Escasa innovación cultural

Un diagnóstico muy elocuente sobre la pobre clasificación de Granada en el ranking de ciudades culturalmente innovadoras de España lo encontramos en la propuesta del llamado ‘grupo de trabajo de la Capitalidad Cultural Europea de Granada 2031’.

¿Se acuerdan? El grupo concluyó que nos hacen falta seis museos. Seis museos dedicados, concretamente, a la Semana Santa, a los Títeres, a la Palabra, a la Historia y Tradiciones, al Flamenco y al Arte Contemporáneo.

Tampoco es que causaran particular revuelo estas propuestas: a sabiendas de que el Ayuntamiento está en quiebra, es materialmente imposible que afronte su creación, puesta en marcha y mantenimiento. (Sobre todo ello escribí esta columna en IDEAL)

Con la OCG asfixiada económicamente, el Centro Lorca al ralentí, el Festival de Jazz reducido a su mínima expresión o el Gran Espacio Escénico arrumbado en el baúl de los recuerdos; solo el Festival de Música y Danza tiene entidad para colarse entre las grandes citas culturales del panorama nacional.

Así las cosas, y aunque cuesta mucho trabajo pensar que esos nuevos museos pudieran salir adelante, la propuesta en sí ya resulta muy ilustrativa: tratar de contentar a las diferentes familias del entorno. A los roalillos. A los cercanos. Los museos proyectados no abrirán sus puertas, pero la intención es lo que cuenta, ¿verdad? Sobre todo, a la hora de pedir el voto…

Qué errática, la política cultural de este Ayuntamiento. En su momento, el Alcalde planteó la candidatura a la Capitalidad Cultural como una inmejorable ocasión para reflexionar sobre qué Granada aspiramos a tener en un futuro no muy lejano. Y aprovechó para renegar del modelo museo-franquicia de Málaga. No parece que, en estos años, las reflexiones hayan dado mucho fruto que digamos.

¿Habría alguien capaz de definir el criterio seguido por el gobierno del PSOE a la hora de trazar su política cultural? Ni siquiera traer las exposiciones de PhotoEspaña, todas juntas y a lo bruto, el pasado otoño, ha servido para ganar puntos en la referida clasificación de calidad e innovación cultural. Con el peso que dicha marca tiene entre los técnicos encargados de la valoración…

Estamos en pre-campaña electoral. Tengo muchas ganas de conocer las propuestas de Ciudadanos y de la confluencia de izquierdas de cuyo nombre no puedo de acordarme. Lo que han hecho el PP y el PSOE en materia cultural, bien lo sabemos. Lo que han dejado de hacer, también.

Jesús Lens

La Granada trifásica

La gran paradoja, el brutal contrasentido, es que Granada viaja a tres velocidades diferentes por carriles muy distintos, sin que parezca probable que vayan a conectar en un futuro más o menos cercano.

Foto: Pepe Marín para IDEAL

Por un lado está la Granada del siglo XXI, la de la mayoría de nosotros. Una Granada en la que, al llegar a casa, por la noche, puedes encender la luz y disfrutar de un rato de lectura o de una película, bien calentito, gracias a la calefacción.

Hay otra Granada que apunta al siglo XXII. Es la Granada del acelerador de partículas, la de los adelantos técnicos y científicos de la UGR, la del desarrollo biosanitario del PTS. Una Granada que trabaja por erradicar el hambre en el mundo desde la Estación Experimental del Zaidín y que escruta universo desde el Instituto de Astrofísica. Una Granada para hacernos soñar.

Sin embargo y por desgracia, hay otra Granada anclada en el pasado. Una Granada que no avanza. Una Granada condenada a iluminarse con velas y calentarse con hogueras. Una Granada del siglo XIX que parece salida de una novela de Dickens. Una Granada que, a veces, no se resigna a seguir callada y se echa a las calles a protestar y exigir los derechos que le corresponden.

Visto desde fuera, parece increíble lo de las mafias de la marihuana, los enganches ilegales y la incapacidad de Endesa y de la policía para resolver o tan siquiera paliar tan esperpéntica situación. Una situación insostenible que, sin embargo, se sostiene en el tiempo.

Las eléctricas se han convertido en uno de los grandes enemigos de la sociedad. Lo mismo dejan a oscuras y helándose de frío a miles de vecinos, de forma recurrente, que cabrean a todo el Valle de Lecrín con un futuro atentado ecológico y paisajístico, como escribía AQUÍ. Y está lo del recibo de la luz, ese arcano indescifrable del que solo sabemos que sube sin parar y de forma exponencial.

Ha llegado un momento en que las eléctricas parecen un supervillano de la Márvel, acumulando expresidentes y exministros en unos consejos de administración cuyas decisiones no dejan de irritar a los ciudadanos de a pie.

Lo de ayer en la Plaza del Carmen, no dejando al Alcalde de la ciudad entrar a las oficinas de Endesa, roza lo surrealista. ¡Y luego se sorprenden por lo que llaman populismo antisistema!

Jesús Lens

El puerto ninguneado

Si hace un par de días escribía sobre la dicotomía entre la sociedad civil y la política profesional, tan recelosas la una de la otra; hoy toca enfrentar a los empresarios con esos burócratas que, llegada la hora de salir del curro, no saben de barcos, literalmente hablando.

Lo ha denunciado Francisco Álvarez de la Chica, presidente de la Autoridad Portuaria de Motril, después de que siete camiones cargados de productos hortofrutículas provenientes de Marruecos se quedaran varados, 44 largas horas, por la falta de un inspector fitosanitario que le diera el OK a la carga.

Y es que, ya lo saben ustedes, el fin de semana es sagrado, dando igual que un temporal haya complicado el tránsito de bienes y servicios por el Mediterráneo. Pocas cosas más importantes puede haber en el mundo que las 2 de la tarde del viernes para un funcionario que se apresta a comenzar el finde.

Foto: Javier Martín para IDEAL

Ojo, que yo también estoy convencido de las bondades de las vacaciones, fines de semana y fiestas de guardar. Pero lo del puerto de Motril roza lo surrealista: mientras que el gobierno central reforzó el puerto de Algeciras con cinco inspectores de urgencia, a Motril no mandó a nadie, obligando a siete camiones repletos de productos perecederos a languidecer 2 largos días en las dársenas de la Costa Tropical, con el riesgo de que la mercancía se echara a perder. Y eso, ¿quién lo paga?

Resulta tan vergonzoso que Álvarez de la Chica no se ha callado: “Me duele profundamente que el Gobierno de mi partido -PSOE- haya tratado así al puerto. Le suponía más sensibilidad. Desde que están gobernando, solo nos han llamado para problemas de inmigración, que también son importantes pero que hay que resolver otros también”.

Foto: Javier Martín para IDEAL

Granada, tierra ninguneada por todos. Como también señala Álvarez de la Chica, lleva solicitando desde hace meses la presencia de un inspector, los fines de semana, en el puerto motrileño. Hay trabajo para ello y, además, podría suponer una nueva conexión con Tánger.

Como el que oye llover.

Llegados a este punto, es necesario saber qué están haciendo por el puerto de Motril nuestros congresistas electos, los del PSOE, PP, Ciudadanos y Podemos. Carlos Rojas, buen conocedor de la situación, ha apoyado a Álvarez de la Chica en su reclamación. ¿Y los demás? ¿Algo que decir sobre el particular?

Jesús Lens

Ciudad de alas recortadas

Lean, lean ustedes los informes que la Udef le ha pasado al Juzgado de instrucción número 2 de Granada para conocer cómo el gobierno municipal de Torres Hurtado le hurtó a nuestra ciudad algunas de sus posibilidades de despegue y crecimiento.

Informes que el brillante trabajo de Quico Chirino y Yenalia Huertas nos permite leer en Ideal y nos sirven para comprender, de forma prístina, por qué Granada es una ciudad de segunda división. Una ciudad maniatada que, salvo improbable puñetazo encima de la mesa de los granadinos, lo seguirá siendo por siempre jamás. (Leer AQUÍ)

Pongámonos en antecedentes. Con las maltrechas arcas municipales agrietadas, el Ayuntamiento se gasta el dinero que no tiene en conseguir que Granada sea una de las sedes del Mundobásket del 2014. Aun así, damos saltos de alegría y prorrumpimos en vítores, que un evento de esas características sirve para dinamizar la economía, además de permitirnos disfrutar del mejor baloncesto.

Se anuncia que, en el paquete de la concesión a Granada de la sede mundialista, se incluye la construcción de un gran pabellón deportivo, moderno y dotado de todo lo necesario para que las selecciones que compiten en Granada puedan entrenar en óptimas condiciones. Sería una infraestructura llamada a permanecer, a enriquecer la dotación deportiva de la ciudad. A atraer futuras citas competitivas de primerísimo nivel.

Entonces llegan los recortes, dictados por decisiones políticas, que no técnicas. Por ejemplo, quitar la climatización -total, ya sabemos que Granada no es una ciudad de extremos térmicos- o bajar la calidad del pavimento, que estos baloncestistas son muy delicados. ¿El espacio para la zona de masajes? ¡Mejor achicarlo y, en su lugar, sacar un par de locales comerciales! ¿Zonas de seguridad en torno a la pista central? ¡Menudo desperdicio! Tanto deporte y tanta puñeta.

Y de esta manera, con unos recorticos por aquí y otros por allá… ¡voilá! Nos quedan unos magníficos locales para abrir nuevos bares, cafeterías y hamburgueserías. Y todo ello, insisto, contra el criterio de los técnicos correspondientes, ignorados y ninguneados una vez más.

¿El resultado? En vez de unas modélicas y polivalentes instalaciones deportivas homologadas internacionalmente, una pista de hielo para aficionados usada mayormente para la celebración de cumpleaños.

Esta es la herencia recibida del gobierno del PP de Torres Hurtado: una ciudad a la que, en aras del interés particular, nunca dejaron de cortarle las alas.

Jesús Lens

Sociedad civil vs. Política profesional

¿En qué quedamos? ¿Queremos que la sociedad civil se incorpore a la vida pública o seguimos defendiendo la política como una carrera profesional? Menuda se ha liado con lo de Pepu Hernández, antiguo seleccionador nacional de baloncesto, como candidato a la Alcaldía de Madrid.

No tiene que ver -al menos, no solo- con lo de la facturación de charlas y conferencias: muchas de las críticas más furibundas vienen de los propios militantes del PSOE, que no entienden por qué Pedro Sánchez les ha puesto un tapón de semejante calibre. En su lenguaje, políticamente correcto, lo llaman malestar. La realidad: que están jodidos. Mucho.

Insisto: ¿en qué quedamos? ¿Queremos que gente de fuera de los partidos de el salto a la política? En ese caso, ¿qué se les va a pedir? ¿Que empiecen de meritorios y calienten banquillo, curtiéndose en los entrenamientos antes de salir a jugar a la cancha? Evidentemente, no. Más que nada porque, en ese caso, pocas personas se animarían a interrumpir sus carreras profesionales, en aras del bien común.

La de los partidos con la sociedad civil es una relación problemática y un tanto esquizofrénica: la interpelan continuamente, aluden a ella, la rondan, la requiebran y la tientan, pero cuando se acerca demasiado; sospechan. Y, en muchos casos, reniegan.

Los partidos políticos, más allá de ideología y creencias, son empresas. Empresas que contratan a cientos de miles de trabajadores, de forma directa o indirecta. Empresas de las que comen, literalmente, infinidad de trabajadores a quienes la llegada de uno de esos de fuera, además de quitarles un puesto, les descoloca y altera su statu quo.

En cualquier formación política hay más códigos internos y normas no escritas que en una multinacional de alcance planetario. Hay jerarquías. Y familias, lealtades, grupos y ‘roalillos’ de toda laya.

Entonces aparece él. O ella. El que viene de fuera. El ungido. O ungida. Al que han presentado para cambiarlo todo. Solo que los de dentro, en su inmensa mayoría, tampoco creen que deba ser para tanto. ¿Toda una vida dedicada al partido, en cuerpo y alma, para que llegue un advenedizo y ponga en solfa su trayectoria? ¿Qué sabrán ellos? No, gracias.

Lo de Pepu en Madrid. Lo de Imbroda en Andalucía. Lo de Duque en el gobierno de Sánchez. Ejemplos de que algo puede estar cambiando… ¿para seguir todo igual?

Jesús Lens