las personas.

Hay gente que, incluso en fines de semana y vacaciones, sólo muestra en sus redes actitudes esforzadas y sufrientes, criticando que el común de los mortales nos dejemos ver tomando una caña, comiendo unos calamares o espatarrados al sol, leyendo junto al mar.

Sin embargo, por decoro, sería deseable que nuestros políticos no hagan ostentación de sus vacaciones el próximo agosto. Que eviten sus posados en playas exclusivas de improbable acceso público o en las piscinas de sus casoplones. Sobrarán, incluso, las cínicas imágenes cosechando cereal o conduciendo tractores, sean amarillos o de cualquier otro color.

Efectivamente, nuestros diputados han suspendido el curso y les ha quedado la investidura para septiembre. Deberían pasarse el mes de agosto repasando Negociación, su gran asignatura pendiente, y dejando para la intimidad la pose poniendo morritos mientras se beben unos mojitos.

Jesús Lens

Abstencionistas

Mírenles, lo crecidos que están. Es normal. Estos días, nos han cerrado la boca. Son ellos, los abstencionistas. Los conscientes y militantes, ojo. No los pasotas ni los dejados. Son esas personas que deciden no ejercer su derecho al voto de forma activa y que, hoy, estarían en su legítimo derecho de espetarnos un ‘¿Ves? Ya te lo dije’.

En los últimos meses he sido un defensor a ultranza de la necesidad de ir a votar. Lo he escrito, lo he dicho y hasta lo voceado. Por activa, por pasiva y por perifrástica. Y, aunque sigo pensando que es mejor votar que quedarse en casa, después del despropósito de estos meses no me siento moralmente legitimado para discutir con nadie acerca de la importancia de acudir a las urnas.

Iglesias y Sánchez; Unidas Podemos y PSOE, tendrán sus razones. Pero no tienen la razón. Porque lo razonable, tras los resultados de las últimas generales, era que gobernara la izquierda.

Pero, ¿qué, quién, cómo y por qué es la izquierda? Y con estas preguntas volvemos a enredarnos en la discusión entre el ser y la nada, el huevo y la gallina y la pureza de sangre. Preguntas que mantiene en vilo a los guardianes de las esencias, pero que, si nos abocan a unas nuevas elecciones, se pueden convertir en un lastre que favorezca históricos niveles de abstención entre el electorado progresista.

Parafraseando el célebre aforismo de que el fútbol es un deporte en el que juegan once contra once y en el que siempre gana Alemania, la política española es un show en el que participan actores muy diversos, pero en el que siempre gana la derecha.

‘Errejón, calienta que sales’. Es una de las memes que empiezan a circular por internet. Iglesias, el más veijuno de los jóvenes políticos españoles, desespera a cada vez más gente. ¿Habrá llegado la hora de un Errejón al que algunos ex-compañeros podemitas tachan de cobarde irredento, por decirlo suavemente? ¿Se desmarcará también del pablismo la antigua Izquierda Unida? Lo iremos viendo. O no.

Jesús Lens