Ciudad de medianías

Disculpen si no me doy golpes de orgullo y fervor en el pecho por la ansiada llegada del AVE a su nido granadino. Que todavía está a medio terminar, por cierto: hasta que la entrada del tren de alta velocidad en nuestra ciudad no sea soterrada y mientras no se arregle lo de la variante de Loja, más que un AVE, tendremos un MEVE de media velocidad.

Todo ello no obsta para que me alegre sobremanera por el fin del aislamiento ferroviario, que una cosa no está reñida con la otra. ¿Puede uno estar contento y a la vez cabreado por la misma cosa? Y no estar loco, quiero decir… Inauguramos un tren de mediana velocidad que resulta capital para nuestra tierra y, a la vez, estrenamos a un vicealcalde de cuyas competencias no sabemos nada. ¿O es un medio alcalde? Por lo del 2+2 quiero decir, no me sean mal pensados.

Compareció Sebastián Pérez ante los medios el pasado lunes para, en realidad, no aclarar nada. O casi. Porque dejó bien claro cuál había sido el auténtico propósito de su campaña, el objetivo último de su programa electoral: “lo importante era que el PSOE de Paco Cuenca no siguiera en la alcaldía y lo hemos conseguido, así que objetivo cumplido”.

¡Pero hombre! Ya podría haber empezado —y terminado— por ahí el PP su campaña electoral. Nos habríamos ahorrado las disquisiciones sobre el túnel por el centro de la ciudad, las escaleras mecánicas a la Alhambra y la famosa pregunta de ¿y el cierre del anillo, pa’cuando? Lo importante era echar a Cuenca. Lo de un proyecto de ciudad y la quiebra de las arcas municipales… si eso ya tal, que diría Rajoy.

¡Por fin un punto de encuentro entre Luis Salvador y Sebastián Pérez! Desbancar a Cuenca. Hay que reconocer que tener objetivos claros y concretos sí que une. A ver si, a partir de ahí, se ponen de acuerdo en algunas otras cosillas. Como en todo lo demás, por ejemplo, desde las áreas de gobierno al papel que reservan a Vox.

Jesús Lens

Nueva criptomoneda

¿Se acuerdan ustedes del bitcoin? Hace unos meses, no se nos caía de la boca. Se había revalorizado un nosecuántos por ciento y los inversores en criptomonedas se estaban forrando. De repente, no había mejor sector profesional que el de la minería de datos. De hecho, el día en que una inmobiliaria vendió una casa en bitcoins, pareció que el mundo se tambaleaba.

Como todas las burbujas, no tardó en explotar. ¿Qué pasará con el bitcoin en el futuro? Ni idea. Ahora, sin embargo, lo que debe ocuparnos —¿y preocuparnos?— es la libra. Pero no la esterlina, sino la del facebook. La libra virtual anunciada por la insaciable red social de Zuckerberg, dispuesta a acuñar su propia criptodivisa.

La semana pasada fue mi cumpleaños. Recibí muchas felicitaciones virtuales a través de facebook y les confieso que me sentí mal, dado que apenas uso la red social para ese propósito. En concreto, desde que los cumpleaños se convirtieron en excusa para abrir campañas de recaudación de fondos para ONG: como no quiero darle mis datos económicos a facebook, paso del tema.

Días antes de mi cumpleaños, facebook empezó a martillearme con lo de la recaudación. No le hice caso. Aun así, según me dijeron, el algoritmo había comenzado una campaña solidaria en mi nombre. Ignoro a favor de quién, que no me he molestado en mirarlo. Sobre todo porque un amigo que sí inició voluntariamente una de esas colectas, se ha encontrado con que los cerca de 500 euros recaudados entre sus amistades no habían llegado a la ONG seleccionada, semanas después de su aniversario.

Las plataformas son una amenaza muy seria para la banca tradicional. Apple sí tiene mis datos económicos, por ejemplo. Y Amazon, aunque sólo la use para comprar películas imposibles de encontrar en España. No tardarán en ofrecer servicios financieros. Al principio, irán de la mano de conocidas entidades bancarias. Después, las deglutirán. Mientras, ojito con las criptodivisas: de momento, son muy parecidas al timo de la estampita. Molón y virtual, eso sí.

Jesús Lens.

Impulso al Legado Andalus

Hace unos años, acompañada por el ahora concejal Luis González, Concha de Santa de Ana estuvo visitando la colección de arte de CajaGranada. Por aquellos entonces, era diputada en el Congreso. La visita era a título personal. No había convocatoria oficial, cámaras ni prensa y fue una alegría descubrir lo mucho que aquella inquieta ingeniera sabía de arte. Resultó un paseo largo y completo. Y revelador: además de saber, Concha mostraba gran curiosidad e interés, sin parar de preguntar.

En las pasadas elecciones generales, Concha de Santa Ana no renovó su acta de diputada, que iba tercera en las listas del PP. Hace unos días, sin embargo, fue nombrada presidenta del Legado Andalusí, ‘fundación pública de la Junta de Andalucía dedicada a la difusión y preservación de la herencia cultural y artística de Al-Andalus y del papel que Andalucía y España han jugado a lo largo de la historia tanto como puente cultural entre Oriente y Occidente como en las relaciones con los países del mundo árabe, mediterráneo e iberoamericano’, tal y como reza su página web.

Al ver la noticia de su nombramiento, hice un baldío esfuerzo memorístico y, ante el riesgo de hernia neuronal, me fui a la web de la fundación para rastrear sus últimas actividades. Antes de que les haga spoiler: ¿les suena alguna iniciativa reciente del Legado? Por lo que he visto, han terminado una exposición en Almería y tienen otra en cartel, en Orihuela. Hace unos meses participaron en los coloquios sobre la rebelión de los moriscos… y poco más.

Tras los problemas de impago a sus trabajadores, pareció que la situación del Legado Andalusí se normalizaba. Trasladó su sede al Corral del Carbón y salió del radar de las instituciones problemáticas. Desde entonces, permanece en un discreto segundo plano. Discretísimo, incluso.

Ojalá que Concha de Santa Ana le imprima un nuevo impulso a una institución cultural granadina que debió convertirse en actor relevante y que, sin embargo, se ha quedado reducida a un quiero y no puedo, injustamente intrascendente.

Jesús Lens

Un mundo convulso

Cuando tengo tiempo, como ayer, a mí también me gusta leer el periódico de atrás hacia delante. Es toda una declaración de intenciones, comenzar por las secciones más tranquilas del IDEAL, de la información sobre la televisión a la cultura, sociedad, investigación y deportes.

Estaba tan relajado, entre el Festival de Música y Danza y el perfil dedicado a Josep Pérez, el fantástico base del CB Granada-Covirán, que al llegar a las páginas dedicadas a la información internacional me pegué un susto morrocotudo.

Cuando voy con prisa, comienzo por las páginas dedicadas a Granada, Andalucía, Opinión e información nacional. Como llevamos tantos meses de tensión y sobresaltos, al acabar estas secciones me invade la ansiedad, por lo que volteo el periódico y trato de recuperar la calma con las secciones antes detalladas. Así, termino por prestarle poca atención al resto del mundo.

En parte, este desapego a lo internacional tiene que ver con el empacho de Brexit y la sobreexposición de Trump, el presidente omnipresente. Llevamos soportándole tres años y el mundo todavía sigue incólume. Algo zarandeado, pero entero. Podríamos pensar que tampoco está siendo para tanto lo de la presidencia de Trump. Que perro ladrador, poco mordedor. Que se le va toda la fuerza por el twitter, con sus amenazas vanas y sus baladronadas infantiloides. Sin embargo, la creciente tensión entre Estados Unidos e Irán resulta de lo más preocupante.

Los problemas en el ayuntamiento de Granada, el cambio de gobierno en Andalucía y la multirrepetición de las elecciones generales hacen que estemos muy pendientes de las cosas de casa. ¿Demasiado, quizá? No sé ustedes, pero nunca he estado tan desconectado de lo que pasa en el resto del mundo, Europa incluida.

Propósito de enmienda: prestar más atención a lo que ocurre ahí fuera. Nos enfrentamos a importantes retos globales en el futuro inmediato que nos afectan directamente, del cambio climático, la desigualdad rampante y la pobreza al auge de los nacionalismos y del fascismo, la precariedad laboral o los incesantes flujos migratorios. ¡Y nada de lo humano debería sernos ajeno!

Jesús Lens

 

Negaciaciones

Estoy contento. Tengo que agradecer al por ahora alcalde de Granada, Luis Salvador, el chute de autoestima que me ha inyectado. De repente, soy consciente de que puedo hacer dos cosas a la vez: disfrutar del Corpus y preocuparme por el ayuntamiento de Granada.

Dicen que fue tensa, muy tensa, la rueda de prensa del pasado miércoles. Con un ojo puesto en la Tarasca y otro en la plaza del Carmen, los periodistas que están cubriendo la información municipal amenazan con ahogarse en el proceloso mar de confusión que rodea a la composición del consistorio granadino.

Qué pena, por cierto, que haya terminado el TAT Granada. Los mensajes que no dejan de mandar los representantes de Vox a través de twitter nos obligan a estar continuamente on line. ¡Menudos hilos están montando! Veremos si son de acero o terminan resultando tan frágiles como una tela de araña.

Es complicado seguir la última hora de las ‘negaciaciones’ entre PP y Cs, renegando los unos de los otros como Pedro negó a Cristo. Y aquí es donde radica el problema: ¿cómo piensa gestionar Granada esta gente, junta, después de todo lo que está pasando?

Más allá del sindiós que ahora mismo es nuestro ayuntamiento, ¿cómo puede salir nada bueno del cristo que tienen montado quienes, en teoría, deben ir de la mano para gobernar? ¿Qué confianza se van a tener entre sí personas que no dejan de tildarse públicamente de falsos, mentirosos y traidores?

Entre la gran Granada y la Granada elegida, está la Granada disputada, disparatada y despatarrada. Según Luis Salvador, será el próximo lunes o martes, seguramente, cuando se explique a la ciudadanía el acuerdo de gobierno alcanzado con sus enemigos íntimos. Recalco el ‘seguramente’ siguiendo la estela de Pablo Rodríguez: al ritmo al que avanzan las ‘negaciaciones’, puede ser una maravillosa palabra-comodín.

Por el momento, César Díaz niega que se haya creado ninguna comisión para definir el nuevo gobierno de Granada, acusando a Cs de no cumplir los compromisos adquiridos. ¡Qué tranquilizador! ¡Cuánto optimismo! Dicho lo cual… ¿pasamos a disfrutar del Corpus?

Jesús Lens